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Juan sin Credo

El sillón iconoclasta

...La cena nace aL...

...La cena nace aL...

 

Ya habíamos comentando con anterioridad el interés que nos despertó el gran descubrimiento de los documentos inéditos de Juan sin Credo en el monasterio de la Valldigna (http://postrergenito.blogia.com/2009/072901-el-sillon-iconoclasta-y-la-caja-de-los-hilos punzantes.php)

De vez en cuando nos gusta publicar alguno de estos textos, alejados del bullicio y estrépito de las Salas de Butacas. Más bien, como decía Fray Luis, están forjados tras una retirada vida a la lectura individual y silenciosa.

(...descansada vida que huye...)

No pretendiendo interrumpir en un h(i)(a)to el diptongo de su sílaba, trasmitimos a sus únicos y fieles lectores una delirante impresión sobre la última novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, El espíritu áspero, publicado en el 2009 por la editorial Tusquets.

 

Llegué al día de san Silvestre merendándome el Proyecto Nocilla, de Agustín Fernández Mallo, del cual no sacaré la más mínima expresión sino estas breves líneas que aquí pronto remataré. Los dos primeros volúmenes, Nocilla Dream y Nocilla Experience, tienen alguna validez literaria, pero el último, Nocilla Lab, desmejora sensiblemente el resultado final de producto editorial de Alfaguara.

(Nocilla de merendilla)

Con tanta crema de chocolate en la retinas, pasé a la cena de una lectura más sabrosa con la novela de Gonzalo Hidalgo. Previamente a El espíritu áspero, había practicado su fondo y forma en alguna otra de sus obras, que, por cierto, son bastantes difíciles de encontrar, a excepción de las publicadas en Tusquets.

La paradoja del interventor fue un grato descubrimiento. Merece la pena reseñar el trato inaudito con el que se presenta la realidad, empujada hacia una tremebunda angustia que ofrece una sensación de encontrarnos impotentes ante un callejón sin salida. También me sorprendió El cerco oblicuo, novela corta donde el azar se impregna de un alto valor geométrico y racional, siendo capaz el autor de transformar la ficción en un trasunto brumoso y escapadizo.

(Callejón sin salida)

Con este equipaje repleto de emociones, comencé la verbena verbal -tocada por una orquesta compuesta de un armonioso ensamblaje narrativo- de la última novela del profesor Hidalgo, que está teñida con una fuerte impronta rabeliana. Tal impronta se presenta, gracias a una persistente tendencia hacia la ponderación de los caracteres y a un humor radicado en unos juegos continuos con las palabras, con las situaciones grotescas, con los equívocos o los enredos y a un sinfín de situaciones más que se van viendo impregnadas de la melancolía y la nostalgia de una vida que, finalmente, ha alcanzado su término.

(El narrador testigo)

La novela comienza in media res, y el narrador, el propio autor, es un narrador-testigo, bien porque participa directamente de los acontecimientos, bien porque los conoce a través de una especie de libro de memorias que pertenece al personaje principal: don Gumersindo. Como he señalado la acción despunta en el medio de los sucesos, con la jubilación de este catedrático de Lenguas Clásicas de un Instituto de Enseñanzas Medias, situado en la ciudad recreada de Murania.

A partir de aquí los breves capítulos, o más bien parágrafos, articulan su biografía desde su infancia, jalonándose con episodios de un grupo de chavales que han sido sus últimos alumnos, cuya musa, Minerva Cabañuelas, servirá de nexo entre los dos cronotopos, que avanzan linealmente, hasta terminar por fusionarse en el tramo final de los días del ya anciano profesor.

(Minerva, la de los ojos de lechuza)

En todo este recorrido histórico por la biografía de un hombre -es digno de mencionar los escasos datos con los que cuenta el lector para contar el tiempo exacto en el que se sitúa la acción de la novela- aparecerán un carrusel innumerable de personajes de los que merece la pena destacar al patriarca Pedro Cabañuelas, forjador de una dinastía rural, que encarna la acción frente a la contemplación de Sindo, diminutivo afectuoso que recibirá el profesor por parte del Canícula, pseudónimo referido a don Pedro.

También se encuentran el párroco don Bonifacio, el maestro don Ananías o el fiel amigo de Pedro, Ramonato, todos ellos personajes relativos a la infancia de Sindo. Asimismo recordamos a Vizcaíno o H2, compañeros de la Universidad, a los que se puede añadir el estudiante americano de antropología Walter Away. Mientras que en el grupo de alumnos sobresalen Valentín Valiente, alias Mentecato, líder espiritual del grupo Tía Laos, la citada Minerva, su media naranja, y el disparatado vate de Murania, Ramiro H. Espinosa, que eternamente cortejará a la musa Minerva sin ningún resultado positivo.

(Un antecesor galo del bardo Ramiro)

El espacio que nos encontramos es una geografía de autor que tiene como punto de referencia la zona norte de la provincia de Cáceres, dato que podemos dar por hipotético al ser el lugar de origen del autor y donde, también, actualmente, imparte docencia, como, asimismo, por algunas ligeras referencias que se encuentran esparcidas por la novela.

Todo este espacio inventado presume del más mínimo detalle y la pulcritud topográfica nos lleva a imaginarnos una imagen precisa de Tierra de Murgaños: Pico Garabo, Peña Quemada, Quebrada del Jayón, Hondón del Descuernacabras...lugares donde la naturaleza aún predomina con una disposición mítica que favorece la creación de una fantasía, dispuesta a reclamar un justo lugar junto a la más verídica de las cartografías proyectadas por el hombre.

(Posible cartografía de la Tierra de Murgaños)

En cuanto a los temas, podemos señalar un amplio abanico que concentraría aquellos que reflejan con mayor hondura el sentido existencial y metafísico del hombre; así nos hallamos ante núcleos temáticos tan importantes como el amor, la muerte, la amistad...

Las influencias se pueden rastrear en Cervantes -es singular el ejemplo de la madre de Ramonato que tiene una fuerte reminiscencia con la pastora Marcela- incluso en don Juan Manuel -el mismo personaje en su matrimonio con Agustina recuerda el aroma del episodio del mancebo que casó con mujer brava-. No obstante, las referencias culturales y literarias son infinitas; la Biblia, la historiografía grecolatina, los autores clásicos como Horacio y los autores en lengua vulgar como Petrarca...

(Ridiculus mus)

En resumidas cuentas, un festín literario que hace las delicias de cualquier lector de cultura media. Los palíndromos, palabras o frases que se leen igual de izquierda a derecha o viceversa, las paronomasias o el empleo de los pseudónimos, así como los ejercicios poéticos de Ramiro H. Espinosa nos hacen sonreír ante la profundidad y hondura de un trayecto vital en el devenir de un tiempo que nunca más será nuestro. Un tiempo donde el espíritu se torna en áspero.

Dicen que Juan sin Credo leyó en el número 949 del Babelia una entrevista, entre otros a Agustín Fernández Mallo, sobre La narrativa española contemporánea y sus derroteros y le dio la risa. Dicen que aunque le gustó en conjunto, alguna parte de la novela El espíritu áspero le pareció pretenciosa, como aquella donde aparece el personaje Gumersindo enmendádole la plana a la figura de Antonio Machado. Dicen que Juan sin Credo pensó la dificultad ante la que se va a encontrar Gonzalo Hidalgo para superarse a sí mismo en su siguiente novela.

(El futuro de la narrativa hispánica)

Un billete gratuito para un viaje mental (y II)

Un billete gratuito para un viaje mental (y II)

 

Después de haber intentado mostrar las características generales del lirismo en Espacio, continuaremos con un análisis más pormenorizado de la estructura y del contenido simbólico de dicho texto. Para ello hemos empleado el ya clásico libro de Teresa Font, Espacio: autobiografía lírica de Juan Ramón Jiménez. Madrid. Ínsula. 1972, que nos ha servido como guía en la resolución de algunas referencias desconocidas de la vida personal de Juan Ramón.

Dicho estudio nos ha confirmado el alto grado de experiencia como argumento temático que se refleja en en el poema en prosa. Por lo tanto la estructura de nuestro trabajo se ha construido sobre tres puntos clave: la temática, la simbología y las referencias culturalistas, geográficas y personalistas.

Como bien se conoce, Espacio está formado por tres partes, denominadas estrofas por el autor. La primera y la tercera son bastante extensas mientras que la segunda es un intermezzo, una relajación de la densidad conceptual y emotiva. Juan Ramón la titula Fragmentos y subtitula a las impares como Sucesión y a la segunda como Cantada, estructura hermanada con la composición musical.

Hecha esta aclaración de cómo esta compuesto el texto, hemos observado en el primer fragmento las siguientes características sobre los tres pilares básicos en los que se sustenta nuestro estudio. Dentro de la temática aparecen los motivos de la sustancia, el amor, la fugacidad, la inmensidad y la eternidad como Unidad de unidades. En la Simbología nos encontramos con el sol, el mar, las flores, los árboles (el chopo, los robles, el pino, el tocón), símbolos referentes a la naturaleza, aunque también nos encontramos los relacionados a la música y la palabra, la mujer y el niño, el cementerio o el perro como representante importante de la vida animal, después de la principal figura del pájaro. Por último, las referencias culturalistas que se citan en el primer fragmento son las que se dedican a Schubert, Yeats, Villón y Eloísa y Abelardo.

Hemos señalado la simplificación conceptual del segundo fragmento en relación con los otros dos. Por lo que se verán reducidos los motivos que forman la temática como la simbología, así como las referencias . Con respecto a la primera encontramos, únicamente, desarrollado el motivo del amor. Mientras que para la simbología  aparece como predominante el sol, aunque también está el pájaro -esta vez encarnado en el gorrión- la mujer, la infancia, los animales y los árboles. Finalmente en la parte dedicada a las referencias abundan las geográficas como Nueva York, Sevilla, Madrid, también aparece una culturalista cuando se cita a Murillo.

En el tercer fragmento se incrementa de nuevo la densidad conceptual. En la temática será el destino, la unidad, el amor y la conciencia los motivos principalesPara la simbología aparecen como características principales el mar, las olas, el otro yo, las ciudades mestizas del sur -motivo que le permite a Juan Ramón citar a las razas-, la mujer, el otoño, el sueño y el cangrejo –este último relacionado con la oquedad-. Sin embargo en este texto la verdadera profusión de motivos se dan en la referencias que son de tres los tipos culturalistas, geográficas y personalistas.

Para los primeros existen los bíblicos como Adán y Eva, Cristo y Barrabás y San Pablo, también religioso se encuentra la figura de Buda. El grupo de los artistas o intelectuales es muy numeroso como Longino, Carlyle, Keats, Anacreonte, George Sand, Goethe, Schiller, Curie, Maurice, Gauguin, Baudelaire, Poe, así como personajes literarios de la obra de Shakespeare como Desdémona y Otelo. De las geográficas se citan Florida, Sitjes, Miami, Coral Gables, Moguer, el Mediterráneo y el Atlántico. Para concluir las referencias personalistas son Rusiñol, Utrillo, Paquita Pechere, Achucarro, Marañon y don Cándido.

Tras esta apretada enumeración de datos se ha pretendido sintetizar el complejo universo textual que teje el hilo lírico de Juan Ramón. Este entramado numeroso de motivos gravitan en torno a un núcleo emocional permanente: el amor. Un amor que tiene ribetes panteístas reflejados en algunas instancias de la naturaleza –como el mar, los árboles o los pájaros-, pero que también se encuentra definido en la mujer universal o en el inocente paraíso infantil de los niños.

Este amor universal y eterno sugerido por Juan Ramón plantea el acceso a la unidad que brota en la conciencia permitiendo una asunción de la divinidad en el individuo. Esta creencia surge de un sincero deseo de eternidad, inexorable en el propio Destino mortal del hombre. Un deseo que se convierte en angustia diluida una vez quebradas las instancias cartesianas en un murmullo incontestable de irracionalidad intrínseca dirigido hacia un panorama vertiginoso de múltiples símbolos y referencias.

Finalizando nuestro trabajo, podemos decir, que el texto de Juan Ramón plantea un viaje desde la naturaleza exterior del mundo hacia la interior del individuo, en una sucesión ininterrumpida de sensorialidad, confidencia y sinceridad. El poeta ansía transmitir su grito de desamparo que a intervalos se sucede en el tránsito fugaz de la vida, paréntesis breve de nuestra verdadera eternidad. Juan Ramón se refugia en la unidad de su conciencia, creada a partir de su amor a lo absoluto.

Juan Ramón exige al lector un elevado grado de intensidad elitista para ofrecerle la posibilidad de trascender a la realidad y así dejarse conducir por un espacio donde la belleza se convierte en el aroma de un ritmo que despierta la sensibilidad. El viaje o la evasión planteada por Juan Ramón nos deparan una necesidad de continuidad, de esperanza, de un camino hacia la esencia propia de la identidad humana; el amor como billete en la unidad de conciencia con destino a la eternidad.

Un billete gratuito para un viaje mental I

Un billete gratuito para un viaje mental I

 

Al terminar tan pronto con el "Caso Mosaico" emprendimos la tarea de amortizar nuestros exactos medidores de frecuencia que se encargaron de desempolvar esos viejos cartapacios encontrados en el Monasterio de la Valdigna para dar la luz a un extraño documento de nuestro nihilista Juan sin Credo, en el cual apenas aparecen rasgos de humor o ironía. Sin más pausa lanzamos su atrevida prosa para deleite de nuestros únicos y fieles lectores

Aunque en prosa, el texto Espacio de Juan Ramón Jiménez contiene todas las características esenciales del género lírico. A grandes rasgos, dichas características que encontramos en el texto juanramoniano son un énfasis y una focalización simbólica y expresiva sobre la instancia de identidad del autor.

Espacio se nos muestra como una confidencia personal, donde la experiencia se convierte en el argumento temático peculiar. Emerge el yo reflexivo del poeta con una pretensión de representar la experiencia sincera mediante un mensaje meditativo y sentimental sobre las vivencias propias. Su contenido lírico nace de una vivencia personal subjetiva, resultado de la memoria, no de la imaginación. Esta vivencia o contenido de la experiencia, enlaza los argumentos con las emociones y reflexiones conceptuales del poeta como sujeto personal y lírico.

Se da en este poema en prosa las típicas características textuales de la lírica como son la concentración y la intensidad emotiva. La intensidad aparece mediante una tensión altamente productiva del lenguaje y con una densidad en la concentración conceptual y evolutiva del contenido. Tal intensidad es percibida por nosotros los lectores en la dificultad de la comprensión del texto que nos obliga a múltiples relecturas para desentrañar el significado temático de la experiencia.

Según Jakobson, esta peculiaridad se debe a la concentración autorreferencial del leguaje del poema que convoca la atención hacia su perfección rítmica, eufónica y simbólica. Esta intensidad también muestra la sensación de necesidad estricta de insustituibilidad de los constituyentes expresivos del poema.

Como hemos advertido, el contenido es una propiedad determinante de la fisonomía genérica de la lírica. Se observa en Espacio un grado de superior concentración en los contenidos emotivo-sentimentales en un tono de confidencia personal del sujeto lírico próximo a la experiencia personal del poeta. Esta emotividad activada de la lírica, este alto grado de concentración de la energía sentimental del poeta, incide sobre la conmoción emotiva de los lectores.

Vemos como en esta obra, existe una manipulación transformadora del concepto, una estilización como proceso de implicación espiritual del poeta donde modifica la condición objetiva real de las personas, los paisajes y los acontecimientos tematizados en el poema. Este procedimiento de estilización opera desde una selección o focalización del efecto estético-sentimental de la empatía del poeta. De este modo, la intensa liricidad emotiva de Juan Ramón depende de la cuidadosa selección en el detalle sentimental definitivo.

Por último, también podemos argumentar como característica del lirismo en el texto de Juan Ramón el irracionalismo presente como forma genérica de designar un variado conjunto de transgresiones expresivas. Éstas aparecen mediante un exceso en las reglas expresivo-simbólicas gramaticales y semánticas. Ese irracionalismo se origina con la exploración que el movimiento romántico efectúa de los registros sentimentales de lo sublime, que hace surgir una nueva escenografía de la imaginación y una nueva retórica imaginativa que culminará con la abstracción esquemática del surrealismo.

Desde el descoloque al Coloquio

Desde el descoloque al Coloquio

 

          

Después de varios mordiscos y unos cuántos ladridos más, apareció otro documento perteneciente al Coloquio de los perros que no queríamos que nuestros únicos lectores se lo perdieran en la noche de los tiempos

         Existe una controversia para dilucidar si las novelas son dos o una. Estudiosos como Casalduero o Rey-Hazas consideran que es sólo una novela porque existen unas relaciones estructurales muy entrelazadas. La función de marco y pórtico introductorio de El casamiento con respecto a El coloquio o la inconclusión y la incoherencia de El casamiento si faltase El coloquio.

El tema que trata las novelas es el del desengaño. En la del Casamiento el del burlador burlado. Tres son los aspectos temáticos fundamentales de El coloquio: una radiografía de la sociedad española de la época, las disquisiciones filosófico-teológicas y la discusión sobre la teoría y la práctica del arte narrativo.  

En cuanto a la sátira social, la narración de Berganza expone un amplio muestrario de las lacras y vicios sociales en la España de finales del XVI, principios del XVII. Las disquisiciones filosóficos-teológicas de El casamiento se concentran en la filosofía cínica de los perros, en sus consideraciones sobre la murmuración, en su actitud frente a las convenciones sociales y en el enfrentamiento entre la verdad y las apariencias. El tratamiento del tema literario es constante en El coloquio. Aparece en las consideraciones sobre la sátira, en la idealización de la naturaleza de las novelas pastoriles, en los comentarios sobre las obras y las gentes del teatro e incluso en alguna puntualización sobre la propiedad lingüística.

Complejo entramado de autores, narradores, lectores. La disposición temporal de la novela, el presente narrativo, se reduce a unas pocas horas. En ese presente narrativo se practican sucesivas retrospecciones temporales a momentos anteriores. La diversidad de focos espaciales es similar al entrecruzamiento de planos temporales.

Cervantes aprovecha múltiples aspectos de la novela picaresca: la narración autobiográfica, el sistema de servicio a varios amos. Aprovecha también la tradición del diálogo filosófico y de los relatos lucianescos con personajes transformados en animales. Además expone, por boca de sus personajes, el ideal del arte narrativo: deleitar aprovechando, enseñar entreteniendo. La coherencia y verosimilitud de la novela dependen exclusivamente de sus reglas poéticas, no de su confrontación con la realidad extraliteraria.

 

 

Casi otra novela de la guerra civil

Casi otra novela de la guerra civil

 

Le conocía por las referencias literarias del momento; tal vez por algún premio importante que hubiera recibido por aquel entonces, pero el caso es que nunca antes me había parado a leer al poeta Ángel González, fallecido en enero de 2008. Fue durante un verano del Escorial, cuando acudimos a la clausura sobre un curso que versaba sobre la generación del 50, en el que estaban presentes Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, del que hablaré próximamente, y nuestro citado Ángel González.

El curso lo estaba realizando mi querido Lolo di a´Trives, que necesitaba dos miserables créditos  para licenciarse en Teoría de la Literatura y Literatura comparada. A esa última sesión del mismo, le acompañamos el lúcido Áng(-)el Mendi y vuestro discreto servidor Juan sin Credo. Fue este último el que me recomendó, encarecidamente, la lectura de Ángel González. De vuelta a Madrid lo primero que hice fue hacerme con un ejemplar de una de sus múltiples antologías poéticas,  para esta ocasión la publicada por la editorial Cátedra.

(Dios con el amo)

Varias son las razones que me llamaron la atención en la forma de hacer poesía de este autor. La principal es por ese aire de rechifla que desprenden algunos de sus poemas; me acuerdo, en concreto, de uno que habla de las cucarachas que pululan por su piso de Madrid cuando él llega al amanecer bien cargado de los licores alcohólicos (Dato biográfico). O ese otro que trata sobre el Porvenir que nunca viene, por no olvidarnos del titulado Ayer, que refiere la monotonía existente en un tiempo que, a veces, no sucede. También me cautivó su aspecto de abuelete bonachón y encallecido; rasgo, este último, propiciado, posiblemente, por una vida repleta de enormes vicisitudes.

Poco a poco fui adentrándome en el conocimiento literario de la obra de Ángel González; esta vez bajo la obra Palabra sobre palabra pero, también, con una antología para jóvenes, muy propia para los iniciados en su poesía, en la editorial Alfaguara. De esta manera, un sano interés se me despertó al leer en el Babelia una reseña sobre la publicación de su biografía novelada, escrita por el poeta Luis García Montero.

 (Foto de Dios)

Este autor es sobre todo conocido, últimamente, por la encendida polémica que ha mantenido con su compañero de Departamento en la Universidad de Granada José Antonio Fortes, al que tacha de perturbado en su columna periódica del diario El País (14-10-2006-suplemento de Andalucía) con motivo de la vinculación o no de Lorca con los presupuestos ideológicos del fascismo (Para una información más detallada sobre este asunto consultar la página http://www.rebelion.org/noticia.php?id=75355...)

Tampoco quisiera parecer aquí como un abogado del diablo pero es innegable que Lorca era un señorito andaluz como la copa de un pino. Del mismo modo, mi humilde parecer me dicta que las obras literarias no se deben por qué leer siempre desde el prisma marxista de la lucha de clases, pues también es lícito prestigiar su valor estético sobre cualquier contenido ideológico, por muy revolucionario que éste sea.

 (Lorca de proleta, ja, ja, ja )                                                                                                                                                                          

               (Los malos)                                

En fin, polémicas aparte me enfrasqué vorazmente en la lectura de la obra Mañana no será lo que dios quiera. Predomina en este texto una voz íntima y elegíaca que comprende la primera etapa de la vida de Ángel González, en su natal Oviedo, desde la antigua calle Fuertes Acevedo, rebautizada, posteriormente, como avenida de Galicia, exceptuando el año que pasa con su hermana, rehabilitada ya en su puesto de maestra, después del episodio de su depuración en un pueblo de León -Páramo del Sil-, sanándose de la tuberculosis contraída bajo la menguada subsistencia de una posguerra cruda en el bando de los vencidos. Año de cura y reposo que también le servirá para descubrir los versos melancólicos de la Segunda Antolojía poética de Juan Ramón Jiménez y el lenguaje sencillo, casi coloquial, del libro Campos de Castilla de Antonio Machado.

Cronológicamente van desgranándose los sucesos, incluso los previos a la existencia de Ángel González -como son aquellos relacionados con el devenir de su padre y su abuelo-, de la vida de su familia: su madre, doña María, que le tenía un miedo atroz a las guerras, su hermana Maruja, de la que ya hemos hablado, sus hermanos Manolo y Pedro, víctima y verdugo, y, por último, la ayudante, a la que también podemos incluirla dentro del núcleo familiar, Soledad, buena cumplidora de los caprichos del pequeño Ángel.

Familia, por cierto, muy relacionada con las instituciones pedagógicas más avanzadas del momento, e ideológicamente cercana a la izquierda burguesa, que se adhiere con entusiasmo y sin ningún tipo de tapujos a la proclamación de la II República. Además, Pedro, participará en los sucesos revolucionarios de 1934, pasando a formar parte de las milicias republicanas en los primeros momentos de la contienda y que, finalmente, podrá salvar su vida partiendo al exilio.

                                                            (....subirían al claustro gritando: ¡ LIbertad, libertad, libertad !

Como no podía ser de otra manera, la irreprochable familia de Ángel sufrirá el escarnio de la derrota por su ideas contrarias a las de los golpistas de la Reacción, con lo que la biografía novelada se convierte, durante un tramo, en otra obra más sobre la guerra civil en la que se muestran las penalidades de una élite intelectual y burguesa que padece la miseria de la delación, el crimen y el ostracismo.

Al final de la obra, se muestran las relaciones de amistad con los hermanos Taibo, Manuel Lombardero y Benigno Canal, sus lecturas conjuntas de la obra de Alejandro Casona o los poemas vanguardistas de Gerardo Diego. También se narran los primeros escarceos poéticos y literarios de Ángel González, cuando, por ejemplo, ocupa la columna de la crítica musical en La Voz de Asturias, así como su establecimiento en la capital, allá por los primeros años de la década de los cincuenta de un Madrid desvencijado y gris.

La lectura se hace muy grata, aunque es bastante notorio el fuerte olor a panegírico. Por las hojas van desfilando las ausencias y las presencias en ese primer tramo de la vida de Ángel González, con un tono de confidencia lírico, muy cercano a lo sensible, repleto de simpáticas anécdotas y salpicado de poemas propios del biografiado, al hilo de algún acontecimiento que lo vincula.

Luis García Montero podrá creerse un ser superior al resto de los mortales y las cotas de endiosamiento por él alcanzadas superen con creces las marcas de la media, pero no le falta talento para convertir las innumerables charlas que mantuvo con Ángel Gónzalez en un texto ameno y de gran calidad literaria. En definitiva, una obra cuyo fin es ser depositaria y tener cautivada, pues, la Memoria de la Dignidad, que junto al resto de otras voces poéticas mediáticas se encargan de mantener viva la llama de la izquierda progresista, heredera del espíritu ideológico de otro tan señorito andaluz como fue Rafael Alberti.

(El Lider de la Tribu)

Dicen que era un último domingo caluroso del mes de mayo en el que Juan sin Credo acudía a la cita anual en el Paseo de Carruajes del Parque del Buen Retiro de la mano de su bella cría. Dicen que Juan sin Credo dijo una y no más cuando el nivel de muchedumbre ascendió al nivel de alerta extrema. Dicen que su apuesta y florida manceba llegó al rescate justo cuando anunciaban por los altavoces que en la caseta 241 García Montero firmaba ejemplares. Nunca había sido Juan sin Credo coleccionista de estos fetiches pero como todo en la vida alguna vez tiene que ser la primera. Dicen que Juan sin Credo confirmó su idea de un Luis García Montero frío y distante con unas antiparras decimonónicas de rompetechos en su jaula de feria acartonada. De todas maneras, todas estas habladurías a Luis le importarán un bledo, pues su libro ya va por la segunda edición en tan sólo dos meses desde su salida a los estantes.

El sillón iconoclasta y la caja de los hilos punzantes

El sillón iconoclasta y la caja de los hilos punzantes

El naci-miento de una encar-nación

Cada vez son más las llamadas que recibimos comunicándonos la posible existencia de documentos relacionados con la obra del ingobernable Juan sin Credo; en  las chapas de Cinzano que se resbalan raudas en el adoquín, émulas de los nuevos líderes ciclistas hispánicos a la conquista de la Grandeur Jeaune de Paris, lejos de los Jose Luís Laguías o Marianos Lejarretas de nuestra última infancia y primera adolescencia, que se tenían que conformar con una chapa doblada de Mahou o el maillot de la montaña, en aquella época rojo como un amanecer, o, del mismo modo, se descubren tales documentos en las aspas veloces de los helicópteros pilotados por Al Vito Espejo de los Conesas, tras una cortina espesa de un cúmulo de nubes, que interrumpen un largo y profundo sueño mantenido eternamente por un como Dios manda y cierra España.

 (Helicóptero sobrevolando la ría de Vigo)

Pero no a todos los textos, que aparecen en tan extrañas circunstancias, podemos colocarles el sello de pertenencia y calidad de nuestro idolatrado pensador filocartesiano. Siempre actuamos con una rigurosa, infalible y precisa meticulosidad científica para averiguar la autenticidad y ortodoxia de la doctrina juansincredista. Más allá de la cuestionada prueba del carbono 14, nosotros empleamos una novedosa tecnología que consiste en aplicar una fórmula magistral (H2O2) para la limpieza y desinfección de todo aquello que incube el germen parasitario del plagio fraudulento.

(Fórmula magistral de nuestro potente desinfectador)

Por este motivo, en esta tan señalada ocasión, encendimos todas las alarmas preventivas ante la posibilidad de encontrarnos con copias ilegales en  el sacro nombre de nuestro prohombre nihilista. Nos parecía muy extraño, muy alejado de su firma y marca; un género menor, un pasatiempo sin tiempo para el teatro. No obstante hasta allí nos acercamos, para comprobar con una certeza exacta la paternidad de unos abultados cartapacios que se intitulaban El sillón iconoclasta y La caja de los hilos punzantes.

(Monasterio en Simat de la Valldigna)

El viaje no fue fácil, existían muchos cambios de ritmo por las distintas vías de tránsito que provocaban diferentes modos de conducir -desde el bufar de la autovía a la segunda en una curva retorcida de más de 180º-, hasta que llegamos a un antiguo monasterio ubicado cerca de Simat de la Valedigna, en donde al parecer había estado recluido durante cierto periodo de tiempo nuestro denostado Juan sin Credo, intentando sanarse de ciertas hemorragias espirituales provocadas por las lecturas heréticas del quietista Miguel de Molinos y sus demás discípulos iconoclastas.

Parece ser que de dicha enfermedad nunca curó pero lo que sí ocurrió en esos días o quizá meses o tal vez, incluso, años -alejado del bullicio y el estrépito de las butacas- fue el nacimiento de otro tipo de crítica, menor, aunque también valiosísima para tomar el pulso al estado de la Cultura en esos siglos turbulentos. Debido a unas reformas que sufrió dicho monasterio para convertirlo en casa de recreo y ocio vacacional, aparecieron -tras un falso muro, en un armario empotrado que estaba ubicado en el extremo izquierda de ese monasterio, justo encima de los pies del altar de la antigua capilla- tales cartapacios de los que a continuación y paulatinamente iremos desgranando su excelso contenido.

(Caja de los hilos punzantes)