Blogia
Juan sin Credo

Un billete gratuito para un viaje mental (y II)

Un billete gratuito para un viaje mental (y II)

 

Después de haber intentado mostrar las características generales del lirismo en Espacio, continuaremos con un análisis más pormenorizado de la estructura y del contenido simbólico de dicho texto. Para ello hemos empleado el ya clásico libro de Teresa Font, Espacio: autobiografía lírica de Juan Ramón Jiménez. Madrid. Ínsula. 1972, que nos ha servido como guía en la resolución de algunas referencias desconocidas de la vida personal de Juan Ramón.

Dicho estudio nos ha confirmado el alto grado de experiencia como argumento temático que se refleja en en el poema en prosa. Por lo tanto la estructura de nuestro trabajo se ha construido sobre tres puntos clave: la temática, la simbología y las referencias culturalistas, geográficas y personalistas.

Como bien se conoce, Espacio está formado por tres partes, denominadas estrofas por el autor. La primera y la tercera son bastante extensas mientras que la segunda es un intermezzo, una relajación de la densidad conceptual y emotiva. Juan Ramón la titula Fragmentos y subtitula a las impares como Sucesión y a la segunda como Cantada, estructura hermanada con la composición musical.

Hecha esta aclaración de cómo esta compuesto el texto, hemos observado en el primer fragmento las siguientes características sobre los tres pilares básicos en los que se sustenta nuestro estudio. Dentro de la temática aparecen los motivos de la sustancia, el amor, la fugacidad, la inmensidad y la eternidad como Unidad de unidades. En la Simbología nos encontramos con el sol, el mar, las flores, los árboles (el chopo, los robles, el pino, el tocón), símbolos referentes a la naturaleza, aunque también nos encontramos los relacionados a la música y la palabra, la mujer y el niño, el cementerio o el perro como representante importante de la vida animal, después de la principal figura del pájaro. Por último, las referencias culturalistas que se citan en el primer fragmento son las que se dedican a Schubert, Yeats, Villón y Eloísa y Abelardo.

Hemos señalado la simplificación conceptual del segundo fragmento en relación con los otros dos. Por lo que se verán reducidos los motivos que forman la temática como la simbología, así como las referencias . Con respecto a la primera encontramos, únicamente, desarrollado el motivo del amor. Mientras que para la simbología  aparece como predominante el sol, aunque también está el pájaro -esta vez encarnado en el gorrión- la mujer, la infancia, los animales y los árboles. Finalmente en la parte dedicada a las referencias abundan las geográficas como Nueva York, Sevilla, Madrid, también aparece una culturalista cuando se cita a Murillo.

En el tercer fragmento se incrementa de nuevo la densidad conceptual. En la temática será el destino, la unidad, el amor y la conciencia los motivos principalesPara la simbología aparecen como características principales el mar, las olas, el otro yo, las ciudades mestizas del sur -motivo que le permite a Juan Ramón citar a las razas-, la mujer, el otoño, el sueño y el cangrejo –este último relacionado con la oquedad-. Sin embargo en este texto la verdadera profusión de motivos se dan en la referencias que son de tres los tipos culturalistas, geográficas y personalistas.

Para los primeros existen los bíblicos como Adán y Eva, Cristo y Barrabás y San Pablo, también religioso se encuentra la figura de Buda. El grupo de los artistas o intelectuales es muy numeroso como Longino, Carlyle, Keats, Anacreonte, George Sand, Goethe, Schiller, Curie, Maurice, Gauguin, Baudelaire, Poe, así como personajes literarios de la obra de Shakespeare como Desdémona y Otelo. De las geográficas se citan Florida, Sitjes, Miami, Coral Gables, Moguer, el Mediterráneo y el Atlántico. Para concluir las referencias personalistas son Rusiñol, Utrillo, Paquita Pechere, Achucarro, Marañon y don Cándido.

Tras esta apretada enumeración de datos se ha pretendido sintetizar el complejo universo textual que teje el hilo lírico de Juan Ramón. Este entramado numeroso de motivos gravitan en torno a un núcleo emocional permanente: el amor. Un amor que tiene ribetes panteístas reflejados en algunas instancias de la naturaleza –como el mar, los árboles o los pájaros-, pero que también se encuentra definido en la mujer universal o en el inocente paraíso infantil de los niños.

Este amor universal y eterno sugerido por Juan Ramón plantea el acceso a la unidad que brota en la conciencia permitiendo una asunción de la divinidad en el individuo. Esta creencia surge de un sincero deseo de eternidad, inexorable en el propio Destino mortal del hombre. Un deseo que se convierte en angustia diluida una vez quebradas las instancias cartesianas en un murmullo incontestable de irracionalidad intrínseca dirigido hacia un panorama vertiginoso de múltiples símbolos y referencias.

Finalizando nuestro trabajo, podemos decir, que el texto de Juan Ramón plantea un viaje desde la naturaleza exterior del mundo hacia la interior del individuo, en una sucesión ininterrumpida de sensorialidad, confidencia y sinceridad. El poeta ansía transmitir su grito de desamparo que a intervalos se sucede en el tránsito fugaz de la vida, paréntesis breve de nuestra verdadera eternidad. Juan Ramón se refugia en la unidad de su conciencia, creada a partir de su amor a lo absoluto.

Juan Ramón exige al lector un elevado grado de intensidad elitista para ofrecerle la posibilidad de trascender a la realidad y así dejarse conducir por un espacio donde la belleza se convierte en el aroma de un ritmo que despierta la sensibilidad. El viaje o la evasión planteada por Juan Ramón nos deparan una necesidad de continuidad, de esperanza, de un camino hacia la esencia propia de la identidad humana; el amor como billete en la unidad de conciencia con destino a la eternidad.

0 comentarios