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Juan sin Credo

El sillón iconoclasta y la caja de los hilos punzantes

El sillón iconoclasta y la caja de los hilos punzantes

El naci-miento de una encar-nación

Cada vez son más las llamadas que recibimos comunicándonos la posible existencia de documentos relacionados con la obra del ingobernable Juan sin Credo; en  las chapas de Cinzano que se resbalan raudas en el adoquín, émulas de los nuevos líderes ciclistas hispánicos a la conquista de la Grandeur Jeaune de Paris, lejos de los Jose Luís Laguías o Marianos Lejarretas de nuestra última infancia y primera adolescencia, que se tenían que conformar con una chapa doblada de Mahou o el maillot de la montaña, en aquella época rojo como un amanecer, o, del mismo modo, se descubren tales documentos en las aspas veloces de los helicópteros pilotados por Al Vito Espejo de los Conesas, tras una cortina espesa de un cúmulo de nubes, que interrumpen un largo y profundo sueño mantenido eternamente por un como Dios manda y cierra España.

 (Helicóptero sobrevolando la ría de Vigo)

Pero no a todos los textos, que aparecen en tan extrañas circunstancias, podemos colocarles el sello de pertenencia y calidad de nuestro idolatrado pensador filocartesiano. Siempre actuamos con una rigurosa, infalible y precisa meticulosidad científica para averiguar la autenticidad y ortodoxia de la doctrina juansincredista. Más allá de la cuestionada prueba del carbono 14, nosotros empleamos una novedosa tecnología que consiste en aplicar una fórmula magistral (H2O2) para la limpieza y desinfección de todo aquello que incube el germen parasitario del plagio fraudulento.

(Fórmula magistral de nuestro potente desinfectador)

Por este motivo, en esta tan señalada ocasión, encendimos todas las alarmas preventivas ante la posibilidad de encontrarnos con copias ilegales en  el sacro nombre de nuestro prohombre nihilista. Nos parecía muy extraño, muy alejado de su firma y marca; un género menor, un pasatiempo sin tiempo para el teatro. No obstante hasta allí nos acercamos, para comprobar con una certeza exacta la paternidad de unos abultados cartapacios que se intitulaban El sillón iconoclasta y La caja de los hilos punzantes.

(Monasterio en Simat de la Valldigna)

El viaje no fue fácil, existían muchos cambios de ritmo por las distintas vías de tránsito que provocaban diferentes modos de conducir -desde el bufar de la autovía a la segunda en una curva retorcida de más de 180º-, hasta que llegamos a un antiguo monasterio ubicado cerca de Simat de la Valedigna, en donde al parecer había estado recluido durante cierto periodo de tiempo nuestro denostado Juan sin Credo, intentando sanarse de ciertas hemorragias espirituales provocadas por las lecturas heréticas del quietista Miguel de Molinos y sus demás discípulos iconoclastas.

Parece ser que de dicha enfermedad nunca curó pero lo que sí ocurrió en esos días o quizá meses o tal vez, incluso, años -alejado del bullicio y el estrépito de las butacas- fue el nacimiento de otro tipo de crítica, menor, aunque también valiosísima para tomar el pulso al estado de la Cultura en esos siglos turbulentos. Debido a unas reformas que sufrió dicho monasterio para convertirlo en casa de recreo y ocio vacacional, aparecieron -tras un falso muro, en un armario empotrado que estaba ubicado en el extremo izquierda de ese monasterio, justo encima de los pies del altar de la antigua capilla- tales cartapacios de los que a continuación y paulatinamente iremos desgranando su excelso contenido.

(Caja de los hilos punzantes)

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FE DE ERRORES: Cartapacios por carpatacios