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Juan sin Credo

Enigma

Enigma

 

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Antoni Casas Ros, Enigma, traducida del francés por Javier Albiñana, publicada en la Biblioteca Formentor, perteneciente al sello Seix Barral, dependiente de la División Editorial del Grupo Planeta, en marzo del 2010.

 

Parece que la narración está en boca de una polifonía de voces que la dotan de un ritmo vertiginoso pero manejan el mismo registro lingüístico por lo que no tiene variación en el tono. Se utiliza la primera persona y cada una de las intervenciones de los cuatro narradores comienza con su nombre a la cabecera.

 

Parece que el tiempo histórico o tiempo externo se centra en la actualidad, aunque no se precisen fechas concretas. Sin embargo, el empleo de elementos tecnológicos como el I-Pod o el correo electrónico y la aparición en la novela de autores como Enrique Vila-Matas o que se cite al autor Roberto Bolaño como ya fallecido (recuérdese que su muerte data del 2003) permiten anclar la novela en el espectro temporal del ahora.

 

Parece que el tiempo interno o tiempo de la narración transcurre durante un verano y parte del otoño e incluso el invierno. Los hechos ocurren desde que acaban las clases en la universidad y, posteriormente, se mostrará en la novela un dato de la investigación policial acerca de la manipulación de los fatídicos finales, diciendo que tal investigación duró meses.

 

Parece que el espacio principal se ubica en la ciudad de Barcelona; así se sucederán la playa de la Barceloneta, la Plaça del Poeta Boscá o el Carrer de la Atlantida como escenarios principales. Espacios interiores son el apartamento de algunos de los protagonistas, la librería y el Ónix, lugar dedicado al sacrificio. Como espacios secundarios se puede señalar el Palacio de las Letras, donde se encuentra la Asociación de Escritores Catalanes.

 

Los personajes principales son Joaquím, un profesor de la Facultad de Letras, con una fuerte atrofia en una de sus piernas que sufre un fuerte complejo para escribir. Zoe una joven atractiva, alumna de Joaquím, que pretende dedicarse a la escritura. Naoki, una bella japonesa afincada en Barcelona, obsesiva y monomaniaca, con un asesinato a sus espaldas y Ricardo, un poeta en expansión que arrastra un extraño comportamiento al lado de su mentor literario Chucho. Dentro de los personajes secundarios aparecen el Ángel misterioso del Ónix, una muchacha pelirroja pseudoadolescente con dotes de vidente, el impresor Gustavo, la secretaria Lucía y el propio Vila-Matas.

 

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha causado una profunda admiración al observar ese juego pirandelliano de unos personajes en manos de un destino que ellos no pueden controlar.

 

Dicen que también le ha cautivado ese guiño del autor a la metaficción, al incluir en el texto personajes de la realidad y el procedimiento cervantino de mostrarse a sí mismo en la novela, en boca de Vila-Matas, (pg 139-141), así como, también, su obra anterior El teorema de Almodóvar (pg 89) pero que el empleo de los nombres de los personajes en la cabecera de cada párrafo le ha resultado trivial para el elevado grado de culturalismo manejado por Antoni Casas Ros.

(El autor)

La previa muerte del lugarteniente Aloof

La previa muerte del lugarteniente Aloof

 

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela del escritor Álvaro Pombo, La previa muerte del lugarteniente Aloof, publicada por la Editorial Anagrama en noviembre de 2009.

Parece que existen dos voces narrativas que se entrecruzan, las dos en primera persona; una perteneciente a un jubilado profesor universitario de narratologia y otra que es la del lugarteniente, en cursiva. Sólo al final de la novela se puede vislumbrar cómo esta última se encuentra manipulada por el rango jerárquico a la que está sometida desde un nivel superior de conciencia del personaje del profesor.

Parece que el tiempo externo o contexto histórico en el primer nivel narrativo -el del profesor- es la actualidad. Dato que podemos extraer gracias a las numerosas citas de autoridad de escritores o críticos contemporáneos como Ángel González, Pérez Reverte, Carlos Mainer, Darío Villanueva. Mientras que el tiempo externo del segundo nivel de la narración -el perteneciente al lugarteniente Aloof- se puede relacionar con la guerra civil española, bien la del siglo XX o de alguna del XIX -dado que el manuscrito del lugarteniente apareció dentro de un libro dedicado a las costumbres zaragozanas fechado en 1859- aunque se respira tal aire de incertidumbre en la lectura que hace plantearse la posibilidad de enmarcar el relato del lugarteniente dentro de un tiempo alegórico.

Parece que el tiempo interno o tiempo de la narración en el primer nivel es de algunos meses, desde que el profesor compra los cartapacios en donde aparecerá el manuscrito hasta que culmina su lectura. Más concretamente desde el mes de diciembre hasta finales de febrero. Sin embargo, el tiempo de la narración del segundo nivel apenas dura diez días del mes de diciembre y se puede rastrear fácilmente pues son varias las veces que así se reflejan en el relato de los hechos narrados por el lugarteniente.

Parece que el espacio principal del primer nivel se ubica en Madrid, en la cuesta Moyano, en la calle Juan de Austria, en el parque del Oeste. Con el segundo nivel de la narración el espacio consta de una geografía imaginaria. Los topónimos son inventados entre los que destacan La Paramera de Polenta, El Puerto del Estajadizo, los pueblos de Aqualenta y san Juan del Alzado, el Regatón del Cuclillo y el pantano de Laboira, todos ellos lugares de la provincia de Mascampanas.

Parece que los personajes principales son el profesor y el lugarteniente. Dentro del primer nivel aparece el personaje de Isabel, una mujer mayor, ya viuda, que había sido la propietaria de los papeles que cayeron en manos del narratólogo y esposa de Juan, el principal sospechoso de ser el autor del manuscrito. En el segundo nivel los personajes más importantes son el ingles John Redkins, alter ego del protagonista Aloof y el cagón sedicioso, antagonista del lugarteniente, Santos Alipio Saavedra. Otros personajes menos relevantes son el capitán y el sargento de voz atiplada o el librero de Moyano.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha resultado satisfactoria. La prosa de Álvaro Pombo le ha parecido exquisita y la historia, con sus altas dosis de metanarración, le ha causado una buena impresión porque es capaz de alcanzar un cierto grado de originalidad. Además, a diferencia de otras lecturas del mismo autor, está le ha convencido por su breve extensión, puesto que el grado de dificultad y tensión en la prosa de Pombo causa un desfallecimiento en el curso de su lectura que anima, las más de las veces, al abandono repentino de la obra en el confín de las estanterías.

(El autor)

El Procurador de Judea

El Procurador de Judea

 

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído el libro que inaugura el catálogo de la zaragozana Editorial Contraseña, compuesto en caracteres New Baskerbille e impreso en papel registro de 125 gramos para el interior y una cartulina Chromomat de 250 gramos para la cubierta, que fue llevado a imprimir en marzo de 2010, El procurador de Judea, del Nobel francés en 1921, Anatole-Françoid Thibault, más conocido con el sobrenombre de Anatole France.

Parece que el narrador está en tercera persona y obedece a las convenciones clásicas de la narratología, pudiéndose clasificar en la categoría más pulcra de narrador omnisciente.

Parece que el contexto histórico o tiempo externo se sitúa en el primer siglo de la era cristiana, pues la aparición de personajes de la talla de Poncio Pilatos, así como la cita de los emperadores Cayo, Tiberio y Vitelio, permiten ofrecer una cronología precisa.

Parece que el tiempo interno o tiempo de la narración dura apenás dos días, desde que Aelio reconoce a Poncio en su litera hasta la noche del día siguiente, donde se produce la cena y posterior tertulia.

Parece que el espacio se ubica en los Campos Flégreos, cerca del cabo Miseno, en el Mar Tirreno, lugar en el que los personajes están pasando una temporada para aliviar las dolencias propias de su edad, gracias a las propiedades curativas del agua que emana de la zona volcánica. Como espacio secundario aparece la casa de Poncio Pilatos.

Parece que el protagonista es Poncio Pilato y su antagonista, que le sirve de contrapunto, es el patricio L. Aelio Lamia, sin embargo, tambien se nombran a Lépida, la adultera mujer de Publio Quirino, y a los emperadores Cayo, Tiberio y Vitelio.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura del relato le ha significado un mayor acercamiento y comprensión del caso Dreyfus, del que Anatole fue un gran defensor, después de la repentina muerte de Zola, aunque de poco sirvió para frenar la gran ola de antisemitismo que azotó Europa, culminando en la cresta con los campos de exterminio nazis.

Dicen que a Juan sin Credo la propuesta editorial de Contraseña de rescatar los textos clásicos de autores contemporáneos, -como el relato que nos ocupa, publicado por primera vez en Le Temps en 25 de diciembre de 1891, con una cuidada presentación que contiene un prólogo de Ignacio Martínez de Pisón, un Posfacio de Leonardo Sciacia, sacado de la edición italiana de Sellecio con fecha de 1980 y la reproducción de las ilustraciones de la mano de Eugene Grasset, que formaron parte del Estuche de nácar, de 1902, en donde estuvo incluido El procurador- le parece una apuesta importante por el buen gusto estético frente a los barbarismos de las grandes editoriales que inflan de gas tóxico su catálogo con libros que no merecen la pena ni siquiera perder un minuto en su lectura.

(El autor)

El cojo y el loco

El cojo y el loco

 

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela del escritor limeño Jaime Bayly, El cojo y el loco, publicada por el Grupo Santillana en febrero de 2010, bajo uno de sus sellos editoriales, en esta ocasión Alfaguara.

Parece que el narrador está en tercera persona y alterna los sucesos de los dos personajes principales mediante grandes parágrafos.

Parece que el contexto histórico se sitúa en la época actual, aunque sólo se señala un dato que permita fecharlo y con bastante ambigüedad; el que se refiere a la dictadura militar de un general cojo y bruto, y que puede relacionarse con el gobierno de Juan Velasco Alvarado, impuesto tras un golpe de estado en 1968.

Parece que el tiempo interno o tiempo de la narración transcurre desde el nacimiento de esos dos desechos de las clases elevadas limeñas hasta su temprana muerte, con poco más de veinte años de edad.

Parece que el espacio se ubica en la capital del Perú, en los barrios de la alta sociedad; la Avenida Pardo de Miraflores, Villa María o san Isidro, pero, también, zonas rurales como la estancia de Huaral o la choza de Huancayo.

Parece que los protagonistas son, indiscutiblemente, el cojo Bobby y el loco Pancho, dos elementos carentes de la menor muestra de afecto por parte de sus padres que crecen desapegados, transformándose, sobre todo el primero, en auténticos parásitos de sistema, sin ningún tipo de conciencia ética.

Parece que por parte del cojo los personajes que con él se relacionan son su único amigo Mario, que morirá de un disparo propiciado por el mismo Bobby, al terminar saliendo con su pretendida Dorita, que huye de la violencia del cojo pero que finalmente terminara siendo poseída por su brutalidad; otros personajes menos relevantes son los padres de Bobby, los principales culpables de la conducta psicópata de su hijo al despreciarle desde pequeño por su tara física, Carolina Brannif, Marita o Jaime el mayordomo.

Parece que por parte del loco los personajes que con él se relacionan son su mujer la gringa Lucy Hudson Braun, sus tres cachorritos, Panchito, Elísabeth y Soledad, los padres del Pancho, el libidinoso don Ismael y su mujer doña Catalina, los amigos marihuaneros el pintor Javicho y el músico Pedrito y los holandeses que aparecen en la choza de Huancayo; otros personajes secundarios, son los padres de Lucy y sus hermanas, las mujeres del servicio doméstico, como Juana, que será la que haga perder la virginidad al pichangudo de Pancho, o el Comisario, que se cobrará un favor sexual con Lucy por mostrarle el camino a la choza.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de la novela le ha decepcionado, porque si bien en un primer momento la narración promete con la presentación distributiva de esas dos vidas degeneradas pensando que en algún instante se tienen que unir, no es más que un puro espejismo pues dichas vidas sólo se vincularán en un instante fugaz.

Dicen que a Juan sin Credo el final de la novela le ha parecido fallido, el desenlace es abrupto, no se culmina bien la estructura de la arquitectura narrativa emprendida por el autor. En definitiva, no está bien construida.

Dicen que Juan sin Credo ha llegado a pensar que al Grupo Santillana le ha tocado la crisis de lleno y ha despedido a todos los correctores de estilo pensando nada más que en ampliar su catálogo anual, pese a quien pese, incluso a los buenos lectores.

(Jaime Bayly)

El fenómeno ProtAgonizo

El fenómeno ProtAgonizo

 

Hubo una vez un momento, hablando de cerca con amigos, -me acuerdo, por ejemplo, aquella conversación que mantuve un día de vuelta a casa con Luz Sonora de la Partitura en la puerta de la Biblioteca Pública de Retiro- que me preguntaban si había tenido la ocasión de repetir la lectura de algún libro en determinados momentos de mi vida.

No suelo contemplar esa costumbre, bien es verdad, me gusta fagocitar novedades como si un protozoo emitiera un océano de pseudópodos. Pero lo cierto es que han sido varias las ocasiones en las que he vuelto a releer con interés esas páginas fascinantes sacadas de un clásico que me ayudaron a reflexionar sobre alguna situación en concreto o bien me sirvieron para sonreír acerca de ese sinfín de hechos narrados.

(Macrófago fagocitando)

Sin embargo, no sólo he repetido obras narrativas, las menos quizás, sino que he vuelto a leer y releer poemas inquietantes, emotivos, y, por supuesto, he vuelto a leer o asistir a la representación de una puesta en escena, como aquel cinéfilo que ve y no se cansa de ver más de mil veces la misma película de la que está profundamente enamorado.

De ese misma manera, me ocurre, como aquél que fotograma a fotograma disecciona cada una de las secuencias de su cinta favorita en busca de un nuevo escorzo de imagen, con el montaje de ProtAgonizo. Cada nueva ocasión, cada nueva lectura, descubro una distinta faceta de esa emperatriz de los escenarios llamada Ester Bellver.

(Ester frente al espejo)

Así fue, entonces, como me encaminé el domingo 6 de junio cuesta abajo calle Zurita, en pos de la Sala Triángulo, con la sabia intención de colocar otra pieza del puzle artístico sobre el recorrido vital de la fiera escénica en la que se transforma la experimentada actriz. A la puerta expectación, mientras que en la taquilla una atractiva mujer repartía una chapita de dos rombos para marcarnos el rumbo junto a un original marcapáginas igual que la cabecera de la ventana virtual de ProtAgonizo.

No conocía la Sala Triángulo, a pesar de las miles de veces que habré caminado mi bohemia por las cuestas de Lavapiés, y me llamó la atención su confortabilidad, su sosiego, su diseño cuidado y limpio. Se abrió la puerta del escenario y prisas por pasar ya que no estaban numeradas las entradas. Las gradas en altillo, como las de cualquier otra de las salas alternativas de la capital y el escenario a ras de suelo. No me senté todo lo mejor que hubiera querido, algo escorado a la izquierda del espectador, pero sí estuve cómodo.

(Sala Triángulo)

Completa oscuridad. Se enciende la luz con sorprendente sorpresa para recatados y amorales que chorrean su lascivia. A mí poco me importa y, aunque no lo parezca, esta vez me fijé más en los elementos de la utilería y me di cuenta de que Ester no está todo lo desnuda que parece.

Comienza los números: el de los números, el de la actriz medieval que repite y repite la frase, el de la tenista, el de la porra en la cabeza, el del día libre. La risa mana de la garganta. Pero también se desmenuzan los recuerdos de una época que ya se fue, un tiempo que nunca más volverá, de un amor desdichado que ya forma parte de nuestra memoria y que se desvanece como una nube de humo azotada por un mal viento. La amargura tiñe en negro los corazones.

(Claqué, claqué, claqué...)

Se suceden los acontecimientos ofreciéndose al espectador a la manera de un calidoscopio por parecer pequeños fragmentos dotados del color con el que Ester los sabe pintar. Así se muestran todos los sucesos de la infancia y la castrante educación recibida por las pérfidas monjitas.

También existe el tiempo de la poesía y de la música. Es conmovedor cuando narra el final del trabajo escénico y la recogida de la tramoya por los técnicos, con el símbolo del clavo erguido. En esta nueva oportunidad de ver a Ester tuve ocasión de fijarme mejor en su repertorio lírico que tiene su origen en los inicios de su carrera como actriz de revista.

(¿Los espejos devuelven la imagen?)

En definitiva una impresionante actuación que finaliza dejando una brisa de satisfacción en el espectador y un desasosiego permanente que hace brotar una necesidad intensa para querer volver de nuevo a ver ProtAgonizo y rescatar las múltiples proyecciones de la realidad que Ester Bellver plantea sobre el escenario.

Dicen que Juan sin Credo salió feliz cuesta arriba calle Zurita, camino del Suburbano, tras repetir ProtAgonizo. Dicen que al día siguiente leyó la entrada de la ventana virtual en el que tiene Ester volcado su trabajo y vio que estaba desanimada porque seis espectadores habían abandonado a medias el espectáculo. Dicen que Juan sin Credo ya le mostró su opinión y que no le importa volverla a escribir. Dicen que Juan sin Credo piensa que, exceptuando un indisposición, uno no puede abandonar el teatro dando un portazo porque faltas el respeto a los actores y a los demás espectadores, máxime cuando estás en una sala pequeña y tienes que pasar por delante del actor para salir. Dicen que para Juan sin Credo el público que asiste a una Sala Alternativa no es un cliente que siempre tiene la razón, pues si éste no tiene criterio no puede tener razón. No obstante dicen que a Juan sin Credo no le pareció mal el remedio propuesto por Ester de insertar en la función un intermedio y aquellos que se quieran marchar tienen ahí  su momento.

(Espero no sea el último baile que me dedica señorita)

La humillación

La humillación

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Philip Roth,  La humillación, publicada para España por la editorial Random House Mondadori en febrero de 2010.

Parece que el narrador está en tercera persona, un narrador que permite dialogar a sus personajes con facilidad, motivo por el cual predomina el estilo directo.

Parece que el contexto histórico se sitúa en la actualidad, aunque los referentes cronológicos que se muestran en el texto permite fechar la acción de la novela en la década de los noventa del pasado siglo.

Parece que el tiempo interno o de la narración abarca casi dos años, desde que el protagonista fracasa estrepitosamente tras la puesta en escena de Macbeth y Próspero, pasando por sus nueve meses de internamiento en el hospital psiquiátrico, más los trece de su relación con Pegeen.

Parece que el espacio principal se ubica en el condado de Washington, en Greenwich Village, lugar donde se encuentra la casa del actor frustrado, pero también aparecen espacios secundarios como el Hospital de Hammerton, Nueva York o Prescott

Parece que el personaje principal es, sin ningún género de dudas, Simón Axler que a la edad de sesenta y tantos años ha llegado al limite de su carrera de actor de éxito. Personajes secundarios son la hija lesbiana de sus amigos los Stapleford, con veintitantos años menos que él y una vida emocionalmente desordenada, Peggen, o la enferma mental con la que convivió en el psiquiátrico Sybil van Buyen y otros como su representante Jerry Oppenheim o la amante despechada de Peggen, la decana Loussie Renner.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de la novela de Philip Roth le ha resultado una recreación de un serial radiofónico sin ningún tipo de valor literario; en donde el prolífico escritor, con más de treinta novelas en su haber, maneja muy bien los recursos melodramáticos, (accidentes de circulación de los seres queridos, hijos drogadictos o hijas lesbianas, abusos sexuales a menores, ménage à trois, suicidios, etc) para despertar en el gran público la fibra neorrománica de pastelería industrial que dispara el colesterol del lector hasta conseguir unos altos índices próximos al colapso arterial. Esta bollería rellena de letras convierte a la literatura en un género decadente de consumo a la venta en las Grandes Superficies, como en los supermercados Lidl o, nuestro más castizo, Hiper-Usera.

(El pastelero)

El caso Kurílov

El caso Kurílov

La resaña con seña


Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela reeditada por ediciones Salamandra, en marzo de 2010, cuya primera edición data de 1933, El caso Kurílov, de la autora Irène Némirovsky, de origen ucraniano y fallecida en el campo de extermino de Auschwitz, cuya publicación en el 2004 de su novela Suite francesa resultó ser un fenómeno editorial y cultural sin precedentes.


Parece que el narrador está en primera persona, aunque en el comienzo de la novela se encuentra en tercera para, posteriormente, emplear el recurso ficcional del manuscrito encontrado.


Parece que el contexto histórico se sitúa en 1903, en la Rusia zarista, el otoño anterior al desencadenamiento de la guerra ruso-japonesa.


Parece que el tiempo interno o de la narración abarca ese verano de 1903, mientras el protagonista comparte los momentos anteriores al asesinato de su víctima, aunque también se retrocederá hasta su orígenes, quizá para justificar su actos, a modo de novela naturalista en donde el medio determina tanto las características psicológicas del personaje.


Parece que el espacio principal se ubica en la Venecia del Norte, sobrenombre con la que se conoce a la ciudad de San Petersburgo, donde se encuentra la residencia de verano de los Kurilov. Como espacios secundarios se citan las ciudades de Niza, Ginebra, Lausana o Kiev.


Parece que el protagonista de la novela es León M o Manuel Lengrand, que en el final de su vida analiza los momentos que compartió con el Ministro de Instrucción Pública, Valerian Alexandrovich Kurîlov, alias Cachalote, en un periodo de efervescencia revolucionaria de gran violencia que culminará con la llegada al poder de los bolcheviques en octubre de 1917. Otros personajes secundarios son la amante francesa del ministro durante muchos años de su vida, la antigua cantante Margot, los hijos del primero, Iván e Irene, el príncipe de Malrode, amigo íntimo de Cachalote, que también morirá asesinado en un atentado, el ambicioso Dahl, el cual, momentáneamente, hasta la masacre de los estudiantes, ocupará el puesto de Kurílov, caído en desgracia a ojos de la zarina, y, por supuesto, los Zares Nicolás II y su esposa Alexandra Feodorovna. Por último se puede citar a un personaje siniestro, escasamente desarrollado, que será aquella que, finalmente, lanza la bomba sobre Kurílov, llamada Fanny.


Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha resultado entretenida pero con un fuerte olor a naftalina al observar unos patrones narrativos caducos propios de la literatura decimonónica, previos a la introducción de las diferentes innovaciones en el campo de la novela, debidas en su mayor parte a la influencia de las técnicas cinematográficas, como pueden ser, por ejemplo, la multiplicidad de planos o registros, el fluir de conciencia u otras similares.



(La autora)

La contadora de películas

La contadora de películas

 

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la penúltima novela del recientemente galardonado Premio Alfaguara de Novela, Hernán Rivera Letelier, titulada La contadora de películas, publicada por el mismo sello, perteneciente al Grupo editor Santillana, en noviembre del 2009.

Parece ser que el narrador está en primera persona y si, primeramente, la voz es un torrente de chispa prendida de excelente sentido del humor, ésta acabará convirtiéndose en un acibarado cáliz rebosante de amargura.

Parece ser que el contexto histórico o tiempo externo sitúa la acción narrativa en los años dorados de la cinematografía americana, antes de la irrupción masiva de los televisores en los hogares, a mediados de la década de los 50 del pasado siglo.

Parece ser que el tiempo interno o tiempo de la narración abarca unos siete años. Desde que la protagonista comienza a desarrollar su don, tan solo con once años, hasta el momento en el que se hubiera podido reencontrar con su madre, cuando ya tiene dieciocho, aunque todo el cuerpo narrativo es una visión retrospectiva que se cuenta desde el presente, ya con la protagonista adulta.

Parece ser que el espacio vuelve a ubicarse en las fantasmagóricas Oficinas salitreras del desierto de Atacama, con esas calles azotadas por el caluroso aire viciado que hacen respirar miseria y marginalidad. Como espacios secundarios aparecen la casa de la protagonista, la pulquería y, evidentemente, el cine.

Parece ser que el personaje principal es la contadora de películas, Margarita María, alias la Hada Delcine, fabulosa narradora oral que pierde todo su encanto con la llegada de la televisión al Campamento y, finalmente, sobrevive vendiendo su cuerpo al administrador, treinta y siete años mayor que ella. Otro personajes son su padre paralítico, sus cuatro hermanos, su madre, el administrador, y Nolasco el pederasta prestamista.

Dicen que a Juan sin Credo esta brevísima narración no le ha encandilado tanto como la del Fantasista pero advierte las logradas dotes narrativas del autor y esa permanencia de una atmósfera irreal sobre un territorio marcado por la violencia sorda en una lucha desesperada para la supervivencia.

(El narrador de la contadora)