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Juan sin Credo

Senabre abrasa con sus sobradas y II

Senabre abrasa con sus sobradas y II

 

De la generación del 14 se pasará a los novelistas de postguerra, siendo seleccionados Carmen Laforet y Camilo José Cela. De la primera, se señala el aldabonazo que supone su novela Nada a la narrativa contemporánea debido a su valor sociológico e histórico. El primer premio Nadal, fechado a 6 de enero de 1945, tendrá doce ediciones durante ese año, gracias a un lanzamiento publicitario eficaz, sin, apenas, competencia. Este enorme éxito comercial -es una novela que sigue editándose casi sesenta y cinco años después de su publicación- también radica en unos rasgos literarios que residen en la muestra, la antimasculinización, pero sobre todo, según Senabre, en que Laforet es una novelista que sabe contar.

(La autobiografiada sonriente)

Para con Cela nuestro ilustrísimo se jacta de su atrevimiento por haber realizado unas críticas punzantes de sus últimas novelas, aún habiendo recibido ya el Premio Nobel, donde denunciaba la carencia de calidad literaria. -¡ Pues cojonudo !- como hubiera dicho el maestro.

Como siempre, como toda la vida se habló de La familia de Pascual Duarte y La colmena. Sin embargo, me sorprendió gratamente descubrir Los apuntes carpetovetónicos, de los que algo había ya oído hablar pero nunca con tanta precisión y conocimiento. Esta obra está compuesta de breves narraciones, escenas agridulces, donde impera la caricatura y el aguafuerte, así como el predominio de un sarcasmo certero y audaz.

(El deseado según sus royalties)

A falta de las dos últimas sesiones, los más optimistas estábamos perdiendo la esperanza acerca de que se tratase el atractivo tema de la novela de rabiosa actualidad, pero en un alarde de síntesis y poda salvaje llegamos a regañadientes al último tramo del curso, donde por fin Ricardo Senabre nos dio su visión personal sobre los nombres más importantes del panorama narrativo de la última década, no si antes habernos dado unas pequeñas pinceladas de Ignacio Aldecoa, Luis Martín Santos, Juan Goytisolo o Sánchez Ferlosio.

(La narrativa puede ser divertida)

Del vitoriano encumbra su lenguaje funcional y rigor conceptual; esa búsqueda del vocablo exacto. Con Martín Santos se vislumbra una exacta radiografía sarcástica de la cultura española, además de observarse una ruptura radical de los moldes novelescos del momento. En Goytisolo se señala el discurso autónomo que enraíza con las formas narrativas orales, fruto de la influencia árabe que hace bordear el discurso cerca de los territorios ajenos a la novela.

(Algunos le llama el extravagante)

En cambio, con Sánchez Ferlosio se dará una exposición más detenida. Se habla de Alfanhui y del Jarama. De la primera se destaca su carácter insólito y la influencia de la obra de su padre, La vida nueva de Pedrito de Andía, Sánchez Mazas para su composición. Para el Jarama nos ofrece el dato de la unanimidad del jurado en la concesión del Nadal, su construcción a base de secuencias, procedimiento eficaz para conseguir la ansiada simultaneidad temporal, y los elementos técnicos y sutilezas constructivas.

(El hazmerreír)

Después del último descanso, a cuento de una pregunta nada inocente de un personaje del público, saltó a la palestra la última novela de Javier Marías, Tu rostro mañana 3. Veneno y sombra y adiós, y con ella la chanza, el choteo, y como diría mi maestro, la úlcera de estómago. El fino estilete de Senabre desgajó todos los solecismos y las falsas concordancias de la novela a golpe de un humor bastante negro. Por último, señaló el nombre de Luciano Egido, Jorge Márquez, Manuel Talens o Gonzalo Hidalgo, que, curiosamente, publican sus obras, principalemente, en la editorial Tusquets, escamoteando autores nóveles que trabajan para Alfaguara como el asturiano Ignacio del Valle o el sevillano Luis Manuel Ruiz.

(El innombrado padre de Arturo Andrade)

Dicen que Juan sin Credo terminó agotado pero satisfecho de aprender un poco más de lo que nada sabe. Dicen que si Juan sin Credo, aún dudándolo, pudiera tener un día toda la sabiduría que atesora el ilustrísimo Ricardo Senabre Sempere, intentaría no tener su petulancia, endiosamiento y mala leche. Dicen que Juan sin Credo anotó escrupulosamente el nombre de los narradores actuales y que, próximamente, leerá la última novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, profesor de Lengua y Literatura en Secundaria, “ El espíritu áspero ”

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