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Juan sin Credo

Kraft refreftca máft

Kraft refreftca máft

 

Despues de la trifulca que se originó por la crítica publicada sobre la puesta en escena de la obra de Lope De cuándo acá nos vino? temíamos que descubrieran nuestras bases intertemporales planetarias y nos las destrozaran, haciendo gala de una venganza visceral e inhumana, propia de las que plantea el Kanun, código arcaico albanés, que recoge el premio Principe de Asturias de las Letras de 2009, Ismail Kadaré, en alguna de sus novelas, como, por ejemplo, Frías flores de marzo o Abril quebrado. Esta fue la sensación que nos produjo, por lo menos, de parte del tal Pedrito, que sólo le faltó poner en su comentario: -cuando os pille por aquí, os partiré la cara-.

Preferimos, entonces, esperar que se calmaran las turbulentas aguas y que mansas volvieran a su cauce y paseábamos por los arrabales, fuera, de momento, de los circuitos culturales al uso, donde se venera el ego de los actores como si de una divinidad aupada por las aureolas catódicas se tratara.

Entre barriadas y escoriales de traperos encontramos un extinguido vertedero de papel de estraza donde observamos un paquete que nos llamó poderosamente la atención. Tal paquete emitía una brillantez fuera de lo normal. Se diría que estuvieran naciéndole unas lenguas de fuego según nos acercábamos a él. Próximo a incendiarse le sofocamos con el barro de los caminos y salvamos un nuevo documento de nuestro sacrosanto cultureta, el inaguantable Juan sin Credo

En dicho texto se nos mostraba una reflexión sobre el espectáculo infantil Kraft, puesto en escena por la compañía valencia de teatro practicable Bambalina, dirigido por Jaume Policarpo, en el Centro Cultural Paco Rabal el día 24 de octubre del 2009. No queriéndole hurtar ni siquiera una tilde a su estela libertaria le cedemos el espacio para disfrute de sus únicos lectores.

Había salido así la tarde, de manera algo espontánea, tras una lectura tempranera de la prensa. Las 19:00 horas, en el último suspiro del horario de verano, era un buen momento para salir de la mano con la bella cría y pasar un rato agradable educándonos en el gusto y hábito del teatro.

Llegamos hasta el barrio de Palomeras Bajas, donde la condesa de Bombay tiene su feudo de fieles aguirristas, con la aquiescencia de Tomás Gomez y un alto número de madrileños que, repetidamente, vuelven a confiar en su sistema de escuchas y en las falsas acusaciones de corrupción que caen sobre algunos miembros de su gobierno.

La sala del Centro Cultural Paco Rabal es bastante coqueta, reciente, sin grandes alardes arquitectónicos. De las trescientas localidades no alcanzábamos la treintena de espectadores. Nunca se sabe la mayor entrega de los artistas si la se hubiera encontrado más llena.

Una larga mesa de madera de ebanista ocupa centro el escenario que tiene una serie de elementos, como un altavoz, cinta de carrocero o una enorme bola negra. Óscar Jareño, Merce Tienda y Vicente Arlandis, vestidos de etiqueta pero sin chaqueta, nos amenizan la velada con su capacidad para crear siluetas con un papel de estraza marrón que se convierte en una figura que canta rap, flamenco y ópera. La mímica emerge con una fuerza esencial dentro del espectáculo. Las persecuciones y los alborotos arrancan las sonrisas y carcajadas tanto de niños como de mayores.

En definitiva, cuarenta minutos de distracción garantizada en donde la dramatización nos transporta a un universo en el que el lenguaje se despoja de sus rasgos del significante para transmitirnos unas emociones humanas repletas de alegría y esperanza.

Dicen que Juan sin Credo y los suyos se acercaron al escenario y cogieron un trozo de papel que se había quedado tirado. Dicen que al salir se estaban repartiendo carteles enrollados de la vigésimocuarta Semana Internacional de Teatro para Niñ@s y que la bella cría cogió dos. Dicen que una vez llegados a casa, la bella cría se puso a jugar con el trozo de papel y los carteles diciendo que él estaba haciendo teatro.

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