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Juan sin Credo

La caja de los hilos punzantes

Ni moza ni cántaro

Ni moza ni cántaro

 

Último viernes de mayo: fiesta del teatro; además, para colmo, un Clásico de los de toda la vida, del monstruoso Lope ni más ni menos. Pasión en directo. Enfebrecido camino hacia la casa del doctor D´ia Trives.

Tarda un rato en llegar, el suficiente para esperarle con una fresca de Mahou en La Mina. Viene y pregunto por Itxi Estúñiga.

¡¡Vaya!!, tuvimos un malentendido. Le digo que subamos hacia Embajadores a ver si podemos colocar la entrada. Allí nos esperan los cofrades Jimena del Mar Mediterráneo y Carso el Neperiano. Además nos veremos con el Padre de las Criaturas, mi querido JMR, que ya está a Vuelta de Tuerca, y el maestro Juan Antonio López Esteve.

Crece la expectación, a la par que me inunda un desasosiego, cuando al doblar la esquina de la calle Dos Hermanas veo un grupo de personas con estruendo de bocinas y una pancarta que anuncia una convocatoria de huelga. Ahora caigo en la cuenta y toman cuerpo los titulares que había etiquetado en El libro de las caras, mi amiga virtual la célebre estudiosa del nuestro teatro clásico Alba Urban.

Jimena y Carso, que llevaban ya esperando un tiempo, nos dicen -¡¡Qué no!! ¡¡Qué no hay obra!!-

¡¡Joder que chasco!! No me resigno y veo llegar a JMR acompañado de mi admirada Maritxu y el divertido Chema de la Peña. Hasta ellos me acerco y les pregunto.

-Parece evidente- dice el avezado JMR

En ese instante se aproxima un miembro del Comité de Huelga para saludar al bueno de Chema. De paso, husmeamos. Habla de un lío de faldas como causa principal del desaguisado. También nos informa del recorte de las dietas a los técnicos en las giras, adelgazando su peculio a la irrisoria cantidad de mil cuatrocientos euros y, por supuesto, del derroche en mantener alquilado un inmueble, perteneciente a José Maya, mientras el Teatro de la Comedia permanece todavía en obras y telarañas, ocho años después de su cierre temporal.

Allí está, es el profesor. Va y viene, entra y sale. Indaga, investiga y averigua. Nada de nada. Hoy 28 de mayo no hay función y Juan sin Credo, entre otros, se queda con un palmo de narices, atribulado. El profesor habla de la falta de la especialidad en la RESAD, donde sólo los alumnos quieren ser actores.

La necesidad de formar a técnicos en la puesta escénica debería ser un requisito indispensable para la buena salud de nuestros clásicos -piensa en voz alta-.

Aún existe otra posibilidad. Volvemos el 12 de Junio. Al menos Itxi tendrá la oportunidad de ver la obra. Entonces marchamos a Leganés, con nuestros amigos del Zoco. Nos recibe con los brazos anchos de la amistad, el ilustre compañero de claustro Alonso Egaleo de Cartagena.

-¿Qué tal Moza?- inquiere nuestro cicerone.

-Ni Moza ni cántaro- asentimos melancólicos.

-Pues bebed unos cántaros de cerveza y olvidaos hasta de las mozas- dice generoso, mientras nos acercamos a la barra en lo que promete ser una noche húmeda de cebada.

Arropados en el calor del público

Arropados en el calor del público

Estábamos jugando con las bolas de nieve cuando de una de ellas se desgajo un trozo de hielo en dónde estaba insertada una minicápsula del tiempo que contenía una documento sobre nuestro idolatrado Juan sin Credo, muestra de su importancia y conocimiento para los lectores de su época. Realizadas nuestras oportunas investigaciones, parece ser que tan ávido lector era un tal Postrergénito López, residente en la Villa de Vallecas y pastor de profesión. Cedemos, pues, el espacio a su pensamiento.

Me apeteció en ese momento de tranquilidad, en parte por el frío reinante que hacía en el exterior, impidiéndome salir a la calle a realizar ciertos recados, ya, también, porque me había quedado un momento solo, (repito ¡¡Solo!!) Momentos, como digo, únicos donde el individuo reaparece con una sonrisa de placer por encontrarse a sí mismo, ordenando su alteridad en relación al caos y la insignificancia de la muchedumbre universal.

Insisto en que en esos momentos, una de las tareas más gratificantes que me quedan por hacer es volver a releer los añosos archivos de uno de mis críticos de la cultura favoritos, el atrevido opinador Juan sin Credo. Sin más dilación ni tiempo que perder, dejo paso a sus palabras, fiel reflejo de una situación verídica en las que se intercalan voces amables de la fantasía que hacen aún más ameno su relato.

(María Pastor es Molly)

…Últimos días de noviembre, el frío se apodera de nuestro confort de gas natural y de emisiones o calentamiento global. Parecemos alimañas encogidas, sin ánima ni cuerpo, que garabateamos el alquitrán en la búsqueda de un nuevo confort, una nueva calefacción que nos permita desentumecer nuestras extremidades agarrotadas de insecto aterido.

Por fin hemos llegado, la Sala Guindalera monta Molly Sweeney de Brian Friel; nosotros sin ningún tipo de equipaje cultural ni referencia alguna, acaso nada más que la invitación del maestro Juan Antonio , nos acomodamos en nuestras butacas decididos a recordar.

Como conoceréis, la Sala Guindalera está dedicada a la innovación en torno al Teatro de Texto y con Brian Friel acierta de lleno. Éste es hermoso, conmovedor, emotivo. La historia de unos perdedores, capitaneados por Molly Sweenny, en la búsqueda de un nuevo significado que les redima y les oriente, cala hondo en los espectadores; enciende la reflexión sobre la idoneidad de emprender cualquier acción que pueda cambiar significativamente nuestra existencia.

(Elenco de la obra)

La puesta en escena es sobria y simbólica, apenas tres sillas, una para cada personaje, arribadas en una pequeña tarima individual, cubierta con una alfombra blanca que finaliza en otra perpendicular que va de derecha a izquierda y poco más. Las técnicas audiovisuales se adecuan con acierto y naturalidad a la acción dramática y es digno de mencionar el último cuadro que con un fondo de foco blanco proyectado sobre la tela oscura sirve como ventana del más allá al que regresa Molly después de habernos narrado su experiencia. Por último, el vestuario se resume en seda contemporánea de discretos tonos neutros que otorga cierto toque de elegancia.

María Pastor le da voz a la palabra sencilla de Molly Sweenny, una joven y sensible irlandesa, ciega desde los diez meses - criada al calor sensato de su padre, puesto que su madre frecuenta durante largos periodos estancias en los frenopáticos- que decide operarse de la vista gracias a la insistencia de su inestable marido Frank, y el prestigioso derrotado doctor Rice. La actriz principal transmite la fuerza y tensión que requiere el drama vital de Molly con el empleo equilibrado de los diversos tonos y registros necesarios para mostrar la melancolía del personaje que ha perdido la seguridad en sí misma –el sentido de su vida- al recobrar parcialmente la vista. También es acertado el cambio de ritmo o punto de inflexión, que empieza a resquebrajar esa imagen serena de Molly, cuando Ana Pastor nos deleita con un paso de baile de ambientación folclórica para sorprender nuestro mutismo, justo la noche antes de la operación que cambiaría la vida sencilla y feliz de Molly Sweenney.

(María bailando, santo y seña de Guindalera)

Frank y el Dr Rice son meros comparsas que arquitectan e inducen la transformación del frágil edificio de Molly hacia la ruina mental. Frank, encarnado por el televisivo Raúl Fernández, es un alocado aventurero sin destino que irrumpe a tierra quemada en los pacienzudos y frescos pastos donde se mece la vida de Molly. Disparatado, efusivo y temperamental, Frank embelesa de emoción, por ser su contrapunto más perfecto, la tranquila existencia invidente de Molly. Mi impresión es que Raúl Fernández no gradúa con exactitud los límites de la verosimilitud de su personaje y lo tiraniza hacia el imperio de la bufonización, que en cierto modo aligera la densidad trágica de la obra, relajando en carcajadas al espectador.

El Dr. Rice encarna la figura del intelectual y científico refugiado en un condado remoto que tiene como especialidad gastronómica el licor del grano del cereal malteado. Al trago de las dosis de ese licor le llegan las voces de la añoranza del torbellino cosmopolita de su pasado, donde se han quedado, fugados en adulterio, los cuerpos de su mujer con uno de sus mejores amigos.

(El doctor Rice con Molly)

Ese fracaso le lleva a cometer el proyecto faraónico de intentar devolverle la vista a Molly Swenny, a pesar de ser consciente del bajo índice de posibilidades de éxito. No se plantea la posibilidad de sumir a la protagonista en la desgracia moral y mental, como al final sucederá, porque sólo busca en el fondo su propia satisfacción. El personaje del Dr. Rice utiliza a la candorosa Molly en aras de su egoísmo para resarcirse del propio fracaso vital en el que está ahogando su vida.

José Maya sabe darle sustento necesario al rol actancial que representa la figura del Dr. Rice para mostrarlo creíble al espectador, con ese tono interesante y pausado que debe ofrecer un profesional de las capas altas: liberal y cínico. Aunque algunas veces se le presienta el lanzamiento de globos de texto a los rincones de su memoria, se le agradece el conseguido dualismo que establece con su antagonista Frank, creando un posicionamiento de simpatías repartido por el público.

(Raúl Fernández)

Para finalizar, concluiré con la puesta en escena -el montaje de la compañía- palabras ígneas que incendian estructuras preconcebidas cuando las pronuncia un crítico, porque se piensa que se pone en tela de juicio todo el valor y el esfuerzo del trabajo de una compañía, cuando resulta que el crítico no es más que un ignorante, al igual que posiblemente el resto de los espectadores que asisten a la obra, que pretende mejorar con su crítica la propia visión que él mismo ha tenido en la recepción del espectáculo teatral.

Brian Fiel nos llega mediante textos narrativos orales, en una sarta dinámica de tres voces complementarias, cuyo vértice se halla en la protagonista, realizada, como habíamos señalado, por María Pastor. Monólogo tras monólogo, sin apenas interacción entre los personajes -salvando un baile conjunto entre el matrimonio y un diálogo referido por la narración de Frank- se le va desgranando al público, con un hilo retrospectivo, ese suceso de la memoria, contado por boca de los mismos protagonistas, articulándose la historia ante el público como las piezas de un puzzle caleidoscópico.

En definitiva, montaje híbrido donde el espectador nota la ausencia y el calor de las réplicas y contrarréplicas que ofrecen el diálogo entre los actores, pasando a ser la parte activa de la comunicación textual del personaje. Esta vez nos tocó ser la mirada del tú y no ese ”escudriñas” al que le divierte mirar cómo hablan los otros…

(La nebulosa de Friel)

Dicen que vuelta al frío de las calles, azotaba en la garganta el viento en Diego de León, dicen que se fue incubando este texto como un virus, dicen que al tercer día con 38 º de fiebre. Así son los textos críticos de mi admirado Juan sin Credo, enfebrecidos y directos hacia la consecución de una voz propia, personal, compartida en la tarea de crear espacios de reflexión. Permítanme que les abandone, pero tengo que ponerme el termómetro y me parece que he vuelto a dejar de estar solo.

Senabre abrasa con sus sobradas y II

Senabre abrasa con sus sobradas y II

 

De la generación del 14 se pasará a los novelistas de postguerra, siendo seleccionados Carmen Laforet y Camilo José Cela. De la primera, se señala el aldabonazo que supone su novela Nada a la narrativa contemporánea debido a su valor sociológico e histórico. El primer premio Nadal, fechado a 6 de enero de 1945, tendrá doce ediciones durante ese año, gracias a un lanzamiento publicitario eficaz, sin, apenas, competencia. Este enorme éxito comercial -es una novela que sigue editándose casi sesenta y cinco años después de su publicación- también radica en unos rasgos literarios que residen en la muestra, la antimasculinización, pero sobre todo, según Senabre, en que Laforet es una novelista que sabe contar.

(La autobiografiada sonriente)

Para con Cela nuestro ilustrísimo se jacta de su atrevimiento por haber realizado unas críticas punzantes de sus últimas novelas, aún habiendo recibido ya el Premio Nobel, donde denunciaba la carencia de calidad literaria. -¡ Pues cojonudo !- como hubiera dicho el maestro.

Como siempre, como toda la vida se habló de La familia de Pascual Duarte y La colmena. Sin embargo, me sorprendió gratamente descubrir Los apuntes carpetovetónicos, de los que algo había ya oído hablar pero nunca con tanta precisión y conocimiento. Esta obra está compuesta de breves narraciones, escenas agridulces, donde impera la caricatura y el aguafuerte, así como el predominio de un sarcasmo certero y audaz.

(El deseado según sus royalties)

A falta de las dos últimas sesiones, los más optimistas estábamos perdiendo la esperanza acerca de que se tratase el atractivo tema de la novela de rabiosa actualidad, pero en un alarde de síntesis y poda salvaje llegamos a regañadientes al último tramo del curso, donde por fin Ricardo Senabre nos dio su visión personal sobre los nombres más importantes del panorama narrativo de la última década, no si antes habernos dado unas pequeñas pinceladas de Ignacio Aldecoa, Luis Martín Santos, Juan Goytisolo o Sánchez Ferlosio.

(La narrativa puede ser divertida)

Del vitoriano encumbra su lenguaje funcional y rigor conceptual; esa búsqueda del vocablo exacto. Con Martín Santos se vislumbra una exacta radiografía sarcástica de la cultura española, además de observarse una ruptura radical de los moldes novelescos del momento. En Goytisolo se señala el discurso autónomo que enraíza con las formas narrativas orales, fruto de la influencia árabe que hace bordear el discurso cerca de los territorios ajenos a la novela.

(Algunos le llama el extravagante)

En cambio, con Sánchez Ferlosio se dará una exposición más detenida. Se habla de Alfanhui y del Jarama. De la primera se destaca su carácter insólito y la influencia de la obra de su padre, La vida nueva de Pedrito de Andía, Sánchez Mazas para su composición. Para el Jarama nos ofrece el dato de la unanimidad del jurado en la concesión del Nadal, su construcción a base de secuencias, procedimiento eficaz para conseguir la ansiada simultaneidad temporal, y los elementos técnicos y sutilezas constructivas.

(El hazmerreír)

Después del último descanso, a cuento de una pregunta nada inocente de un personaje del público, saltó a la palestra la última novela de Javier Marías, Tu rostro mañana 3. Veneno y sombra y adiós, y con ella la chanza, el choteo, y como diría mi maestro, la úlcera de estómago. El fino estilete de Senabre desgajó todos los solecismos y las falsas concordancias de la novela a golpe de un humor bastante negro. Por último, señaló el nombre de Luciano Egido, Jorge Márquez, Manuel Talens o Gonzalo Hidalgo, que, curiosamente, publican sus obras, principalemente, en la editorial Tusquets, escamoteando autores nóveles que trabajan para Alfaguara como el asturiano Ignacio del Valle o el sevillano Luis Manuel Ruiz.

(El innombrado padre de Arturo Andrade)

Dicen que Juan sin Credo terminó agotado pero satisfecho de aprender un poco más de lo que nada sabe. Dicen que si Juan sin Credo, aún dudándolo, pudiera tener un día toda la sabiduría que atesora el ilustrísimo Ricardo Senabre Sempere, intentaría no tener su petulancia, endiosamiento y mala leche. Dicen que Juan sin Credo anotó escrupulosamente el nombre de los narradores actuales y que, próximamente, leerá la última novela de Gonzalo Hidalgo Bayal, profesor de Lengua y Literatura en Secundaria, “ El espíritu áspero ”

Senabre abrasa con sus sobradas I

Senabre abrasa con sus sobradas I

 

Ese cariz oscurecido que había tomado la situación nos agazapó, momentaneamente, en nuestras conejeras afilando el cuchillo para otro posible documento extraviado de Juan sin Credo sobre la CNTC, que prometía ser implacable; eso sí, con el mayor pudor y consciencia posible y siempre intentando respetar la integridad y dignidad de las personas.

Decidimos, de momento, tomar una actitud defensiva y pensamos, para ello, recuperar de nuestro magnífico archivo esos otros textos encontrados en el Monasterio de la Valldigna (mirar artículo http://postrergenito.blogia.com/2009/072901-el-sillon-iconoclasta-y-la-caja-de-los-hilos-punzantes.php )

Entre estos desvencijados y polvorientos cartapacios descubrimos un curioso escrito sobre la novela española del siglo XX y sus últimas tendencias, que pertenecían a unas conferencias impartidas por el Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, ensayista y crítico literario, don Ricardo Senabre Sempere, en el CRIF LAS ACACIAS, durante los martes y miércoles del mes de octubre del 2009.

Para no retardar ni una vocal más el ansía de nihilismo con el que gozan nuestros únicos lectores pasamos a continuación a ofrecer la disparatada y colorida prosa de nuestro idolatrado el ingobernable y libertario Juan sin Credo.

(Adónde iremos a parar)

El Plan E estaba reteniendo, tibiamente, el desplome del índice del desempleo en el sector de la construcción pero, sin embargo, había causado estragos en varias avenidas de Madrid, como la de General Ricardos que -convertida en carrera de obstáculos para aguerridos conductores- nos servía de enlace para llegar a la antigua y todavía ruinosa Finca de Vista Alegre, en el castizo distrito de Carabanchel, transformada, después de la desmantelación ideológica de los CAP, en el Centro Regional de Innovación y Formación, adscrito a la Dirección General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza de la Comunidad de Madrid.

( Cae el día y sale el tío cigüeño )

Durante seis sesiones estuvimos asistiendo, presuntamente especialistas en la materia -y digo presuntos porque vuestro humilde servidor no se considera especialista de nada-, a un curso cuyos principales objetivos tendrían que haber consistido en ampliar los contenidos relacionados con el conocimiento de la novela española en el siglo XX, además de acercarse a las tendencias narrativas que se han desarrollado en la novela española desde 1978 hasta nuestros días y conocer propuestas metodológicas relacionadas con el comentario de textos de las novelas españolas más representativas de los últimos tiempos. Pero como iremos viendo, tales objetivos se vieron reducidos a ceniza y el lugar donde más se detuvo nuestro ilustre ponente fue en la tan trillada, y vetusta, generación del 98.

(Posible imagen del tío cigüeño)

Habíamos escuchado en alguna ocasión los rumores que circulaban acerca del espíritu de tío cigüeño -sobrenombre que se le dio a Juan Mieg (1779-1859). Profesor y naturalista suizo que llegó a España en 1814 acompañando a Fernando VII en la vuelta de su exilio y que se le vincula, desde 1825 a la Vista Alegre- deambulando por los enormes pasillos de la Finca.

Fue de este modo, que al salir de uno de los múltiples cuartos de baño con los que está dotado este edificio, me topé con una figura espectral, vestida con un corte clásico de traje azul con chaqueta y corbata a juego, que, en un primer momento, me paralizó todos los huesos. Susto, del que finalmente, pude sobreponerme, aunque todavía bastante lívido y pávido. Aún temblando, me encaminé hacia el aula donde comenzaba el curso. Cual sería mi sorpresa cuando vi entrar en el recinto aquella figura fantasmagórica y cadavérica con la que me crucé en el lavabo, que resultaba ser el ilustre Ricardo Senabre Sempere.

El doctor Senabre, consciente de la preparación de su auditorio, enfiló unas primeras sesiones agotadoras de un rastreo exhaustivo de citas literarias en las obras de Unamuno y Baroja que le sirvieron para ejemplificar sus conclusiones sobre esos autores.

(El padre de la Tula)

Numerosas, abrumadoras, abusivas y aburridas, tantas citas repiten machacona y circularmente, una y otra vez, las ideas principales que son, a grosso modo, en Unamuno el ansia de perduración y en Baroja la dualidad entre vida y pensamiento, así como también la proyección valorativa del paisaje como elemento que trata de transmitir un estado de ánimo.

(El hijo del garbancero)

Con Valle Inclán dejamos de sufrir y trabajamos un poco el aspecto práctico con un texto perteneciente a la novela iniciática del ciclo de dictadores Tirano Banderas. Novela también precursora de la multiplicidad narrativa, donde no existe una sola realidad sino varios puntos de vista fragmentados que construyen un conjunto global de perspectivas. Así se sucedieron la mitad de las sesiones del curso, por delante casi un siglo de narradores que se quedaron olvidados en el limbo del ilustrísimo.

(¿Permite que esperpente a su lado ?)

Posteriormente se trató la figura de Gabriel Miró, cuyo modelo más cercano se encuentra en el Azorín paisajista, del que se destacará su camino creativo dentro de una línea tendente hacia la desnudez expresiva, la precisión, lo esencial. Después del alicantino el salto cronológico será espectacular.

Gamoneda sigue en su rincón? y III

Gamoneda sigue en su rincón?  y III

Antonio Gamoneda tiene una voz lenta, pausada, entrecortada. Su disertación sobre la poesía no me importa tanto como la dicción de sus poemas; aún recuerdo la intensa emotividad impulsada en la atmósfera del mismo recinto, cuatro años antes, cuando leyó Blues del cementerio. Pero según parece, la elocución teórica va para largo.

Gamoneda se extiende, se pierde en los circunloquios de la analogía. Divaga y divaga. Remarca con sarcasmo que la poesía es el arte de la desobediencia y distribuirá su tiempo como mejor le venga en gana, a pesar de las advertencias previas hechas por el director del curso.

Cita a García Lorca, a Juan Larrea, a Octavio Paz, a Valery, a Eliot. Habla de la poesía como el arte de la memoria, donde la música es el estado original, y del poeta sin proyecto concreto que recibe una pulsión imprevista de un modo verbal mediante una conducción rítmica.

Habla y habla más y venga a hablar que no para.

Luis Alberto de Cuenca mira su reloj. Alfredo Taján, sentado a su lado, le cuchichea al oído. El resto del público nos revolvemos nerviosos en las sillas. Gamoneda podría seguir todo lo que le resta del día disertando sobre el Popol-Vul, Juan de la Cruz o de las abstracciones geométricas del neolítico como formas primarias de la aspiración al pensamiento poético.

Gamoneda parece darse cuenta y pide disculpas, ocasión que aprovechan Luis Alberto y Alfredo para marcharse. Tras hora y media larga de conferencia sólo le restará tiempo para leer tres poemas.

A pesar de un exhaustivo rastreo sólo consigo identificar dos. El otro, segundo en el orden de lectura, aparentemente inédito, es un homenaje a un amigo suyo iraquí, pronunciado Faigh o Fay, fallecido hace tres años, y que fue torturado por la policía de Sadam Hussein, sufriendo una epilepsia de origen traumático, cuyos primeros versos son: Has venido a mis venas/advierto tu dulzura.

Los poemas identificados son: Sucesos, de Extravío en la luz, poema largo instalado en su ya clásica línea hermética, y Canción errónea, publicado en un libro colectivo por ALDEM, asociación relacionada con la esclerosis múltiple. En este extraño poema, más propio del dictamen de un forense, abundan los términos cercanos a lo fisiológico, como por ejemplo cartílagos o vértebras.

El inminente octogenario Gamoneda termina por perderse en la lectura, debido al abanico de hojas en el que se ha convertido el guión de su conferencia. Sin ningún problema ni titubeo, como el experimentado capataz que domina bien el oficio, busca el folio correcto  -vuelta arriba, vuelta abajo-, arranca la sonrisa condescendiente de los espectadores y finaliza su densa conferencia y minúsculo recital en un salva de aplausos agradecidos.

 

Dicen que Juan sin Credo, aficionado ya al fetiche del autógrafo, se acercó a la fila para recibir unas letras ininteligibles de recuerdo.

Dicen que delante de Juan sin Credo había una joven vistosa que regaló a Gamoneda un ejemplar de un libro suyo de poesía dedicado. Dicen que Juan sin Credo vio como Gamoneda le buscó la lengua en el labio sin ningún pudor.

Por otra parte, también se oye decir que Juan sin Credo recibió, tras ese encontronazo lúbrico anterior de Gamoneda, bellas palabras de cariño hacia el ejemplar que llevaba de su obra, primera gran recopilación de su poesía, titulada “Edad”, editada por Cátedra.

Dicen que abandonando la Sala Europa, otras dos mujeres le preguntaron de dónde había sacado ese libro, respondiendo Juan sin Credo que de casa pero que seguramente en el pequeño puesto de libros del vestíbulo venderían libros de Gamoneda.

También dicen que saliendo ya del Euroforum Infantes, escuchó como la muchacha que regentaba ese puesto afirmaba sorprendida ante una impaciente cliente, la liquidación de existencias de todos los libros de Gamoneda en un santiamen.

Por último, dicen que dijo que la memorias sobre la vida de Ángel González, escritas por el Divino, le habían parecido con un punto de mayor intensidad en el tratamiento de la ficción literaria que la obra autobiográfica de Antonio Gamoneda, “Un armario lleno de sombras”.

Gamoneda sigue en su rincón? II

Gamoneda sigue en su rincón? II

La obra poética de Antonio Gamoneda destaca por su constante reelaboración en un proceso de reescritura que tiende a la esencialización. Su poesía tiene una arraigada base visionaria con un fuerte peso irracionalista, además de una pesada carga simbólica. Esa sustancia hermética se traduce en una serie de signos sin conexión alguna con el mundo de lo inteligible.

Desde mi punto de vista tres son las obras con mayor relevancia dentro de esa unanimidad, de ese texto suspenso y no definitivo en el que se convierte toda su creación. El primero sería Blues Castellano, escrito entre 1961 y 1966, censurado en su día y publicado en 1982. Libro influenciado por los cantos fundacionales del jazz en su vertiente profana, el blues, y religiosa, el spiritual, además del modelo del poeta turco Nazim Hikmet, donde se observa una simbiosis entre el compromiso político y la exaltación de la intimidad.

Se podría considerar este conjunto de poemas como la única aportación a la poesía social del autor, aunque pesa más la atmósfera opresiva de tristeza enunciada desde el sentimiento. La temática de esta obra gira en torno a la exposición de la injusticia en su vertiente solidaria y compasiva, reflejada en un escenario colectivo. También destaca una visión del sufrimiento como un asunto natural, adherido al deseo, convirtiéndose ambos en el motor primario de la vida.

Las formulaciones rítmicas se establecen conjuntamente con los modos tradicionales de la canción popular, en lo que se refiere a los paralelismos, reiteraciones y anáforas, más un tejido sintáctico que consiste en la supresión de enlaces argumentales, la reducción de jerarquías sintácticas complejas y en las asociaciones primarias de un lenguaje sencillo e inocente.

Todo este marco del sentimiento se caracteriza por una tonalidad narrativa y la presencia de una anécdota sin desarrollo argumental, además de una cuidada selección de detalles que no son más que unos relieves de sensación con una clara tendencia a lo simbólico. Personalmente, me quedo con la segunda parte del libro donde destacan los poemas Blues del cementerio, Blues del amo y Blues de la casa.

La segunda obra, en orden cronológico de composición, es Descripción de la mentira, finalizada en su primera versión en La Vega del Boñar, bajo los últimos días del año de 1976, que, según mi parecer, será la encargada de marcar un hito en la trayectoria poética de Gamoneda, al ser depositaria de una voz propia y única que se refrendará en sus posteriores trabajos.

Con Descripición se inhala un espantoso aliento visionario de una espesa textura simbólica, que teje una tupida y vasta madeja de hermetismo, marcando un elevado valor de enigma para convertir el texto poético en un elemento incomprensible donde se emprende, entonces, la construcción de una conciencia realizada por un sujeto omnipresente y radical, turbado en su propia percepción del mundo.

El planteamiento del libro, estructurado unitariamente, tiene una concepción narrativa en el que se presenta la confesión de un naufragio personal e histórico mediante una oleada sucesiva de pensamientos, atenta al tempo musical, sin apenas avances semánticos posibles. Se emplea el versículo desde los recursos propios de la poesía salmódica, siendo los más frecuentes los paralelismos sintácticos y las reiteraciones anafóricas. Las constelaciones temáticas son recurrentes mediante una diseminación de los conceptos a lo largo de todo el poema.

El lenguaje está fuertemente poetizado, ajeno al habla cotidiana, formado por unos constituyentes relacionados con lo legendario, rural, mágico, enigmático, onírico e irracionalista. Las imágenes pertenecen al mundo primitivo, oscuro y natural, tratadas con un sencillo simbolismo donde existe una armoniosa convivencia de lo abstracto y lo sensorial.

Por último, la tercera obra de mayor prestigio de Gamoneda es el Libro del frío, de 1991, considerado por la crítica como la cumbre estética del autor, aunque como he citado mi admiración se queda con Descripción. Este poemario no presenta novedades métricas con aquel, pues sigue empleándose el versículo. Sí se reduce ese verbalismo enfático característico de Descripción, que se demuestra con una ausencia de elementos ornamentales, una reducción de la entonación mayestática y un lenguaje poético menos exuberante. Aparece un yo omnipresente, tamizado con soportes autobiográficos, impasible ante el vacío cósmico que se vislumbra ante la idea de la muerte percibida inminentemente.

Tras estos arduos prolegómenos, espero que clarificadores de ciertas dudas tenidas por el respetable, volvamos al momento en el que Luis Alberto de Cuenca presenta con unas breves y jocosas palabras a Gamoneda y se retira a las primeras sillas del público donde apaga su móvil y empieza la conferencia. 

Sin embargo, antes de volver comenzar, no quisiera dejar de citar la recopilación de estudios sobre la obra poética de Gamoneda, El curso de la edad, publicada durante este año en la editorial madrileña Abada y realizada por Miguel Casado, así como una útil antología de su obra, llevada a cabo por Ángel L. Prieto de Paula en la Colección vuelapluma de Edilesa en el 2002, que contiene una buena guía didáctica, como también otra serie de recursos pedagógicos para un acertado aprendizaje de sus coordenadas poéticas fundamentales.

Gamoneda sigue en su rincón? I

Gamoneda sigue en su rincón? I

En nuestra constante tarea de investigación científica, que tiene como misión arrojar un tibio baño de luz a los desvelos críticos del gran irreverente espíritu nihilista Juan sin Credo, encontramos un hecho inaudito muy difícil de explicar. Un hecho que escapa a toda racionalidad y sólo puede comprenderse desde la visión de un acto de fe. No es posible que perteneciendo este escrito a la carpeta de La caja de los hilos punzantes -que, como podrán recordaran nuestros únicos lectores, fue hallada gracias a unas reformas realizadas en el Monasterio de Santa María de la Valedigna- esté firmado, sin embargo, en San Lorenzo del Escorial.

(Monasterio de El Escorial)

 

En fin, misterios de la Ciencia, transubstanciación monacal de la materia orgánica o, simplemente, don de la ubicuidad de nuestro idolatrado Juan sin Credo, fruto del consumo de alguna sustancia psicotrópica en su alegre juventud como el cornezuelo de centeno, al igual que la mística abulense y tan santa carmelita que levitó por esos austeros conventos en los inicios de nuestra Edad Moderna.

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(La mística abulense en acción)

Mientras tanto y sin más miramientos, dejamos paso a sus palabras tan hilarantes como iconoclastas, que tratan, esta vez, sobre el poeta impertinente, tal como lo denomina nuestro querido libre-pensador,  Antonio Gamoneda; el cual ofreció una conferencia extraordinaria, titulada Poesía y Poética, celebrada el 29 de julio de 2009 en el Euroforum Infantes, Sala Europa, dentro de los Cursos de Verano del Escorial, bajo el nombre de Los poetas en su voz, cuyo director fue Luís Alberto de Cuenca y en el que también participaron otros poetas y escritores de la talla de Félix Grande, el upedeista, Álvaro Pombo o el último ex-ministro de Cultura, César Antonio Molina.

 

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(Cartel de los Cursos de Verano de El Escorial 2009)

 

Siempre me gustará penetrar en los pasadizos laberínticos del conocimiento para que se muestre, con mayor claridad, mi abismal ignorancia ante la mayoría de los acontecimientos que ocurren o han ocurrido en las parcelas de nuestra sabiduría más próxima. Poco sé de muchas cosas, pero menos aún de todo aquello que más debiera  saber. En definitiva, me mueve un hambre insaciable de conceptos, datos e ideas que jamás se satisface y que sólo consigue agrandar mi desaliento y desamparo.

 

 

 

 

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 (Gamoneda con unos "amigos")

 Este fue uno de los motivos por los que me acerqué hasta las instalaciones donde se imparten los Cursos de Verano del Escorial, y así comprobar las carencias de mi estrecha cultura ante uno de los personajes que más encendidas admiraciones y rechazos ha causado en el mundo de las letras hispánicas durante los últimos tiempos: el poeta Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2006, máximo galardón para cualquier escritor de habla hispana, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el mismo año, o el Premio Nacional de Poesía en 1988, así como el Premio Castilla León de las letras en 1985, entre otros.

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(Qué buenos son los del Monte de Piedad)

Había desaparecido, con respecto a los años anteriores, el patrocinio de los Osos Verdes Pantugruélicos con Nuestros Ahorros, a causa, seguramente, de las tensiones políticas y de financiación entre el gobierno de la lideresa, tan reacio al pensamiento independiente, y los rectores de las universidades públicas. Era notoria la escasez de prensa en los vestíbulos y, ahora, ironías de la vida,  predominaba el color rojo, ni mucho menos asociado a la causa proletaria, del Banco de Santander.

 

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(El director del curso)

 

Con una puntualidad cercana a la exactitud, cuando ya los más creyentes habían rezado el Ángelus, con un auditorio a rebosar, hicieron acto de presencia el director del curso, el impecable Luís Alberto de Cuenca, gomina en el peinado, chaqueta sin corbata, mocasines sin calcetines y pantalón blanco algodón 100%, y el ínclito Gamoneda, camisa blanca, zapatos oscuros, pantalón azul de polyes(ter-gal)o y bajo el brazo una carpeta con sus notas y poemas .

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(El ínclito)

 

Mucho ríos de tinta se han escrito ya sobre la persona de este gran poeta, llamado por algunos, áulico, dado su paisanaje y “afinidad” ideológica con el actual presidente del gobierno, el leonés Rodríguez Zapatero. A mí me ha parecido mejor llamarle  impertinente, susceptible, inoportuno, etc. Creo que sus constantes salidas de tono se fundamentan en ese resentimiento crónico instalado en todos los seres humanos que han sufrido la humillación de la miseria en sus carnes durante un periodo largo de tiempo y han visto, con sus propios ojos, ejercer la brutalidad sobre el más débil sin ningún motivo, aparente, que la justifique.

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(Ejemplar de la revista Claraboya)

Sus innumerables trifulcas con otros poetas o personajes del mundo de la cultura han marcado una importante característica de su personalidad. Comienzan éstas cuando en 1963 escribe un artículo en la revista Claraboya, dirigida por el narrador Luís Mateo Diez, cuestionando, tras unas duras declaraciones, la validez del discurso de los poetas sociales, donde dice, entre otras cosas, que se debe desvincular la política de la poesía, pues esta última tiene que ser irreductiblemente subjetiva.

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(Foto de familia de los burgueses desencantados)

 

El dardo envenenado, lanzado desde su rincón provinciano, pretendía desmontar ese pastiche generacional de burgueses insatisfechos y decadentes, que fue vendido a los medios de comunicación de la época como una deliberada operación de marketing, auspiciada por Juan García Hortelano. Jaime Gil de Biedma, uno de los componentes de la generación del 50 perteneciente al grupo de Barcelona y, por lo tanto, compañero del propio García Hortelano, sería el artífice de esta confesión sobre las pretensiones mercantilistas de dicho grupo, años después, al periodista Jesús Fernández Palacios.

 (Ángel González con una de sus pasiones)

Recientemente, las declaraciones de Gamoneda sobre los óbitos de Ángel González y  Benedetti han sido, especialmente, notorias. Del primero son representativas las que se recogen en la Voz de Asturias, el 3 de Febrero de 2008, ni siquiera una semana después del fallecimiento de Ángel, dirigidas contra Almudena Grandes y Joaquín Sabina. En aquellas se planteaban la decadencia poética de Ángel en sus últimos años y también el padecimiento de una extraña enfermedad que denomina “soledad manipulada” por ciertas personas que prefería no nombrar.

Del igual modo, recuerda en dicho artículo el desplante sufrido en el acto de homenaje que recibió Ángel en Oviedo, ciudad natal también del propio Gamoneda, unos años antes, al no ser invitado; cuestión que planteó ante el mismo Ángel González en el curso del Escorial dedicado a la generación del 50, provocando en la mesa de lectura un silencio sepulcral y unas tensas miradas esquivas al vacío.

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(El difunto Benedetti)

Pero, sin duda alguna, han sido con las malinterpretas palabras de Gamoneda acerca de la figura de Benedetti, donde la barahúnda de declaraciones altisonantes han tenido una proyección más espectacular en los medios. Toda la corte de poetas de la izquierda progresista han mostrado mucha p.r.i.s.a. en desacreditar, no sólo la persona sino la poética del inoportuno leonés de adopción.

En su reafirmación -ante la pregunta con trampa que le formuló una periodista del periódico El País acerca de Benedetti en la presentación de sus memorias- de que la poesía debe intensificar los estados de conciencia y por eso debe escapar del lenguaje coloquial o normalizado, dotando así a la palabra poética de una integridad por encima de la que es meramente informativa se le vinieron encima unas groseras acusaciones e, incluso, insultos que muestran el rango del pelaje de algunos pisaverdes, autoproclamados el Nuevo Parnaso Español a cuenta del famoso marbete comercial de Poesía de la experiencia.

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(Uno de los del Nuevo Parnaso Español)

Así contamos con las palabras, todas ellas recogidas en un artículo del periódico Público, fechado a 20-5-2009, del editor Chus Visor, tachándole de araña y poeta de segunda división, o de Benjamín Prado llamándole enterrador, o de Felipe Benítez Reyes que le denomina tosco y poeta del montón.

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(El nuevo Quevedo)

Entiendo que las declaraciones efectuadas por Gamoneda pudieron estar fuera de lugar y un personaje público tiene que guardar el decoro de sus opiniones frente a los medios en un momento tan delicado, pero Gamoneda ya es un señor mayor que ha estado aislado durante muchos años por ese tipo de poetas progresistas que enarbolan la bandera de la emancipación de la clase trabajadora.

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(La bandera que les gusta sacar los días de fiesta)

 

Nunca podré compartir que unos poetas menores de la talla de Prado o Benítez Reyes disparen a quemarropa -en el paseillo nocturno de sus mordaces palabras- sobre la obra de uno de los poetas más influyentes y con más alto nivel de emoción estética en los últimos veinticinco años bajo nuestra tórrida piel de toro.

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(Nuestra torrida piel de toro)