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Juan sin Credo

Senabre abrasa con sus sobradas I

Senabre abrasa con sus sobradas I

 

Ese cariz oscurecido que había tomado la situación nos agazapó, momentaneamente, en nuestras conejeras afilando el cuchillo para otro posible documento extraviado de Juan sin Credo sobre la CNTC, que prometía ser implacable; eso sí, con el mayor pudor y consciencia posible y siempre intentando respetar la integridad y dignidad de las personas.

Decidimos, de momento, tomar una actitud defensiva y pensamos, para ello, recuperar de nuestro magnífico archivo esos otros textos encontrados en el Monasterio de la Valldigna (mirar artículo http://postrergenito.blogia.com/2009/072901-el-sillon-iconoclasta-y-la-caja-de-los-hilos-punzantes.php )

Entre estos desvencijados y polvorientos cartapacios descubrimos un curioso escrito sobre la novela española del siglo XX y sus últimas tendencias, que pertenecían a unas conferencias impartidas por el Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, ensayista y crítico literario, don Ricardo Senabre Sempere, en el CRIF LAS ACACIAS, durante los martes y miércoles del mes de octubre del 2009.

Para no retardar ni una vocal más el ansía de nihilismo con el que gozan nuestros únicos lectores pasamos a continuación a ofrecer la disparatada y colorida prosa de nuestro idolatrado el ingobernable y libertario Juan sin Credo.

(Adónde iremos a parar)

El Plan E estaba reteniendo, tibiamente, el desplome del índice del desempleo en el sector de la construcción pero, sin embargo, había causado estragos en varias avenidas de Madrid, como la de General Ricardos que -convertida en carrera de obstáculos para aguerridos conductores- nos servía de enlace para llegar a la antigua y todavía ruinosa Finca de Vista Alegre, en el castizo distrito de Carabanchel, transformada, después de la desmantelación ideológica de los CAP, en el Centro Regional de Innovación y Formación, adscrito a la Dirección General de Mejora de la Calidad de la Enseñanza de la Comunidad de Madrid.

( Cae el día y sale el tío cigüeño )

Durante seis sesiones estuvimos asistiendo, presuntamente especialistas en la materia -y digo presuntos porque vuestro humilde servidor no se considera especialista de nada-, a un curso cuyos principales objetivos tendrían que haber consistido en ampliar los contenidos relacionados con el conocimiento de la novela española en el siglo XX, además de acercarse a las tendencias narrativas que se han desarrollado en la novela española desde 1978 hasta nuestros días y conocer propuestas metodológicas relacionadas con el comentario de textos de las novelas españolas más representativas de los últimos tiempos. Pero como iremos viendo, tales objetivos se vieron reducidos a ceniza y el lugar donde más se detuvo nuestro ilustre ponente fue en la tan trillada, y vetusta, generación del 98.

(Posible imagen del tío cigüeño)

Habíamos escuchado en alguna ocasión los rumores que circulaban acerca del espíritu de tío cigüeño -sobrenombre que se le dio a Juan Mieg (1779-1859). Profesor y naturalista suizo que llegó a España en 1814 acompañando a Fernando VII en la vuelta de su exilio y que se le vincula, desde 1825 a la Vista Alegre- deambulando por los enormes pasillos de la Finca.

Fue de este modo, que al salir de uno de los múltiples cuartos de baño con los que está dotado este edificio, me topé con una figura espectral, vestida con un corte clásico de traje azul con chaqueta y corbata a juego, que, en un primer momento, me paralizó todos los huesos. Susto, del que finalmente, pude sobreponerme, aunque todavía bastante lívido y pávido. Aún temblando, me encaminé hacia el aula donde comenzaba el curso. Cual sería mi sorpresa cuando vi entrar en el recinto aquella figura fantasmagórica y cadavérica con la que me crucé en el lavabo, que resultaba ser el ilustre Ricardo Senabre Sempere.

El doctor Senabre, consciente de la preparación de su auditorio, enfiló unas primeras sesiones agotadoras de un rastreo exhaustivo de citas literarias en las obras de Unamuno y Baroja que le sirvieron para ejemplificar sus conclusiones sobre esos autores.

(El padre de la Tula)

Numerosas, abrumadoras, abusivas y aburridas, tantas citas repiten machacona y circularmente, una y otra vez, las ideas principales que son, a grosso modo, en Unamuno el ansia de perduración y en Baroja la dualidad entre vida y pensamiento, así como también la proyección valorativa del paisaje como elemento que trata de transmitir un estado de ánimo.

(El hijo del garbancero)

Con Valle Inclán dejamos de sufrir y trabajamos un poco el aspecto práctico con un texto perteneciente a la novela iniciática del ciclo de dictadores Tirano Banderas. Novela también precursora de la multiplicidad narrativa, donde no existe una sola realidad sino varios puntos de vista fragmentados que construyen un conjunto global de perspectivas. Así se sucedieron la mitad de las sesiones del curso, por delante casi un siglo de narradores que se quedaron olvidados en el limbo del ilustrísimo.

(¿Permite que esperpente a su lado ?)

Posteriormente se trató la figura de Gabriel Miró, cuyo modelo más cercano se encuentra en el Azorín paisajista, del que se destacará su camino creativo dentro de una línea tendente hacia la desnudez expresiva, la precisión, lo esencial. Después del alicantino el salto cronológico será espectacular.

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