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Juan sin Credo

¿Quién mató a Rosendo?

¿Quién mató a Rosendo?

La reseña con saña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela del catálogo de la editorial 451 editores, ¿Quién mató a Rosendo?,  del escritor argentino Rodolfo Walsh, publicada por primera vez en 1969 y reeditada en abril de 2010.

 

Parece que el narrador emplea tanto la tercera como la primera persona, una la que dirige la acción narrativa y la otra que se usa para dar cuerpo a las diferentes voces de los diferentes personajes que deambulan por el texto. Del mismo modo, también se emplea el formato de la entrevista con su correspondiente estructura de preguntas y respuestas. Toda esta mezcolanza confirma que el género que aparece ante los ojos del lector se encuentra muy cercano al conocido como periodismo de investigación, sobre todo en el tramo final o tercera parte del libro.

 

Parece que el contexto histórico se centra en el final de la década de los 60, cuando el movimiento obrero argentino está totalmente destruido por la acción funesta de la mafia sindical, en concreto por la década de delaciones, corrupción y manipulación realizada por Augusto Timoteo Vandor, personaje siniestro que dará nombre a una etapa conocida como el vandorismo.

 

Parece que el tiempo de la narración se ancla en una noche, el trece de mayo de 1966, cuando se produce la balacera que hace caer al vandorista Rosendo y los clandestinos Blajaquis y Zalazar. Sin embargo las pesquisas y la presentación de los personajes hacen avanzar y retroceder la acción según los intereses narrativos del autor.

 

Parece que el espacio se ubica en la ciudad de Avellaneda, al sur de Argentina, sus fábricas, sus centros sindicales… Pero será el restaurante La Real el lugar decisivo en el cual se desencadenarán los hechos luctuosos.

 

Parece que los personajes principales se enmarcan dentro de un personaje colectivo que es el movimiento obrero argentino de finales de la década de los 60, con unas facciones muy claras: los institucionalizados o vandoristas, entre los que destacan el propio Vandor, o el asesinado Rosendo García, o Imbelloni, y los militantes de base, apartados de toda posible negociación por la legislación vigente, firmada, inclusive, por el vandorismo, que les confina a la clandestinidad. Dentro de este grupo se encuentran los asesinados Domingo Blajaquis y Juan Zalazar o los hermanos Raimundo y Rolando Villaflor.

 

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha permitido conocer el laberinto sin salida en el que se encerró la clase obrera argentina que se quedó inoperante para poder reaccionar ante el golpe de estado de la Junta Militar, casi una década después. Dicen que, exceptuando ese ritmo vertiginoso de espiral de violencia, los sindicatos mayoritarios actuales, por lo menos en el país de Juan sin Credo, están al mismo nivel de ineptitud que el nefasto vandorismo con las negativas consecuencias que eso conlleva para el bienestar de la clase trabajadora.

(El autor)

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