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Juan sin Credo

El fantasista

El fantasista

 La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la antepenúltima novela del recientemente galardonado Premio Alfaguara de Novela, Hernán Rivera Letelier, titulada El fantasista, publicada por el mismo sello, perteneciente al Grupo editor Santillana, en marzo del 2007

Parece que el narrador se bifurca en dos niveles, el primero emplea la primera persona del plural, aunque terminará por aparecer el yo, vinculado a uno de los personajes cuyo nombre es Gambita, mientras que el segundo es la voz microfónica del enajenado Cachimoco Farfan; ambos niveles narrativos se fusionaran en el mismo vector temporal al fin de la novelita.

Parece que el tiempo externo o contexto histórico no ofrece ninguna muestra que permita una certera precisión. Se cita el 3 de abril de 1961, momento en el que Yuri Gagarín se puso en órbita, incluso se alude al golpe militar por lo que se puede más o menos fechar mediada la década de los 70. Mientras el tiempo interno o tiempo de la narración, por el contrario, está plenamente señalado a lo largo de toda una semana, un día por capítulo (cada uno de ellos culmina con una radiada verborrea del último partido de fútbol entre los Comemierdas y los Cometierras); finalizando la historia el Día de Difuntos, punto donde se aúnan las dos voces narrativas.

Parece que el espacio se centra en el territorio fantasmagórico del desierto de Atacama, situado en el norte de Chile, en la inhóspita y fantástica factoría de Cayo Sur, cerca de Maria Elena; espacios de carácter secundario son El Rancho Huachipanto o Pulquería, el Salón del Sindicato y la propia cancha donde se dirimirá la heroica victoria de las huestes locales.

Parece que el protagonista no es otro que El fantasista, Expédito González, malabarista con el balón que nunca ha podido jugar un partido de fútbol por tener un monstruoso testículo, pero existe toda una pléyade de personajes que también brillan con luz propia como el trastornado locutor Cachimoco que impregna sus alocuciones de la jerga médica, o el transformador del penal Tuny Robledo, así como personajes femeninos como la Coloradita, amante de Expédito, o la Loca Malvenda, efusiva y grotesca mujer del arquero local Tarzán Tirado.

Dicen que Juan sin Credo ha disfrutado de lo lindo con esta breve narración, apenás doscientas páginas, donde el autor hace gala de la creación de un propio universo con una capacidad estilística forjada en la formación de un lenguaje personal y en una elegante destreza para desenvolver con buen tino las situaciones humorísticas.

(El balón del Fantasista)

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