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Juan sin Credo

La butaca nihilista

ENTRE ( Os sabe Las Gracias Mohosas de los Campos y Jardines Sabeos) ACTOS

ENTRE ( Os sabe Las Gracias Mohosas de los Campos y Jardines Sabeos) ACTOS

 Querido doctor di´a Trives:

Conoces, sobradamente, mi interés por la doctrina de Juan sin Credo. Investigando alrededor de sus milagros y obras descubrí unos datos que, a lo mejor, pueden servirte de utilidad para el trabajo que estás realizando acerca del teatro barroco.

(El dramaturgo)

Según consta en los archivos digitalizados de los Científicos Futuristas, el dichoso ingobernable asistió a la representación de los Entreactos de la Tragicomedia de los Jardines y Campos Sabeos, perteneciente a Feliciana Enríquez de Guzman.

Puede ser que esta última, naciera en Sevilla a finales del siglo XVI, al menos así lo atestigua una calle de esa ciudad situada en el barrio de Bellavista. Al contrario de sus hermanas Carlota y Magdalena, monjas del convento de Santa Inés, Feliciana no se colgó los hábitos y estuvo casada en dos ocasiones, la primera con don Cristóbal Ponce de Solis y Farfán, y la segunda con don Francisco de León Garavito.

(La familia Poltrón Mohosas)

Circula más como leyenda que como hecho histórico verificable la posibilidad de que Feliciana estudiara en la Universidad de Salamanca disfrazada de hombre, acción que dio lugar a la comedia La Fénix de Salamanca, de Mira de Amescua. También Lope cita en su obra El Laurel de Apolo esta circunstancia de mujer estudiante y fecunda poetisa, otorgándola el nombre, casualmente, de Feliciana.

Sin embargo, si que podemos comprobar la asombrosa erudición mitológica de la que hace gala en su obra esta escritora. Sobre todo en su Tragicomedia, cuyo prólogo tiene escrito el año de 1619, lo que la convierte en la primera comedia fechada de una escritora española...

(Las Gracias...

¡ Diana ! ¡¡Eureka !! ¡¡¡ Recorcholís y archidiantres planetarios !!! La correspondencia inédita entre el doctor di´a Trives y Postrergénito López se nos había revelado como un filón inagotable de referencias al santón nihilista, incluso gozábamos la suerte de contar entre sus principales fuentes de consulta.

Paseando por los parques de la ciudad, a la espera inminente de la reposición de nuestra licencia para pilotar nuestra nave intertemporal, nosotros los CIENTIFICOS FUTURISTAS, aspirábamos embriagados el inminente perfume de la primavera, cuando al inhalar, profundamente, una flor de nata del almendro...

mohosas)

...Aparecimos en los Jardines Sabeos, junto al malamado Clarisel, príncipe de Esparta y Micenas, que nos pidió consejo para romper su relación con la posesiva Belidiana, princesa de Arabia, hija del rey Belerante de Saba. Tras varios años viviendo juntos, no quería continuar durante más tiempo con ese desatino de broncas y palabras malsonantes. Nosotros le dijimos que la única manera posible para poderle ayudar era que oliese la flor que nos había transportado a su tiempo remoto.

Casi arrebatándonos la flor de nuestra manos, se aplastó hasta los estambres contra su fosas nasales, desprendiéndose un fuerte aroma que nos transportó, de nuevo, en una nube de dulces esencias hasta nuestro posible presente.

(Una delicia de suegro)

Una vez aquí, como una imagen detenida, quedamos en la misma posición:

-¿Inhalando una flor?-

-¿Qué flor más rara?-

(La primogénita repleta de primor)

Más bien diríamos que era un papel, o algo similar, con unos extraños caracteres arábigos. Llamamos a nuestro traductor especialista en dicha lengua, Cide Hamete Benengeli, que, a cambio de una pasta de almendras con nata, nos solucionó el problema alumbrando otro de los documentos extraviados de Juan sin Credo.

En esta ocasión se daba cuenta de una reflexión sobre la asistencia al espectáculo Las Gracias Mohosas, de Feliciana Enríquez de Guzmán, por la compañía El Teatro del Velador, dirigida por Juan Dolores Caballero, el día 14 de marzo de 2010, en el Teatro Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes. A continuación lanzamos, pétalo a pétalo, su hilarante doctrina para regocijo de sus únicos y fieles lectores.

(Las tres Gracias)

 

Hacía ahora una década que no pisaba el teatro del Círculo, en aquella ocasión representaron Galileo, de la mano de L´Om Imprebís, que actualmente trabaja con el Calígula, en el Fernando Fernán Gómez. Mientras, dos años antes, el Centro Andaluz de Teatro estrenaba en Madrid, en el teatro Lara, una obra que diez años después, ya dentro del repertorio de la compañía El Teatro del Velador, se suscribía al cartel del XXXI Festival de Almagro, para, dos años más tarde, formar parte del programa de la XV Edición de la Muestra de Teatro de las Autonomías.

El escenario a telón abierto mostraba, una custodia en el centro, flanqueada por tres sillas a derecha e izquierda, más tres al fondo, sobre un octógono de madera. La obra comienza con una procesión de cabezudos, máscaras y velos al ritmo del Corpus.

(Los tullidos)

Despojados de sus máscaras aparecen los tullidos. El ciego denturrón Pancaya, Juan José Macías, reparte salivazos a diestro y siniestro en suspiros de amor por su horrorosa Aglaya, la mayor de las Mohosas, papel interpretado por Eva Rubio, junto al cojituerto Sabá -Álex Peña-.

A medida en la que se van incorporando monstruos a esta particular parada se incrementa el estupor en el espectador. Pues a los ya citados, aún se tienen que añadir el corcovado Nisa, -Benito Cordero- el contrahecho Anga, -Juan Luis Corrientes- más los otros dos pretendientes, igualmente tullidos, los monjes Orfeo -Abel Mora- y Anfión -Mostapha Bahja-, además de las otras dos hermanas mohosas, Talia -Mari Paz Sayago- y Eufrosina -Rocío Borrallo-, y el padre de niñas, Baco Poltrón -Luis Ruiz-Medina-

(Los harapientos)

Podemos señalar de esta sencilla familia la destacada elaboración de un vestuario multicolor, gracias a la mano de May Canto, al estilo de las meninas de Veláquez pero con un exagerado aire a mesa camilla.

Por lo tanto, tal desfile de desechos despiertan el sentimiento de lo asqueroso que producirá, en un primer momento, un fuerte rechazo, añadido a la complejidad de un texto con numerosas citas mitológicas que hacen muy difícil su comprensión para el espectador medio.

(La bella Talia)

Sin embargo, con el entreacto segundo se alcanza el clímax escénico de la dramaturgia. Las competición para conseguir en matrimonio a cada una de las hijas animan el regocijo de los espectadores que terminará convirtiéndose en un torrente de sonoras carcajadas. La improvisación por tanguillos, tangos y bulerías durante la justa poética, las zafias zarabandas y los zapateados y bastonazos alimentan la simpatía hacia estos monstruos que anteriormente nos producían repugnancia y repulsión.

La obra finaliza en un procaz cuadro de equipo -elemento que es trabajado con elevada eficacia durante ciertas partes de la representación- composición escénica mediante la cual se intenta cubrir el amplio espacio desnudo del proscenio.

(Último cuadro)

En definitiva, una delirante muestra de los residuos excrementicios de la pujante sociedad sevillana del Siglo de Oro que nos reflejan las inmundicias del ser humano, tratadas con un grotesco sentido del humor que hace olvidarnos de nuestro lado más oscuro.

Dicen que Juan sin Credo pensaba que cómo era posible que una mujer de la nobleza sevillana fuera la precursora del esperpento tres siglos antes de su creación. Dicen que Juan sin Credo se planteó la hipótesis de que dicha transgresión social y moral viniera dada por la supervivencia de su gloria literaria en un mundo predominantemente masculino. Dicen que a la altura del Ministerio de Sanidad se encontró con un grupo de disminuidos psíquicos que iban en grupo y que su destino le causó un profundo pesar, aunque ya se hubieran suprimido las barracas de feria.

(Procesión grotesca)

... Y CAYÓ LA TORMENTA.

... Y CAYÓ LA TORMENTA.

 

Mi almibarado en la amistad pero acíbar de las liliáceas en la disputa:

Te encontré bastante mejor del último resfriado que pescaste al naufragar con aquella barcaza en el estanque del Retiro. De todas maneras, a quién se le ocurre, precisamente ese día de tormenta, lanzarse a remar en la búsqueda infructuosa del conocimiento dramático que inspira el movimiento de la zozobra tras varias copas de whisky.

(Lluvia en la ciudad)

En fin, mi capitán Postrergénito, he encontrado numerosos datos acerca de aquella condesa psicópata sobre la que me pediste información hace varias semanas. Simplemente tecleé su nombre en Google y me aparecieron más de un millón y medio de enlaces.

Parece ser que la tal Ersébet Báthory mataba su tiempo matando doncellas y el resto de sus ratos libres quiso emplearlos dedicándose al aprendizaje del baile flamenco y olé. Arte en el que empezaban a despuntar un grupo racial de origen indio, que se había asentado dentro de los territorios húngaros por donde se esparcían las posesiones de esta rama de la nobleza magyar...

(Lluvia en la ciudad)

 

Irredenta, conspiradora, maldita. Así era toda la correspondencia inédita que lentamente íbamos desgranando, nosotros los CIENTÍFICOS FUTURISTAS, entre el doctor di´a Trives y Postrergéntio López. Todo azufre, todo ricino, por los cuatros costados apestaban a idolatras, iconoclastas y ácratas. De ahí nuestra insistencia en indagar, en recabar nuevas señales que construyeran el camino hacia las catacumbas del olvido, lugar en el cual habita el pensamiento del ingobernable Juan sin Credo.

Por aquel entonces, nosotros nos manteníamos cabizbajos a la espera de poder volver a pilotar nuestras naves intertemporales. Abierto el canal de ultrafrecuencia en la Central de Avisos recibimos un mensaje de la Casa de Vacas. Con motivo de una retrospectiva sobre la Conquista del Espacio habían ubicado en la Sala de Exposiciones un medidor de alta frecuencia. Debido a la fuerte tormenta que cayó durante varios días se produjeron una serie de interferencias entre ambos radiotransmisores. Su elevada potencia sumativa, en torno a los 5.000 Gigafaradios, provocó en todos nuestros paneles de información un desajuste que dejó parpadeante la luz de alarma.

(Lluvia en la ciudad)

Calados hasta los huesos nos personamos allí y los responsables nos advirtieron temerosos de los alaridos que se escucharon durante los viernes, sábados y domingos del mes de marzo de 2010 a partir de las 19:30 en el pequeño teatro adjunto a la sala. -¡Voces de ultratumba!- castañeaban con el aterido esmalte de sus dientes. No tardamos en dar con un medium que pasaba la tarde echando las cartas en el Paseo de Carruajes, cerca de la estatua del Ángel caído, para que nos resolviera el enigma de esas lamentaciones.

Ya empezábamos a sospechar sobre la autoría de esos extraños aullidos y después de varios conjuros se plasmó la evidencia. Un acertado sortilegio dio fin a la espectral cantinela de la pesadumbre, convirtiéndose en otro de los brillantes documentos que permanecían desaparecidos de nuestro endemoniado Juan sin Credo. En esta ocasión su texto se refería a la asistencia de la puesta en escena de la obra de Juan Manuel Romero, Báthory y la 613, el 5 de marzo del 2010 en el teatro de la Casa de Vacas. No queriendo que el espíritu de su doctrina se desvanezca tras cualquier exorcismo de alguna otra ortodoxia religiosa mostramos, a continuación, su hilarante credo para goce y regocijo de sus únicos y fieles lectores.

(Lluvia en la ciudad)

Vaya tormenta que estuvo cayendo durante toda la jornada. Los arroyuelos se formaban en cualquier bocacalle haciendo impracticable el tráfico y caminar por la ciudad, sin terminar empapado hasta los huesos, se había convertido en una proeza de difícil alcance. Los charcos en el Retiro eran pantanos y la sensación de humedad se apoderaba de todas nuestras articulaciones.

En la Casa de Vacas, reposición de Báthory, la segunda vez de la temporada en el mismo recinto. Tras semejante chaparrón sólo diez espectadores. El reestreno, entonces, se transformó en un gran ensayo general.

(La Condesa y la 613)

Varias son las facetas que han mejorado en el conjunto de la obra, desde mí primera lectura allá por los inicios del 2008 en la Sala Ítaca, entre ellas la confección de un nuevo y sugerente vestuario para la Condesa, trabajo realizado de la mano de Ana Bernal. Las gasas y transparencias elevan en un grado la capacidad de femme fatal de la actriz Begoña Blanco, que hacen suspirar en un quejido los oscuros deseos del público masculino.

Del mismo modo, tengo que señalar el positivo crecimiento experimentado por Patricia Quero, la 613, que otorga un equilibrio a la obra que otrora no lo tenía. La primera parte de la representación es suya, manejando con una hábil dialéctica los argumentos que nos posicionan contra Ersébet Báthory. Mientras tanto, afuera seguía lloviendo y el golpe de las gotas se multiplicaba con un ritmo lento y agonizante sobra la uralita, ahogando la voces de súplica de las actrices.

(La 613)

Para finalizar he de reseñar que también me sorprendió el nuevo final de la obra, en el cual la víctima termina suplantando la personalidad del verdugo, haciendo aún más honda la reflexión sobre la culpa de la acusada. En definitiva una extraordinario pugilato dialógico entre las actrices que imprimen una acertada interpretación del hermoso texto literario de Juan Manuel Romero, repleto de retazos líricos, en dónde aún me cuestiono la validez de los elementos esotéricos que emplea la 613 para devolver la vida a la Condesa.

 

Dicen que Juan Manuel Romero les dijo a Loló di´a Trives y Juan sin Credo que les esperaran para tomar algo juntos. Entonces salieron al exterior del recinto y contemplaron maravillados la espesa cortina de lluvia, tamizada con la luz mortecina de las numerosas farolas del Retiro. Dicen que fue Moisés el que les condujo con su vehículo a la tierra prometida del Café del Arte. Dicen que allí establecieron la necesidad de la existencia de un teatro alternativo a la Cultura Oficial de Gerardo Vera, José Luis Plaza y demás Grandes Funcionarios que proponen un producto comercial de fácil consumo. Dicen que después de varias cervezas y algún que otro whisky se despidieron hasta la próxima, pensando Juan sin Credo que en la siguiente ocasión sería conveniente pagar a escote las consumiciones. Así evitarían el sablazo que los vampiros malmaridados de la figurinista acostumbran a infringir a los ingenuos críticos de pluma doliente.

¿A quién disparan los cañones?

¿A quién disparan los cañones?

Mi despierto y vivo doctor di´a Trives:

En la actualidad no ha sido posible recabar ningún otro dato sobre ese tal Brecht del que me pediste información. Se ha convertido en un nombre más para el que la nube espesa de la Historia ha desatado la tormenta del olvido. Recuerda que los escasos retazos de su biografía y obra nos los proporcionó el erudito de ascendencia germánica Otto von Pitten.

 

(Otto von Pitten en su juventud)

 

Precisamente, estuve intentando comunicarme con él el otro día, pero me dijo su secretaria que estaba asistiendo a una conferencia sobre el famoso escritor alemán Hans Jacob Cristoph von Grimmenlshausen, autor de la reconocida novela Landstörzerin Courasche.

Siento no haberte podido ser útil en esta ocasión. Has de conformarte en saber que ese Brecht al menos escribió una tragedia llamada Madre Coraje y sus hijos estrenada en los albores del III Reich, el cual iba a perdurar tan sólo un milenio...

 


(Expansión del III Reich -color azul-)

 

De esta manera, minuciosa, rastreábamos la correspondencia inédita del doctor con Postrergénito López para poder descubrir, nosotros los CIENTÍFICOS FUTURISTAS, alguna nueva pista que se nos presentase sobre el devenir de nuestro idolatrado Juan sin Credo.

Además, por este motivo, fue como conocimos al mítico autodidacta aristacrático Otto von Pitten. Con nuestra nave intertemporal aparcada a la puerta de la Central, divertíamos nuestro aburrimiento lanzando mensajes al vacío. Nuestra sorpresa fue mayúscula al recibir una contestación a nuestras llamadas desde la compañía Berliner Ensemble, residente en el teatro Schiffbauerdamm -sede de las conferencias sobre la figura del inolvidable Hans von Grimmenlshausen-

 

(El teatro a principios del siglo XX)

 

Von Pitten también tenía conectado, en ese momento, un medidor de alta frecuencia, que lo estaba utilizando al coincidir con el descanso de una de las ponencias titulada Simplicius Simplicissimus, relato realista sobre la Guerra de los Treinta años. Nos comunicó que, por supuesto, conocía a Juan sin Credo y leía con delectación los escritos dispersos de su obra e, incluso, conservaba alguno en su poder, que tal vez adquirió en esta librería de viejo o en aquella feria de segunda mano o quién sabe si se lo había dado el propio autor allá por las postrimerías del siglo XVI en la Alcana de Toledo.

Igualmente, nos felicitó por nuestra gigantesca labor de recuperar toda la doctrina de Juan sin Credo, hasta el punto de obsequiarnos con uno de los documentos pertenecientes a sus índices y teclado. Este valioso texto contenía la fecha del 24 de febrero del 2010 y trataba sobre la dramaturgia de Madre Coraje y sus hijos, con una versión de Buero Vallejo y dirigida por Gerardo Vera en el teatro Valle-Inclán. No queriendo que ni un cañonazo más os tapone los ojos o nos ciegue los oídos, arrojamos las hilarantes palabras del santón nihilista a sus únicos y fieles lectores.

 

 (Apunten: ¡¡ FUEGO !!)

 

Siempre renegaré de las veladas teatrales en martes o miércoles, rompe decididamente mi adocenada rutina y me cuesta luego un triunfo llegar con fuerza al final de la semana. Aunque existen ocasiones para la excepción. La primera de ellas, por no decir la única, es el precio reducido de las butacas con motivo del día del espectador. Pagar casi veinte euros por localidad me parece un lujo excesivo para los tiempos que corren. Otra de las excepciones era volver a reencontrarnos en la sala, dos meses después del fiasco del Bodas en el María Guerrero, con Itxi Estúñiga y Lolo di´a Trives

Entrando al patio fuimos recibidos con una proyección de imágenes y sonidos bélicos. Con posterioridad apareció un número de revista interpretado por Carmen Conesa, rodeada de varios soldados, que cantó, con un tono grave de borrasca, una composición de origen napolitano, escrita a finales del siglo XIX por Aniello Califano y Enrico Canniola, titulada O surdato ´nnammurato.

(Chica de ayer tarde)

Elementos de extrañamiento tan característicos del teatro de Brecht, tantas veces comentados por Buero -como en la nota para el programa de su versión de la obra, editada por Escelicer en 1967- que dejan perplejo al espectador ante el inicio de la acción dramática.

Al fin está dará comienzo con la salida a escena del carromato tirado por la familia Fierling al completo. Este artilugio será la pieza más representativa del decorado en toda la función. Escasas son las escenas en las que no estará presente -como por ejemplo en la de la cantina- porque es el icono de la subsistencia de Madre Coraje. También son importantes, en el global de la escenografía, las columnas con focos que se mueven de izquierda a derecha, o viceversa, según la secuencia dramática y que soportan la llamada quinta pared.

(La familia Fierling)

Para mi gusto, hay un uso excesivo de este elemento visual. Opino que el espectador cuando acude al teatro quiere ver el gesto del actor o la actriz en vivo, nuevo con cada sesión. De esta manera, me parece que la imagen de profundo dolor de la Madre Coraje en pantalla al tener que sufrir en silencio la muerte de Caraqueso es muy significativa pero no deja de ser artificial. Con esto no quiero decir que el trabajo de Álvaro de Luna no sea de calidad, me parece un acierto esas proyecciones de la familia entre las trincheras, sin embargo resta credibilidad al conjunto de las interpretaciones del grupo actoral.

En cuanto al vestuario se puede decir que está bien elaborado. A los soldados se les ha querido dotar de una presencia eterna. Así los elementos que conforman su uniforme mezclan distintas etapas históricas. El morrión, casco de forma cónica con una cresta afilada y alas laterales levantadas, fue muy usado en el siglo XVI y XVII, contexto histórico en el que se sitúa la acción de la obra, aunque también aparecerán otras prendas de los militares del siglo XX. Mientras la ropa de la familia Fielding es oscura y hosca, la de un largo invierno bélico. Más agraciada en el color y en el corte serán los vestidos que lleva Yvette. El predicador, en cambio, tiene una vestimenta bastante anodina con ese sombrero de hongo o el guardapolvos granate.

(Casco Morrión)

Asimismo se pueden señalar como elementos reseñables dentro del atrezzo las ajadas banderas de un bando, (protestantes), o del otro, (católico) que tiene Madre Coraje en el carromato y que las ondeará según el nivel de conquista de cada uno de los ejércitos. De la misma manera para la caracterización de los soldados se empleará un diferente maquillaje en el rostro -cara blanca los protestantes, una cruz negra los católicos-

Continuando con el grupo de actores, confirmo que existe un predominio de la presencia femenina. Son las actrices las que cargan con el peso fuerte de la representación. Gracias a ellas la obra se mantiene. Primeramente con la protagonista, Mercé Aranega, que participa en un alto porcentaje de las escenas pero también he de destacar el excelente papel de Catalina, la hija muda, desempeñado por Malena Alterio.

 

(Madre Coraje y Catalina)

Con respecto a esta actriz, es digna de señalar, casi al final de la obra, la secuencia de su fusilamiento por querer avisar a la ciudad sitiada de la inminente invasión católica, donde la capacidad de expresión mediante sus gestos y sonidos guturales transmiten al espectador un alto sentimiento de conmiseración. Dentro de este triunvirato femenino también se encuentra Yvette, Carmen Conesa, que como señalé con anterioridad, abre la función con un número musical muy efectista.

Sin embargo, los actores están a remolque de las tres mujeres. Tanto los hijos, Fernando Soto en el papel de Eilif (el hijo mayor) y Críspulo Cabezas (en el de Caradequeso) como el predicador (José Pedro Carrió), o el cocinero (Gonzalo Cunill) se diluyen en la gruesa materia de una presencia secundaria para un movimiento escénico coral de soldados, sargentos, reclutadores, labradores o campesinos.

(El Autor)

En resumidas cuentas, una tolerable puesta en escena de una de las obras fundamentales de Brecht por el Gran Funcionario del CDN, con un elevado despliegue de medios técnicos, escénicos y económicos, que convierten a este tipo de teatro en una imposición de la Oficialidad Cultural, predominante frente a los rudimentos ancestrales del drama de otras compañías y otras apuestas que no cuentan con el beneplácito político de turno.

 

Dicen que Rivimar Saavedra de las Conesas y Juan sin Credo se tuvieron que marchar deprisa sin la necesaria puesta en común, después de cada función, en aras del cuidado de su bella cría. Dicen que de camino de vuelta Juan sin Credo pensó que siempre existirán los parásitos que se benefician de las desgracias de los demás, como Madre Coraje, sobre todo -tratándose de los tiempos de paz en los que él vivió- de aquellos ingratos que reciben subvenciones millonarias para mantener un monopolio cultural mientras se habla de alargar la vida laboral de los trabajadores o de congelar el sueldo de tantos funcionarios mileuristas.

(El Gran Funcionario)

 

El caparazólogo que lo caparazologué buen caparazologueador será.

El caparazólogo que lo caparazologué buen caparazologueador será.

 

Entre los destrozos causados en la nave intertemporal por la banda de Pedrito el Faltón y la retirada del carné de conducir por un mes, leve sanción impuesta por la Benemérita, nosotros LOS CIENTÍFICOS FUTURISTAS, no ganábamos para disgustos.

Paseábamos nuestro malestar por los alrededores de los Templos del Consumo, situados en las afueras de la Metrópoli, cuando de una patada rompimos un escurridor que se le había caído a algún despistado cliente. Nos sorprendió el líquido viscoso que manaba de su interior. Rojo mate fluía creando un gran charco donde se reflejaba, en un parpadeo incesante, la figura de nuestro inadaptado Juan sin Credo.

(De una patada rompo el escurridor)

Raudos nos encaminamos hacia nuestra Central de Alarmas para recoger la última tecnología en dispositivos de frecuencia que autentificaran la sombra de esa onduleante visión. Tal imagen significaba la asistencia al espectáculo infantil, dentro de la decimocuarta edición de Teatralia, Me duele el caparazón, dirigido por Jordi Palet Puig, el día 13 de febrero a las 18:00 en el Centro Cultural Pilar Miró. No dejando que se escurra ni una verdura más ponemos a hervir el documento de nuestro hilarante Juan sin Credo para deleite y regocijo de sus únicos y fieles lectores.


Varias son las emociones que se pueden recibir a lo largo de una jornada de descanso. Por la mañana había asistido al velatorio del padre de un amigo mío de la adolescencia. Sin embargo, para la tarde teníamos preparada una festiva jornada de Teatro familiar; además, mi florida manceba, Rivimar Saavedra de las Conesas, había quedado con una compañera suya del trabajo, auxiliar de conversación, de cuyo nombre recuerdo que era Katthy y su lugar de nacimiento, Oklahoma, acompañada de la mano de su tierna infanta, que se llamaba Luzi e hizo muy buenas migas con nuestro unigénito Francis La Ico.

(...empiece ya o el público se va...)

La sala del Centro Cultural Pilar Miro, anexa a la Biblioteca Luis Martín-Santos, es bastante moderna y a la par acogedora, conceptos que en muchas ocasiones suelen estar reñidos. La afluencia de público fue masiva, no quedó ni una butaca vacía. En general, hubo un buen comportamiento por parte de todos, tanto  de los adultos, -que las más de las veces son los peores- como de los niños. Parece ser que el pago de la entrada exige a cambio un mínimo de respeto a los profesionales. Al final, por culpa de algunos maleducados, conseguirán que nos terminen cobrando por asistir a los cuentacuentos.

De fondo, sonaba la música de Luis Miguel, muy acorde con el cercano día de los enamorados. A telón abierto se mostraba un gran semicírculo de pálidos colores. Las dos actrices, Ada Cusidó y Mariona Anglada, entraron a escena con unas enormes cajas huecas de contrachapado. Elementos que tendrán una función muy versátil en el desarrollo de la obra con la consecución de diferentes decorados, adosándose bien entre ellas mismas o bien junto a ese gran semicírculo.

(Las actrices)

Por otro lado, el vestuario, realizado por Fina Capdevila, estaba demasiado influenciado por la línea de la marca Desigual. Personalmente, me prendí por la viveza que puede tener el menaje del hogar, con un magnífico alarde de imaginación y una buena disposición manual en su uso artístico.

Escurridores, perolas de cocina, cazos de la sopa, lámparas o unas manoletinas se convierten en tortugas, cangrejos o mejillones. La trama es bastante sencilla pero con los tres pilares básicos de toda narración bien fundamentados -a saber con su planteamiento, nudo y desenlace-. Nada de experimento vanguardista que pone a los niños de los nervios y obligan a sus padres a tener que abandonar a toda prisa el patio de butacas.

(Juan y su madre)

En definitiva, una buena sesión de teatro infantil la ofrecida por la compañía catalana Farrés Brothers i cia, con un claro mensaje y un merecido final, donde el gran semicírculo de colores pálidos terminó por convertirse en una tortuga mayor, que corrigió a tiempo su enfermo caparazón al haber sido valiente visitando al caparazólogo.

Dicen que Juan sin Credo y los suyos llegaron a casa. Luzi y Francis se pusieron a jugar, Katthy y Rivimar a conversar en una lengua que él no entendía. Dicen que Juan sin Credo se puso a escribir pensando en una lengua universal que todos pudieran comprender. Dicen que llegó a la conclusión de que esa lengua no era posible y que el único lenguaje universal -donde casi todo se puede entender- es el del Teatro.

(Cartel Teatralia 2010)

LA VENUS DE STYLÓ (su agonía)

LA VENUS DE STYLÓ (su agonía)

 

Mi amabilísimo doctor di´a Trives:

Finalmente estuve investigando sobre la desnuda figura de terracota que se había encontrado en las actuaciones realizadas para mejorar la calidad del tráfico, cercanas a la Sala del Montacargas. Parece ser que era una deidad femenina que rendía culto al legendario Tespis, considerado por la tradición como el iniciador de la tragedia y que, según Aristóteles, fue el primero en introducir a un personaje.

(Divinidades asociadas a la tragedia)

Por otro lado, me pareció sorprendente el parecido de esta figura con la de Ester Bellver, musa de la escena de dicha Sala durante parte del otoño y principios del invierno de la temporada 2009-2010, con un éxito absoluto.

Esta actriz debutó con dieciséis años en mundo del espectáculo trabajando como bailarina de Revista. Ha desempeñado papeles en nuestro teatro áureo, como en El Caballero del Olmedo, dirigido por José Pascual, o en el Burlador, (Dam Jemet). Así como en nuestros clásicos contemporáneos, como en Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte (José Luis Gómez), en Luces de Bohemia (Helena Pimienta), y Divinas palabras, (Gerardo Vera). Además en un sinfín de obras más como Las Troyanas (Eusebio Lázaro) o Fausto (Götz Loepelman) para recalar, definitivamente, con su apuesta personal arrolladora que tiene su próxima cita el próximo viernes 26 de febrero en el Teatro de la Iglesia de San Nicolás en Segovia.

(Iglesia de san Nicolás)

Así es la correspondencia de los fanáticos de la doctrina del incoercible Juan sin Credo. Mientras, la pesadumbre se había apoderado de nosotros, Los Científicos Futuristas. ¡Vaya faena que nos había hecho la Benemérita! Aunque pensándolo bien, tenían su disculpa si se beneficiaban las vidas humanas pues ya en nuestro tiempo las víctimas en los accidentes de tráfico se habían reducido en un alto porcentaje.

Pasábamos el hastío de la inactividad en nuestra Central de Alarmas cuando se encendieron las luces de aviso. Desde el Museo de Arte Abstracto Español, situado en las Casas Colgadas de la ciudad de Cuenca, nos llegaba una señal de urgencia. Entre las níveas paredes de tan laberíntico Museo, donde se encuentran las sugerentes formas del conocido delinialista de la ciudad -cercada por las mansas aguas del Júcar y del Húecar- Fernando Zóbel, apareció, misteriosamente, un lienzo con unas pinceladas desfiguradas que pretendía imitar la figura ancestral de una deidad femenina dedicada a Tespis.

(Casas colgadas)

 Al haber dado positivo en un control de alcoholemia y retirarnos durante un mes el carné de naves intertemporales, decidimos adelantar nuestros relojes y presentarnos a principios del 2011, cuando el AVE, con varios meses de retraso en su inauguración, paraba ya en dicha ciudad camino de las tierras del Levante. Nuestros detectores de frecuencia delataron la impostura. No era arte abstracto, ni siquiera era flecha que podía competir en ARCO. Era algo distinto, un texto de nuestro idolatrado Juan sin Credo, fechado a 12 de febrero de 2010 en la Sala Montacargas, cuando asistió a ProtAgonizo de Ester Bellver. No queriendo retrasar ni un brochazo más mostramos, a sus únicos y fieles lectores, la paleta policromada nihilista de su imaginación para deleite y disfrute de sus escasos ratos de ocio.


Nuevamente crucé el río para encontrarme con el maestro Juan Antonio que me había insistido, ya desde finales de diciembre, para que viera ProtAgonizo. Departimos breves palabras cargadas de sosiego mientras esperábamos para subir al patio de butacas. En la sala -no apta para claustrofóbicos- el aforo completo, tanto que tuvieron que poner butacas en escena. Me quité el abrigo y la bufanda y apagué el móvil.

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(Oye tú, tú que me miras...)

Tardaron en empezar colocando al público. La última en entrar fue la mejor actriz, según la academia cinematográfica española, en la gala de los Goyas que se celebraría dos días después. Para mi, casi dos horas más tarde, fue Ester Bellver, de la que la premiada también dio cuenta al acompañarla con estruendosas carcajadas y un fuerte batir de palmas desde su butaca en el escenario.

Frecuentan, ocasionalmente, mis retinas los desnudos cuando llega el estío y me marcho a la costa pero en escena siempre había sido reacio al desnudo sin fundamento. Ahora, cuando tal desnudo representa la configuración intrínseca del personaje me admira su tesón y valentía de enseñar su intimidad sin tapujos ni remordimientos. Grande y única en la escena como en las primeras tragedias griegas, donde el público representamos, a su vez, el papel de corifeo mudo pero repleto de sentidos.

(El decorado)

Tres espejos, uno en el centro y los otros dos a cada lado de forma oblicua, proyectaban la imagen repetida de Ester. Actriz total que maneja todos los registros y que irá desengranando, delirantemente, cuadro por cuadro, múltiples episodios de la vida en la que cada uno de nosotros somos el protagonista.

Retazos de su infancia, proyectos inacabados de su adolescencia, fracasos en la juventud, mediocridad en la madurez. Insatisfacción constante de las etapas por la que se sucede nuestra trayectoria existencial, marcadas con el ácido barniz de la ironía que hace brotar una desgarrada sorna, tan necesaria para la supervivencia del individuo.

(La gran Ester)

Destacaría el número de la primera menstruación. El mensaje que llega al espectador es, permítanme la expresión, sublime. La tragedia que supone el crecer, el temido paso del tiempo, la conciencia que se va adquiriendo por el abandono de uno de nosotros -la niña que muere-, para tener que ser otro más, otro distinto se muestra mediante el gesto de unos tiznajos de cera roja sobre las ingles. Una mínima señal para un significado enorme y trascendente.

También me gustaría señalar la crítica mordaz que se plantea a lo largo de las escenas sobre la educación religiosa recibida por Ester. Una educación, a todos modos, castrante, inadecuada, intolerante con los desdichados espíritus libres como los de la protagonista.

(Cartel anunciador)

En resumidas cuentas, una afortunada velada en la que se paladea con placer el elaborado trabajo de una esforzada actriz, que lleva tantos años peleándose sobre los escenarios para terminar siendo la mejor protagonista de su mejor obra, la de su propia vida.

Dicen que Juan sin Credo se despidió del Maestro que estaba en compañía de Chema de la Peña, no sin antes adquirir el texto de ProtAgonizo que leyó con devoción durante el viaje de vuelta. Dicen que Juan sin Credo observó su fragilidad literaria sin una presencia escénica que le proyecte el último contenido. Dicen que Juan sin Credo pensó que ese texto y la actriz son inseparables como son inseparables nuestras vidas de nuestras actuaciones diarias y que el fin de nuestra vida da muerte a nuestro texto dramático. Dicen que al llegar a su destino encendió su móvil y vio que había recibido un mensaje de un amigo de su adolescencia en el que le decía que había fallecido su padre. Fin del espectáculo, de la tragedia. Para ese padre había acabado el protagonismo.

(Requiescat in Protagonizam)

Pujalte, Cámara: ¡¡FICCIÓN!!

Pujalte, Cámara: ¡¡FICCIÓN!!

 

Mi piadosísimo Postrergénito López:

Finalmente recabé aquellos datos que me solicitaste. Ya sabes de la formación británica de Itxi Estuñiga, pues yo como tú soy de la cepa hispana. Insiste mi diva en recordarme una y otra vez la archiconocida cinta de Shakespeare enamorado, aunque también son importantes otras obras suyas como Rosencrantz y Guildenster han muerto, cuyos protagonistas son los personajes de la obra de Shakespeare, La costa de la Utopía, trilogía (Viaje, Naufragio y Rescate) que nos muestra una reflexión sobre la literatura y el arte durante el segundo tercio del siglo XIX, Rock´N´Roll, de estreno inminente en el Matadero y, por supuesto, Realidad (The Real Thing), a cuya puesta en escena asistió el inenarrable Juan sin Credo...

(Cartel de la archiconocida película)

Una vez más aireamos la correspondencia inédita e insólita de estos dos fanáticos de la doctrina de Juan sin Credo. Idólatras de su conciencia crítica, que como ya sabemos tiene un acentuado carácter nihilista, absurdo y filo-cartesiano.

Mientras tanto, esa noche nos tomamos los Gin-Tonic más sabrosos de toda la capital pero, finalmente, el precio a pagar fue excesivo. Nuestro nave intertemporal topó con un control de alcoholemia protagonizado por la Benemérita. El vehículo presentaba todos sus papeles en regla, cuando al soplar en aquel cacharro...¡¡Se marcó en positivo un documento de Juan sin Credo!! Ante nuestro tan espontáneo entusiasmo, el señor agente nos advirtió del previo pago del importe. Cuatrocientos euros, cuatro puntos menos del carné de conducir, además de su suspensión por un mes.

(El Reglamento es el Reglamento)

Este etílico texto mostraba la visita al María Guerrero, el 5 de febrero de 2010, donde se estaba representando Realidad de Tom Stoppard, una versión de Juan V. Martínez Luciano, bajo la dirección de Natalia Menéndez. No queriendo que se derrita ni siquiera un milímetro cúbico de ningún cubito de hielo, llenamos de nuevo la copa de la vida para el deleite de los únicos y fieles lectores del embriagado Juan sin Credo.


Sonaron las trompetas de la Fiesta del Teatro. La llamada a las butacas venía convocada por el multiforme Padre de las Criaturas, el gran Juan Manuel Romero. También vi a algunos de sus hijos, Javier y Karlos, Prisioneros en Mayo por la cautividad de su especie. Del mismo modo, llegó el maestro Juan Antonio, incluso la de los precisos análisis tras una labrada experiencia como espectadora, Maritxu, amiga cercana del maestro. Por mi mano, algunos habituales, Jimena del Mar Mediterráneo y su alegre mancebo, Carso el Neperiano, mi político Bolicéfalo Saavedra de las Conesas y, por primera vez, la discreta y sencilla SoniBaMa The Teacher.

(La última del Padre)

Al entrar a medio telón, el escenario mostraba una enorme estructura de madera dividida en tres espacios, siendo el central la suma de cada uno de sus lados. A su vez, tras la segunda escena, se observaban dos alturas, aunque la superior tenía, sólamente, una función ornamental. Mareaba el vértigo constante de subida y bajada de puertas -bien de metacrilato, bien de madera- con cada uno de los cambios de las secuencias. Además el Deus ex machina, que elevaba desde el subsuelo a algunos personajes, fue, a mi parecer, una nota excéntrica que rompía en mil pedazos la verosimilitud que intenta proponer el texto principal del autor.

En cuanto al decorado, estaba compuesto por unas piezas cuadradas de goma-espuma abatibles, que se convertían bien en camas, en sofás, butacas de tren o mesas de estudio....En fin, excesivo alarde de ahorro, aún en los tiempos que corren, de mobiliario realista. Sorprendieron, con una aportación en un punto desestabilizadora, las mozas de cuerda -al estilo Burguer King sobre todo por sus gorritas de visera-, desplazando, en la oscuridad del telón abierto, dichos cubos de un lado para otro.

(El autor)

En cambio habría que resaltar, positivamente, la técnica audiovisual, la cual está muy elaborada. La imagen embauca, sobre todo, como es el caso, si el texto tiene tanta sumisión a la tiranía del cinematógrafo. El paso del tiempo con las inclemencias meteorológicas de fondo sobre el árbol que se despoja de sus vestiduras para volver a renacer me pareció un gran acierto. También me gustó el fuego de la chimenea, cuando se aumenta el zoom. Fuego que queda remarcado, a su vez, con un potente foco de luz naranja, llegando casi a incendiarnos las pupilas.

Asimismo, se debe subrayar la ambientación musical -viga maestra de la dramaturgia- concatenada de forma magistral con el texto dramático. Todo el imaginario pop anglosajón de los años ochenta, -desde la apertura con Karma Chameleon de Culture Club, hasta el cierre con Rama lama ding dong de Rocky Sharpe and The Replays- se encuentra destilado, acorde tras acorde, durante el transcurso de la obra. También aparecerán algunos otros fragmentos de música clásica de Vivaldi, Strauss o Verdi.

(El actor)

Continuando con el vestuario, se puede decir que era elegante, moderno y muy variado. Destacarán los trajes sobrios de Javier Cámara y los vestidos sugerentes de María Pujalte, en seda, lino y algodón. Estupendo trabajo el realizado por la figurinista María Araujo que ha sabido leer la actualidad del texto buscando en los almacenes comerciales de las grandes firmas sin tener que acudir a una confección de elaborados diseños.

Tratándose del elenco, elegiría la fascinación que ejerció el trabajo de Javier Cámara. Metido hasta la médula en la piel de su personaje, Henry, fue capaz de transmitir, en menos de dos horas, la transformación de un individuo carente de sentimientos en otro más humano, más cercano, gracias al amor que emana de los otros, especialmente el del personaje de Annie, interpretado por María Pujalte, -magnífico contrapunto para la plena identificación actoral de Javier-. Me pareció significativa la escena, casi al final de la función, cuando, en un segundo plano, se ve, proyectada sobre el público, su sombra abatida. Signo de su rendición ante la inevitable evidencia de la promiscuidad de su amante, una debilidad surgida por medio del interés que le suscita un ser humano que no está dentro de él mismo.

(Los principales)

De los otros actores, apunto la buenas maneras que se vislumbraban en la jovencísima figura de Patricia Delgado, Debbie. A pesar de su escasa participación –un único cuadro- aprovecha muy bien su oportunidad. No se cebó en su papel de niña bien venida a macarra, para así llevar la contraria a unos padres liberales que nunca la atendieron con verdadera afectividad. Sin embargo, he de comentar que Juan Codina se puso el listón muy alto con su excelente interpretación la temporada pasada de don Igi, el Indiano, en La cabeza del Bautista y en esta ocasión le cuesta impregnar de veracidad a su personaje Max.

En definitiva, buena dramaturgia de una difícil obra, debido a los múltiples escenarios que contiene, de Tom Stoppard, con un mensaje existencial cifrado en la evolución de un individuo, desde su primitiva identidad ególatra hacia una dualidad que le configura una actitud aperturista del Ser, donde, finalmente, la fidelidad se convierte en un ideal carente de significado y prima un amor incondicional que supera cualquier tipo de convencionalismo social.

(La dramaturga)

Dicen que Juan sin Credo había estado entretenido contemplando la función de Realidad. Dicen que pensó qué distintas experiencias se sienten en los mismos lugares y si hace mes y medio había salido despotricando decepcionado de Bodrios de Sangre está vez estaba más satisfecho. Dicen que sólo un cuarteto no hace soneto pero sí si son dobles, aunque no hubo terceto, pues echaron de menos a los Condeses de Abascal. Dos botellas de vino del Bierzo, apellidado Utaris, y dos copas de más les hicieron de menos y a las dos se marcharon los dos, el político Bolicéfalo y Juan sin Credo cada uno por su lado. Los otros dos vieron a otros dos vestidos de verde marciano con un extraño aparato en la mano. Dicen que Jimena del Mar Mediterráneo le dijo a Juan sin Credo que ese extraño aparato en realidad, no de Stoppard, se llamaba alcoholímetro.

(Por un mal soplido)

Astracanada en nuestra opinión

Astracanada en nuestra opinión

 

Mi amantísimo doctor Di A´Trives:

Una vez más vuelvo a manifestar mi agradecimiento por tu interés en la búsqueda sobre ciertos datos que me hacían falta para corroborar la doctrina de mi admirado Juan sin Credo.

Puedo suponer que el valenciano Guillén de Castro gustaba de una animada tertulia en su ciudad llamada la Academia de los Nocturnos, además de gran admirador de la obra de Lope, a quién dedicó la Parte primera de sus comedias en 1618. Desgraciadamente su temperamento fue tal que no logró conservar la amistad de los que le ayudaban, y murió, paupérrimo, en el hospital de la Corona de Aragón el 22 de julio de 1631...

 

Hasta aquí los puntos que más nos interesan de la correspondencia entre Lolo di A´Trives y Postrergénito López, en esta ocasión referidos a un autor levantino y levantisco, el cual puede atribuirse la creación de la comedia de figurón, posteriormente desarrollada y encumbrada por Agustín Moreto y Cavana en su obra El lindo don Diego. Nosotros nos centramos, no tanto en la veracidad teórica sino en la espontaneidad del texto espectacular. De ahí nuestra obsesión por descubrir todos y cada uno de los documentos de nuestro idolatrado Juan sin Credo.

(Perfumes de moda)

Para entonces la llamada provino de una importante cadena de perfumerías. Sucedía que su producto de cosmética más innovador despedía un fuerte aroma a rebelión y librepensamiento. Tanto era así que estaba dispuesta a intervenir la Consejería de Seguridad e Higiene de la autoridad competente de signo ultraconservador que defendía el olor a santidad. Pusimos en marcha todas las alarmas, pues la oferta era suculenta: un bono en afeites para todo un año. Cuando llegamos se nos cayeron todos los pelos de la barba al descubrir otro texto crítico del gran libertino. El 14 de Enero del 2010 había asistido a la sede temporal de CNTC en donde la Compañía invitada Teatres de la Generalitat puso sobre las tablas El Narciso en su opinión, de Guillén de Castro, bajo dirección escénica de Rafael Calatayud.

Días son de fiesta del teatro cuando te ves rodeado de un grupo de compañeros y amigaspresumiendo de lo que menos sabemos pero más hemos estudiado. Público peligroso aquel que se agarra a la butaca con una amplia cultura libresca y varias tardes de telón y bambalinas. Los Condeses de Abascal, Jimena del Mar Mediterráneo y su mancebo Carso el Neperiano, Alonso de Cartagena Egáleo, Luz Sonora de la Partitura...En fin gente elegante del pensamiento con muchas hojas de programas de mano, castizos, puristas y respetuosos con el patrimonio cultural del nuestro teatro áureo.

(La Estrella de Sevilla)

Evidentemente pensamos que una actualización de los clásicos puede ser positiva para intentar que un mayor número de espectadores acuda al teatro. Nos acordamos, por ejemplo, de la reciente puesta en escena de la Estrella de Sevilla realizada por el director de CNTC Eduardo Vasco (http://postrergenito.blogia.com/2009/060101-la-constelacion-cntc-brilla-con-la-estrella-de-sevilla.php). Sin embargo, nunca estaremos de acuerdo con una ridiculización exacerbada de los mismos, ya que nos parece una tremenda falta de respeto a la tradición y a aquellos autores que la representan. Se nota que es el primer acercamiento de Calatayud a los clásicos y esperamos que sea el último si sigue por este camino.

No importa tanto que el espacio escénico muestre una galería de moda al estilo Lafayette con tres niveles de altura, siendo el espacio intermedio atravesado por una cristalera transparente por donde se ve corretear a los actores. Tampoco es para tener en demasiada consideración el vestuario moderno que presentan algunos de los actores, incluso las pistolas por las espadas o la música de película cómica entre escenas. Hasta se puede permitir el tono de vodevil escaleras arriba, escaleras abajo y el abrir y cerrar de puertas casi permanente.

(Logotipo Teatres)

Pero no, no se puede tolerar el vestido de Reina Putón del Carnaval del Encaje con Bordón de Cortinón, colgando de sus partes pudendas, que se pone la criada Lucía, Ester Vallés, para engañar a don Gutierre. No, de ninguna manera, simplemente es bochornoso. Por no decir el traje de Carpanta con el que se viste don Pedro, Juansa Lloret, o el disfraz del botones Sacarino que lleva el personaje refundido del criado, paje y escudero, Carlos Amador, o los calcetines con sandalias o zapatos de tacón de Mencia, Laura Useleti, o Inés, Victoria Salvador. Figuras que parecen todas ellas sacadas de las páginas más cutres de los tebeos

En definitiva, una apuesta fallida que se regodea en la exageración de los gestos y caracteres, tirando por la borda un excelente trabajo del grupo de actores, donde destaca el personaje de Tadeo, interpretado por Xavo Giménez, y, por supuesto, la figura del atildado presumido don Gutierre, papel desempeñado por Manolo Ochoa.

(Xavo y Manolo)

Dicen que Juan sin Credo no daba crédito a los que estaban viendo sus sorprendidos ojos. Dicen que se entristeció por el trato que recibe el Teatro Clásico en numerosas ocasiones y que pensó en las extravagancias y el mal gusto de alguno de los dramaturgos contemporáneos. Dicen que cuando pasaron por la Plaza de la Cebada y vieron el cartel de la obra Sexos, señalaron la semejanza intelectual entre los dos montajes teatrales.

(¿Teatro Clásico?)

 

 

Hombre sin pieda(d)=(d)es-esperado o El Roscón con Nata de las Navidades

Hombre sin pieda(d)=(d)es-esperado o El Roscón con Nata de las Navidades

 

Mi magnánimo doctor di A´Trives:

No he conseguido que mi ánimo se sosegara hasta que no comencé esta presente misiva. ¡Qué placer llegar con el postre y releer, nuevamente, al impetuoso Juan sin Credo ! Bien te puedes imaginar el disfrute de la dulzura empalagosa de este bizcocho relleno con nata y salpicado con frutas escarchadas más las polémicas encendidas de tan radiante crítico.

En este momento, las páginas entre las que me pierdo tratan de David Mamet. -Si hombre, si- Acuérdate de su origen eslavo y religión semítica, sus inicios con la St Nicholas Company, el estreno neoyorquino en 1975 de Perversidad sexual en Chicago, en el St. Clements Theatre del circuito Off-Off Broadway que le abrirá el camino de la representación en Broadway de El búfalo americano ese mismo año.

(David Mamet)

-No te suena-, pero doctor. ¡Qué despiste! Espera que voy a coger otro trozo de este delicioso Roscón. Te comentaba que este dramaturgo, -coof- nacido en Chicago, es el autor de Glengarry Glen Ross -ejem, ejem-, premio Pulizter de 1984, cuya versión cinematográfica, -grunch, grunch, grunch- de 1992 llevaba el título de Éxito a cualquier precio. Disculpa -tuf, tuf, tuf, tuf- voy a beber un poco de agua, -aghg, aghg, aghg, aghg, aghg-, creo que me he atragantado, -coof, ejem, grunch, tuf, aghg...

Ésta es otra de los cartas del epistolario inédito en poder de Lolo di A´Trives sobre Postrergénito López. Por su puesto que no nos incomoda la pregunta de dónde y cómo conseguimos esta valiosa documentación que confirma el interés por el inquebrantable Juan sin Credo. Dado los numerosos viajes que por todo el mundo hacía el doctor di A´Trives, un día, a finales de diciembre, de trayecto hacia Barcelona, llevaba el maletín de su correspondencia con motivo del XV Congreso sobre el Nihilismo Doctrinario Contemporáneo, donde pensaba exponer una comunicación sobre la influencia de Juan sin Credo en la exégesis quietista.

(Andenes de la estación de Sants)

Con la hora justa, salió pitando en dirección a la salida de la estación de Sants, dejándose olvidado dicho maletín en el vagón. El equipo encargado de la limpieza de los trenes lo dejó en la oficina de objetos perdidos y ésta lo tramitó al servicio postal. Como durante aquellos días la mayoría de las cartas tenían el destino del lejano Oriente, toda esta correspondencia inédita fue a parar, en una única valija, a manos de los Reyes Magos, que se pusieron en contacto con nosotros, visto el interés que siempre habíamos mostrado por rescatar todo lo relacionado con la palabra del denostado crítico de la cultura Juan sin Credo.

Paralelamente, recibimos una llamada del Hospital de San Rafael, pues en el estómago de un paciente se había encontrado un adornito pueril, de ésos que se encuentran en los Roscones de Reyes, que contenía una extraña y oculta inscripción. No lo dudamos: Juan sin Credo. Así fue; otro éxito para nuestros eficaces medidores de frecuencia. Tal documento estaba fechado a 3 de enero de 2010 y trataba sobre la puesta en escena de Glengarry Glen Ross bajo dramaturgia de Daniel Veronese en el Teatro Español. Pensando siempre en el disfrute de sus únicos y fieles lectores pasamos a continuación a transcribir su hilarante y lúdica doctrina.

(De nuevo Veronese)

De vez en cuando me gusta empaparme de soledad para sobrevivirme como individuo y poder contemplar con detenimiento la naturaleza humana. Se había adelantado el pistoletazo de salida de las rebajas y hordas de sapiens consumistas copaban las escaleras mecánicas de la parada de metro del Templo Comercial.

El centro de la ciudad también se tornaba angustioso, con las aceras impracticables de peatones ávidos del último regalo como si de la última copa se tratase. Llegué con tiempo al Español y ascendí a los techos, compañero de la gigante lámpara de lagrimones, espectadora sempiterna de éxitos y fracasos a lo largo de los tiempos.

(Prima hermana de la lámpara del Español)

El escenario abierto a 90º, cuya bisectriz parte del punto medio de las tablas, nos muestra un espacio con tapices de motivos orientales a la izquierda del espectador, mientras que a la derecha se encuentran dos mesas de camilla, separadas por una bambalina con gasa transparente. Todo ello iluminado con un potente color rojo. En primera línea, otra mesa a la izquierda y un sillón de sky a la derecha. También un teléfono, humo de cigarrillos y whiskies solos con hielo o sucedáneos de la utilería.

En este espacio escénico, como es sabido, se desarrollan los tres primeros cuadros del primer acto, en el cual se nos van presentando los personajes. Mencionaré el añadido introducido por Veronese del problema de salud de la hija de Levene que no aparece en la obra de Mamet, quizá para dotar de mayor dramatismo o justificar como desesperación la codicia del personaje.

(Levene, a la izquierda, satisfecho)

En el segundo acto, la pared de la izquierda, donde aparecían los tapices y un máquina prediluviana de tabaco, bascula hacia la derecha mostrándonos el espacio de una oficina con un mobiliario de los ochenta, siendo ahora la zona izquierda del espectador un lugar cerrado donde serán interrogados los personajes. Finalmente, el fondo de la escena servirá como entrada de dicha oficina.

El vestuario consta de trajes de chaqueta, sobresaliendo el elegante azul tiburón de Richard Roma. La música apenas tiene presencia, excepto para el cambio de acto con unos mínimos acordes. El juego de luces, como se ha señalado, tiene especial importancia en el primer acto.

(El grupo de actores)

Como casi siempre Veronese tira de la fuerte presencia del actor, para ello cuenta con un elenco excepcional, Carlos Hipólito, -Levene- Ginés García, -Williamson- o Gonzalo de Castro, -Roma- son los pilares fundamentales sobre los que se sustenta la acción teatral pero no hay que dejar de lado la magnifica interpretación del voraz Moss, por Alberto Jiménez, el derrotado Aarronow, -Andrés Herrera-, o el pusilánime James Lingk, Jorge Bosch. Sólo puedo reprochar las inexistentes contrarréplicas a tan furiosos y desproporcionados insultos y vejaciones que en el transcurso de la obra reciben alguno de los personajes. A mi parecer, resulta inverosímil -quizá por el origen de mi sangre caliente- tanta frialdad en las respuestas que rebaja en un punto el máximo de la tensión dramática.

En definitiva, una entretenida puesta en escena, con un texto insulso, desde el punto de vista estético, cargado de improperios, bombardeado con diálogos entrecortados que provocan el equívoco, la confusión, la vis cómica, triunfo de una cultura mediática que se escapa de los devaneos filosóficos y hondos que debe perseguir todo documento que se precie de tener un mínimo valor literario.

(Escena en la oficina)

Dicen que a Juan sin Credo no le extrañó para nada el éxito que estaba teniendo Glengarry, pues era un fiel reflejo de la sociedad actual: personajes con una fe obstinada en el dinero fácil y en el éxito cueste lo que cueste, donde tanto más vales cuanto más tienes. Dicen que de vuelta a casa, esta vez en autobús, vio como la fila de vehículos para entrar al parking del Templo Comercial era kilométrica. Dicen que al pasar por la pastelería, camino del portal, no pudo resistirse al olor y compró un Roscón de Reyes con nata y abundante fruta escarchada.

(Roscón de Reyes)