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Juan sin Credo

¡¡ Qué lío de hilos !!

¡¡ Qué lío de hilos !!

 

Siempre alerta, siempre atentos, siempre bajo aviso. Curioseando entre papeles y maletas. Husmeando por aquí y por allá. Ojeando detrás de las estanterías y encima de los armarios. Azuzando a los sabuesos desde los zaguanes en el rito inicial de nuestra búsqueda. Así van saliendo, uno a uno, todos los documentos críticos del inolvidable Juan sin Credo. Pensador filonihilista entroncado -gracias a unos estudios reveladores que saldrán, próximamente, a la luz- con la escuela quietista del heresiarca Miguel de Molinos.

Esta vez el azar jugó de nuevo un papel relevante para que el descubrimiento nos llenara de gozo. Despachábamos nuestros asuntos en el lugar ameno, al pie de la colina, donde solemos poner en orden toda la documentación que pensamos puede pertenecer a nuestro idolatrado libre-pensador, cuando, sorprendentemente, vimos rodando cuesta abajo cinco ruedas de un carruaje de títeres anglosajón, germano-normando o eslavo-postsoviético. En la quinta rueda, -the fifth wheel, propiamente dicha- que se desvencijó al romperse sobre los muros que nos encierran, apareció, no sin causar entre nosotros el mayor estupor posible, este festivo escrito que a continuación vamos a reproducir para deleite de todos nuestros lectores ávidos de la colorida fiesta nihilista de nuestro olvidado y abandonado Juan sin Credo.

Señoras y señores el gran espectáculo de títeres comenzó tras media hora sentados a una espléndida solanera, piedra sobre piedra -fragor de inquietud- niños sobre adultos, Plaza de san Martín abarrotada.

El Gran Políglota es el conductor de esta fantástica tropa de muñecos -en cuatro manos prodigiosas, cercanas a la prestidigitación- que nos harán morder un bocado de la felicidad durante un mediodía del mes de mayo del año del señor de 2009, en la eterna ciudad de Segovia. Uno tras otro van apareciendo los números musicales, bien anclados en la tradición, bien en la absoluta modernidad, que irán amenizando el sufrir de nuestras maltratadas posaderas en tanto tiempo contrahechas.

La coordinación de la pareja es asombrosa, su movimientos crean una sensación de vida en esos trozos de trapo que maravillan al público. La complicidad entre ellos aumenta el grado de satisfacción: un pequeño gesto... una ligera sonrisa provoca un resultado provechoso que relanza el nivel del espectáculo. Minúsculos matices de caracterización, tal vez un gorro o una peluca, son las únicos complementos que emplean esta pareja enlutada para completar el acompañamiento, en un segundo plano, de sus elaborados muñecos.

Destaca el número de la bailadora de la danza de vientre, que sale desde dentro de un recipiente cúbico, despertando la libido del muñeco turco, a la vez que el público más adulto se arranca en unas estrepitosas carcajadas. También existen las actuaciones dedicadas a los niños, algo más simbólicas y sugerentes, como el de la mariposa y el camello. Los esqueletos rockanroleros proyectan una elevada potencia escénica. Del mismo modo, el pase de los jinetes mexicanos presenta tres muñecos sobre las tablas, cantidad que se verá multiplicada por la apoteosis final del carromato gitano. Por último, el Gran Políglota, batuta directora de esta alegre y divertida función, se descubre después de un excepcional baile sin hilos con la música del sin igual Michael Jackson.

Dicen que Juan sin Credo batió estruendosas palmas y gritó clamores y vítores en ruidosa algarabía. Dicen que los suyos y Juan sin Credo marcharon a lo populoso de la calles con titirimundi, hablando sobre las posibles mejoras de la actuación. Juan sin Credo dijo que si distorsionaba la música. Lolo di Atrives dijo que si la pareja participaba activamente, restando protagonismo a los muñecos. Ángel del Mendi dijo que si lo artesanal primara sobre lo virtual de nuestros tiempos, el ser humano no estaría tan insatisfecho.

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