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Juan sin Credo

Gamoneda sigue en su rincón? II

Gamoneda sigue en su rincón? II

La obra poética de Antonio Gamoneda destaca por su constante reelaboración en un proceso de reescritura que tiende a la esencialización. Su poesía tiene una arraigada base visionaria con un fuerte peso irracionalista, además de una pesada carga simbólica. Esa sustancia hermética se traduce en una serie de signos sin conexión alguna con el mundo de lo inteligible.

Desde mi punto de vista tres son las obras con mayor relevancia dentro de esa unanimidad, de ese texto suspenso y no definitivo en el que se convierte toda su creación. El primero sería Blues Castellano, escrito entre 1961 y 1966, censurado en su día y publicado en 1982. Libro influenciado por los cantos fundacionales del jazz en su vertiente profana, el blues, y religiosa, el spiritual, además del modelo del poeta turco Nazim Hikmet, donde se observa una simbiosis entre el compromiso político y la exaltación de la intimidad.

Se podría considerar este conjunto de poemas como la única aportación a la poesía social del autor, aunque pesa más la atmósfera opresiva de tristeza enunciada desde el sentimiento. La temática de esta obra gira en torno a la exposición de la injusticia en su vertiente solidaria y compasiva, reflejada en un escenario colectivo. También destaca una visión del sufrimiento como un asunto natural, adherido al deseo, convirtiéndose ambos en el motor primario de la vida.

Las formulaciones rítmicas se establecen conjuntamente con los modos tradicionales de la canción popular, en lo que se refiere a los paralelismos, reiteraciones y anáforas, más un tejido sintáctico que consiste en la supresión de enlaces argumentales, la reducción de jerarquías sintácticas complejas y en las asociaciones primarias de un lenguaje sencillo e inocente.

Todo este marco del sentimiento se caracteriza por una tonalidad narrativa y la presencia de una anécdota sin desarrollo argumental, además de una cuidada selección de detalles que no son más que unos relieves de sensación con una clara tendencia a lo simbólico. Personalmente, me quedo con la segunda parte del libro donde destacan los poemas Blues del cementerio, Blues del amo y Blues de la casa.

La segunda obra, en orden cronológico de composición, es Descripción de la mentira, finalizada en su primera versión en La Vega del Boñar, bajo los últimos días del año de 1976, que, según mi parecer, será la encargada de marcar un hito en la trayectoria poética de Gamoneda, al ser depositaria de una voz propia y única que se refrendará en sus posteriores trabajos.

Con Descripición se inhala un espantoso aliento visionario de una espesa textura simbólica, que teje una tupida y vasta madeja de hermetismo, marcando un elevado valor de enigma para convertir el texto poético en un elemento incomprensible donde se emprende, entonces, la construcción de una conciencia realizada por un sujeto omnipresente y radical, turbado en su propia percepción del mundo.

El planteamiento del libro, estructurado unitariamente, tiene una concepción narrativa en el que se presenta la confesión de un naufragio personal e histórico mediante una oleada sucesiva de pensamientos, atenta al tempo musical, sin apenas avances semánticos posibles. Se emplea el versículo desde los recursos propios de la poesía salmódica, siendo los más frecuentes los paralelismos sintácticos y las reiteraciones anafóricas. Las constelaciones temáticas son recurrentes mediante una diseminación de los conceptos a lo largo de todo el poema.

El lenguaje está fuertemente poetizado, ajeno al habla cotidiana, formado por unos constituyentes relacionados con lo legendario, rural, mágico, enigmático, onírico e irracionalista. Las imágenes pertenecen al mundo primitivo, oscuro y natural, tratadas con un sencillo simbolismo donde existe una armoniosa convivencia de lo abstracto y lo sensorial.

Por último, la tercera obra de mayor prestigio de Gamoneda es el Libro del frío, de 1991, considerado por la crítica como la cumbre estética del autor, aunque como he citado mi admiración se queda con Descripción. Este poemario no presenta novedades métricas con aquel, pues sigue empleándose el versículo. Sí se reduce ese verbalismo enfático característico de Descripción, que se demuestra con una ausencia de elementos ornamentales, una reducción de la entonación mayestática y un lenguaje poético menos exuberante. Aparece un yo omnipresente, tamizado con soportes autobiográficos, impasible ante el vacío cósmico que se vislumbra ante la idea de la muerte percibida inminentemente.

Tras estos arduos prolegómenos, espero que clarificadores de ciertas dudas tenidas por el respetable, volvamos al momento en el que Luis Alberto de Cuenca presenta con unas breves y jocosas palabras a Gamoneda y se retira a las primeras sillas del público donde apaga su móvil y empieza la conferencia. 

Sin embargo, antes de volver comenzar, no quisiera dejar de citar la recopilación de estudios sobre la obra poética de Gamoneda, El curso de la edad, publicada durante este año en la editorial madrileña Abada y realizada por Miguel Casado, así como una útil antología de su obra, llevada a cabo por Ángel L. Prieto de Paula en la Colección vuelapluma de Edilesa en el 2002, que contiene una buena guía didáctica, como también otra serie de recursos pedagógicos para un acertado aprendizaje de sus coordenadas poéticas fundamentales.

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