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Juan sin Credo

Compañeras de viaje

Compañeras de viaje

La reseña con saña

 

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de la escritora maña Soledad Puértolas, Compañeras de viaje, publicada por la Editorial Anagrama en marzo de 2010.

 

Parece que el libro está compuesto por quince relatos que tienen en común, la mayoría de ellos, un sentimiento de añoranza sobre un momento puntual, ocasionado durante un viaje, que influyó de una manera determinante en cada uno de los personajes tras los que aflora ese recuerdo.

 

Parece que, por lo tanto, la voz narrativa bien está en primera persona y es una mujer –la predominante- bien es de hombre o bien está en tercera persona y es una voz vicaria de los sucesos narrados; como ocurre, por ejemplo, en el penúltimo relato Masako, en el que la voz se cede de Alicia a la joven estudiante japonesa que tiene el mismo nombre que la princesa deprimida de ese mismo país. Incluso se encuentra una muestra del género epistolar, como en el relato Despacio, en el cual la madura cantante mexicana escribe una carta a Elena nada más llegar de esa estancia en los viñedos europeos

 

Parece que el contexto histórico es el actual y el tiempo interno se suele centrar, como se ha citado con anterioridad, en un momento puntual del pasado. Un instante preciso, mínimo e insignificante en el que varios de los personajes tienen una revelación sobre el significado profundo de su relación de pareja que les lleva a planteársela muy seriamente, rectificando, las más de las veces, el rumbo amoroso de sus vidas.

 

Parece que el espacio se ubica en múltiples lugares. Lugares repletos de contenido, pues influyen severamente en el devenir de muchos de los personajes. De esta manera se citan ciudades como Londres, París, Turín, Las Palmas o países como Corea o Noruega.

 

Parece que el personaje principal responde, principalmente, a una mujer madura, ya con hijos, separada o no, que recuerda con melancolía momentos del ayer en los que recibió una fuerte sensación que le ha marcado ya para siempre. No obstante, también se asoman los personajes masculinos que también han sufrido esa revelación fugaz pero intensa, determinante en el transcurso de su existencia.

 

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de esta novela le ha resultado anodina y que, posiblemente, responde a los contratos suscritos con la Editorial para dar fuste al catálogo y así cumplir con el compromiso de unos lectores fieles y sensibles a la narrativa de Soledad Puértolas.

(La autora)

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