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Juan sin Credo

La humillación

La humillación

La resaña con seña

Se oye comentar a la gente del lugar que Juan sin Credo ha leído la última novela de Philip Roth,  La humillación, publicada para España por la editorial Random House Mondadori en febrero de 2010.

Parece que el narrador está en tercera persona, un narrador que permite dialogar a sus personajes con facilidad, motivo por el cual predomina el estilo directo.

Parece que el contexto histórico se sitúa en la actualidad, aunque los referentes cronológicos que se muestran en el texto permite fechar la acción de la novela en la década de los noventa del pasado siglo.

Parece que el tiempo interno o de la narración abarca casi dos años, desde que el protagonista fracasa estrepitosamente tras la puesta en escena de Macbeth y Próspero, pasando por sus nueve meses de internamiento en el hospital psiquiátrico, más los trece de su relación con Pegeen.

Parece que el espacio principal se ubica en el condado de Washington, en Greenwich Village, lugar donde se encuentra la casa del actor frustrado, pero también aparecen espacios secundarios como el Hospital de Hammerton, Nueva York o Prescott

Parece que el personaje principal es, sin ningún género de dudas, Simón Axler que a la edad de sesenta y tantos años ha llegado al limite de su carrera de actor de éxito. Personajes secundarios son la hija lesbiana de sus amigos los Stapleford, con veintitantos años menos que él y una vida emocionalmente desordenada, Peggen, o la enferma mental con la que convivió en el psiquiátrico Sybil van Buyen y otros como su representante Jerry Oppenheim o la amante despechada de Peggen, la decana Loussie Renner.

Dicen que a Juan sin Credo la lectura de la novela de Philip Roth le ha resultado una recreación de un serial radiofónico sin ningún tipo de valor literario; en donde el prolífico escritor, con más de treinta novelas en su haber, maneja muy bien los recursos melodramáticos, (accidentes de circulación de los seres queridos, hijos drogadictos o hijas lesbianas, abusos sexuales a menores, ménage à trois, suicidios, etc) para despertar en el gran público la fibra neorrománica de pastelería industrial que dispara el colesterol del lector hasta conseguir unos altos índices próximos al colapso arterial. Esta bollería rellena de letras convierte a la literatura en un género decadente de consumo a la venta en las Grandes Superficies, como en los supermercados Lidl o, nuestro más castizo, Hiper-Usera.

(El pastelero)

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