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Juan sin Credo

Hacer o deshacer: así es la función

Hacer o deshacer: así es la función

Mi Egregio Postrergénito :

Este Pirandello fue el autor de Il fu Mattia Pascal, esa novela incomprensible que te tuviste que leer en aquella asignatura de libre configuración denominada la Novela italiana contemporánea, en la que también, afortunadamente, conociste nombres como los de Italo Svevo o Primo Levi, y al final la culminaste de sobresaliente manera.

Recuerda que a Pirandello lo entroncábamos con Unamuno, por ese conflicto que le surgía agónicamente al personaje, rebelándose contra su autor, como el caso del anarquista teórico de la nivola Niebla, Augusto Pérez.

(El gran Luigi)

Por este motivo, Seis personajes en busca de un autor abre la búsqueda de la elaboración de un concepto de autonomía del personaje respecto al autor, en donde el primero debe identificarse con su máscara, reduciendo y concentrando los distintos aspectos de su personalidad en rasgos esenciales...


Así nos preguntábamos entre las fronteras próximas de nuestra realidad quién era el doctor Lolo D´ia Trives o el tal Postrergénito López o quién eramos nosotros los CIENTÍFICOS FUTURISTAS, ¿Una creación fantástica del autor? ¿Una pesadilla sudorosa de algún dios? ¿Unos extraterrestres deshumanizados llegados desde otro vector espacio-temporal? Nada sabíamos sino nuestra obsesión permanente por rescatar todos los escritos habidos y por haber del íncubo, monomaniaco o monstruo del artificio y la ficción, nuestro idolatrado Juan sin Credo.

¿Quienes somos?

Esta vez el Presidente del Desgobierno anunció una serie de disparates entre los que se encontraba el recorte fundamental de los derechos adquiridos por la clase trabajadora durante tantos años de ridículas conquistas sociales. Nuestros innovadores aparatos de una ultrasensible frecuencia captaron entre tanta estulticia un rasgo heroico de infracrítica que proclamaba el nihilismo absoluto y la cada vez más necesitada capacidad de autogestión. Tales ondas micro-hercianas no podían pertenecer a otro sino al autócrata de su propio personaje el tan denostado Juan sin Credo.

Ya en nuestra Central de Alarmas, más sosegados tras el descubrimiento de un nuevo capítulo de su doctrina, tradujimos el mensaje cifrado que consistía en la asistencia al espectáculo dramático de La función por hacer, una producción de Kamikaze con Miguel del Arco y Aitor Tejada. Propuesta escénica basada en una adaptación muy libre de Seis personajes en busca de un autor, el 11 de mayo del 2010 en la Sala Pequeña del Teatro Español a las 20:30 horas.

(El dramaturgo)

-La función por hacer o Siempre fiesta- había sido la consigna del maestro López-Esteve.

-Ahora mismo en Madrid son las imprescindibles- me volvió a repetir allá por el día de san Jorge.

Siempre fiesta se me escapaba del calendario doméstico así que me acerqué a la Función por hacer. Venía escrito en el programa que la dramaturgia se apoya firmemente en la de Pirandello. Supongo que firmemente se referirá a la columna vertebral de la obra de tan ilustre literato italiano, es decir al trasunto central donde unos personajes fantasmagóricos irrumpen en la escena en busca de un autor para que de pábulo a su tremenda y desgarrada historia personal. De lo demás nada de nada. Ni son seis, sino cuatro y la interrupción no se hace en un ensayo sino que se produce en el desarrollo de una obra de teatro contemporánea muy vinculada a la famosa Art de Yasmina Reza.

(Los fantasmagóricos)

Los espectadores no sentamos alrededor de una alfombra rectangular -escenario a la italiana- y nos disponemos, serenos, a la contemplación de una vivencia, de un conflicto humano que nos hace estremecernos en la butaca. Una historia de amor, de celos, de envidia, de muerte aparece ante nuestra cognición en un puro regocijo de sentimientos, en una acción desbocada donde esa serie de personajes fantasmagóricos son capaces de conquistarnos el corazón.

Varias han sido las firmas críticas que han alabado esta puesta en escena desde sus inicios en los nocturnos del teatro Lara y no serán mis débiles teclas las que se pongan en contra. El elenco de actores es brillante. Sin apenas tramoya -un banco desvencijado- ni siquiera un fértil juego de luces -las mínimas- y con un vestuario sencillo de corte urbano los actores son el punto único de referencia que ha hecho de esta obra uno de las propuestas con más éxito de la temporada que ahora se acaba.

(Bárbara e Ismael)

Me quedo con Ismael Eljaralde, el Hermano mayor, por su temible raciocinio capaz de justificar cualquier hecho atroz, con la sensualidad gozosa que transmite Bárbara Leninie y con la macarrería violenta y sudorosa de Raúl Prieto, el Hermano menor, aunque, a veces, pierde el decoro y tiene parlamentos demasiado retóricos para el tipo de personaje que encarna. Del mismo modo, destacaría la coordinación simétrica que los seis actores acometen refugiándose entre los diversos puntos de la sala mientras algunos de ellos realizan su trágica alocución hacia el público.

Sin embargo, creo que el motivo principal que quiso comunicar Pirandello al escribir este drama no se ha conseguido. El impacto de irrealidad en la realidad de la primera trama no conmueve al espectador. En los inicios del siglo XXI el público está lo suficientemente adiestrado para que no obedezca a la histérica actriz, Miriam Montilla, y no abandone el teatro, desoyendo así los alaridos de sus súplicas. Quizá un gancho en las butacas que se hubiese levantado podría haber creado esa sensación de desestabilización de lo real pero ni siquiera la interpelación del final de esa misma actriz reprochando la apatía del público por no abandonar la sala convence al respetable.

(Escena de pasión)

En resumidas cuentas, una hermosa tentativa de los dramaturgos que nos señala la complejidad de las relaciones sociales en donde los sentimientos se sobreponen a los intereses y el instinto se pierde entre los laberintos de la sexualidad, abandonando al ser humano hacia la deriva de su propio destino que finaliza en tragedia.

Dicen que Juan sin Credo no confundió la realidad con la ficción hasta que no salió fuera de la Sala y vio aparcados sendos vehículos oficiales a las puertas del Español, con una bella tapicería de cuero y unas enormes dimensiones, pertenecientes a la firma Audi. Dicen que, posiblemente, con motivo de la inauguración del Festival de Otoño en Primavera, algún alto cargo estaría en ese acto. Dicen que tres días después el Presidente del Desgobierno anunció las medidas sociales más restrictivas de toda la democracia reciente y Juan sin Credo pensó que porqué siempre tienen que ser los mismos los que paguen los efectos de la crisis.

(El Desgobernador)

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