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Juan sin Credo

Fíate del Cornudo y verás su Luz

Fíate del Cornudo y verás su Luz

 Inestimable Postrergénito:

Vaya problemática con la autoría que ofrece el Condenado por desconfiado. Varios hispanistas afirman que su pertenencia es de tu pariente el fraile mercedario Gabriel López Téllez, como así se recoge en la Segunda parte de las comedias del maestro Tirso de Molina, impresa en Madrid en el año de 1635.

(Segunda parte de las comedias)

Sin embargo, otros autores a principios de la década de los setenta del pasado siglo, entre los que figuran el profesor Alan Paterson o el padre Manuel Penedo Rey, postularon que la paternidad sobre dicho drama teológico no era de Tirso de Molina, aduciendo argumentos bastante endebles que fueron refutados por la profesora norteamericana Ruth Lee Kennedy.

No obstante, una década después, el profesor Alfredo Rodríguez López-Vázquez volvió a plantear de nuevo este problema con unas pruebas filológicas bastante más sólidas, aunque todavía insuficientes. Otorga, supuestamente, la autoría de la obra al sevillano Andrés de Claramonte.

(Andrés de Claramonte)

Relaciones del contenido -el cese de las disputas teológicas por esos años entre la doctrina de la predestinación y el libre albedrío- o asombrosos paralelos estructurales, además del motivo del pastorcillo, entre El Condenado y El gran rey de los desiertos de San Onofre, del propio Claramonte, son las razones con las que cuenta el profesor Rodríguez, apoyadas también por el estudioso Ciriaco Morón, para atribuir la obra al autor de La Estrella de Sevilla.

En fin, espero que toda esta amalgama de información pueda servirte para evitar la condena que te confiaron...

(Logotipo Universidad de Oklahoma)

 

Cada vez estábamos más seguros de la vinculación de las teclas de Postrergénito López en los textos apócrifos de Juan sin Credo. Aún, nosotros los CIENTÍFICOS FUTURISTAS, no contamos con los datos suficientes pero existe un estudio en ciernes por la Universidad de Oklahoma que demuestra un uso desmedido de la conjunción concesiva puesto que en lugar del aunque -la relacionada con el estilo juansincrediano- en los escritos encontrados en el Monasterio de Santa María de la Valldigna.

Calentábamos motores, por fin recuperado nuestro permiso de circulación de nuestras naves intertemporales, para rastrear alguna nueva e insignificante muestra que nos permitiera descubrir una pista oculta del tal Postrergénito tomando en vano el nombre de nuestro idolatrado Juan sin Credo, cuando recibimos una señal desde la mítica Bodeguita del Medio.

(La famosa Bodeguita del Medio)

En una de sus tantas franquicias repartidas por el ancho mundo, habían descubierto que con el licor de melaza, aquel que se emplea para darle el toque final a la especialidad de la casa, se provocaba un aumento de la gradación etílica con la inmediata y consiguiente borrachera de la clientela al primer mojito que se bebían.

Preocupados por el descenso de las ventas, nos avisaron para salvar el negocio, a cambio de una suculenta y ventajosa reducción en el precio de las consumiciones ingeridas. Nos tomamos una, preparaban la siguiente y con el primer sorbo amargo, mascamos una dentellada con el sabor a azúcar de los mejores momentos de Juan sin Credo.

(La filóloga)

Así fue como apareció otro de los textos del santón ácrata. Esta vez se refería a la asistencia al Condenado por desconfiado, en el Teatro Pavón, por el CNTC, con versión de Yolanda Pallín, bajo la dirección de Carlos Aladro, el 18 de marzo de 2010. Para que no quede ni siquiera una gota de hierbabuena en la copa textual de nuestros archivos digitales exprimimos al máximo el licor de las palabras de Juan sin Credo para gozo y regocijo de sus únicos y fieles lectores.


Antevíspera de primavera, tras un invierno largo, lluvioso, que aún muestra una tenaz resistencia a marcharse y se perpetuará en la memoria como uno de los más ásperos que recuerdo, me acerqué, de nuevo, al Pavón para compartir butaca con los Condeses de Abascal, que, por cierto, huelga decir que es una exquisita, a la par que discreta, compañía.

(El dramaturgo)

Comienza la función Paulo, interpretado por Jaime Soler, muy azul, brillando azul, intensamente azul, con un parlamento de desconfianza ante su salvación, a pesar de llevar diez años retirado en una cueva y portar un hábito impoluto con un precioso rosario de madera. En la segunda escena, su criado Pedrisco, Arturo Querejeta, llega por el pasillo central con una cesta de arpillera, haciendo de gracioso, demasiado gracioso, excesivamente gracioso.

Llegados a este punto me toca rebatir el elevado tono de comicidad impulsado por Yolanda Pallín a la dramaturgia. Dios me libre de pugnar con la erudita acerca de si la obra es un drama teológico o una comedia de bandoleros. Es verdad, y aquí coincido con la acertada opinión del conde de Abascal, que, durante esta temporada, los montajes del CNTC tienen en común una pasada de vuelta en la tuerca del engranaje de la maquinaria cómica, quizás como un guiño de complicidad al gran público.

(Paulo y Pedrisco) 

Continúa la representación con la aparición del Diablo en escena; luz muy roja, roja de condena, eternamente roja. Francisco Rojas es santo de mi devoción, desde que me cautivó por su papel como Melchior en el Auto de los Reyes Magos de la mano de Ana Zamora. Su grave voz de trueno relampaguea por toda la escena, estentórea y duplicada por los efectos de las nuevas tecnologías. Puede ser cierto que marque unas maneras demasiado afectadas y su vestuario con traje de frac no invite al pecado de la soberbia, aún más si le sumamos la cursilada de las alas de Ángel cándido, con las que, primeramente, se aparece ante Paulo, en la secuencia del engaño.

Más valor tiene el diseño de la cabeza de Macho Cabrío, con el que se caracteriza en las últimas escenas, aunque, nuevamente, se debilita y difumina su presencia al tener que combatir contra las bellas angelitas lascivas -Muriel Sánchez y Eva Tarancón, que a su vez desempeñan el papel de Celia y Lidora, respectivamente- que le arrebatan al criminal Enrico, -Daniel Albadalejo en su línea generalizada de galán altivo- de sus sulfurosas pezuñas, rezumadas en un fuerte olor a azufre. 

(El galán)

Pero la peor parte de toda la obra se la lleva el Pastorcillo -Rebeca Hernando- personaje rígido, demasiado atenazado en sus movimientos, brazos en aspas, pasos de plomo. Comprendemos, que Paulo haga caso omiso de las señales divinas que por su boca se le muestran.

Sin embargo, estas minúsculas imperfecciones del montaje no empañan el arriesgado trabajo de hacer inteligible e interesante una de las obras mayores del fraile mercedario que, aparentemente, tratan sobre un tema carente de interés en la actualidad como es el de la predestinación o el libre albedrío.

(Enrico se redime y se salva)

La escenografía simbólica del embarcadero confeccionado con planchas de madera como motivo vertical de ascensionalidad y descenso está muy bien conseguida. Del mismo modo, hay que señalar el acierto de las cortinas que separan espacios para terminar cayendo y convertirse en olas de la Puerta del Mar, al ser agitadas por las actrices principales de la comedia.

También es reseñable la música en directo del instrumento de cuerda. El arpa, a manos de Sara Águeda, acompaña, magníficamente, con su acordes los momentos con mayor tensión dramática del espectáculo. Además, no convendría olvidarse de los pequeños elementos de la utilería, como son los faroles que representan la llama de la vida. Del vestuario a la manera goyesca, opino que es una visión romántica por parte del director muy respetable.

(El arpa de Sara Agüeda)

En definitiva, un positivo rescate de un género, el drama religioso, pujante en el corpus de nuestro teatro áureo, del que se puede destacar de su puesta en escena, sin duda alguna, el diseño de la iluminación, a las órdenes de Pedro Yagüe, y su importancia para caracterizar ambientes, momentos y personajes.

 

Dicen que los Condeses de Abascal y Juan sin Credo salieron satisfechos del Pavón y que hablaron, cercana la Semana Santa, de su penitencia y condena, visto el rebaño y el mal trabajo de algunos mayorales en las tan sufridas majadas. Dicen que los bien pensantes Condeses purgarían sus penas en las Islas Maldivas, vía Malpensa, y que Juan sin Credo con los suyos realizarían sus ejercicios espirituales en el archiconocido Monasterio de Santa María de la Valldigna. Dicen que antes de tal peregrinación a tierras tan sanas bebieron el cáliz del licor alcohólico y olvidaron, en una explosión de granos azúcar, sus veniales pecados guiados por la doctrina del libre albedrío.

(Purgando pecados)

1 comentario

Rosa Monje -

Es una lástima que una reseña crítica tan lúcida, singular y penetrante como la que nos ha brindado Juan sin Credo muestre, como único defecto, el grosero lunar de presentar a su autor compartiendo la "acertada opinón" (risum teneatis?) del Conde de Abascal. ¡Valiente autoridad! Doctora y catedrática soy en esto de las Letras áureas, y puedo garantizar que no se conoce en nuestro selecto ámbito académico persona más desacreditada. Aconsejo a Juan sin Credo que seleccione mejor sus compañías, y cribe y purgue con más depurado rigor su elenco de citas y autoridades.